A Podemos hay que agradecerle su discurso directo y la desfachatez con la que luego hacen lo contrario. Es lo que canta Serrat de Irene: “No comprendo cómo puede usted pasar y no verla”. Ahí están los alegres muchachos de porro y plaza con sus contradicciones y sus fraudes, con la sonrojante distancia entre lo que exigen a los demás y lo que se permiten a sí mismos, lo mismo que Irene con sus “bragas comprometedoras y sabanas alcahuetas”.
Después de tanta carraca venezolana, de tanta épica de economato contra la casta y de presentar a los políticos de toda la vida como a unos buitres sin piedad ni corazón, como si ser de Podemos implicara dedicarse a la política por amor al ciudadano y prácticamente rechazando cualquier contrapartida, de lo primero que se han ocupado en Castilla-La Mancha, a través de las enmiendas a la Ley en materia de gestión y organización de la Administración, es de que los funcionarios que sean designados altos cargos y cobren la máxima remuneración, cuando dejen de serlo, en lugar de volver a su nivel retributivo previo, como sucedía hasta ahora, mantengan de por vida el salario más alto. Todo ello con el apoyo del PSOE, que pagará como Convergència este abrazo del oso que va dejarle literalmente en los huesos y sin margen para reaccionar cuando por tanto radicalizarse se quede sin votantes y con el partido hecho unos zorros de deserciones y escisiones.
El cinismo de Podemos es tan evidente y tan descarado que funda una nueva manera de tomarle el pelo al personal, con algo de tensión creativa incluida porque para reírse tan grotescamente en la cara de tanta y tanta gente que creyó en sus ideales hace falta tener algún talento: sólo con jeta no basta.
No se han esperado ni a llegar a La Moncloa. ¿Para qué disimular si tienes a tus socios -¡mayoritarios!- voluntariamente convertidos en rehenes? Podemos le tiene tomada la medida a un PSOE cegado de revanchismo y de poder, y como en una matanza artesanal está esperando a que se desangre para entrar a por las butifarras.
Por si alguien tenía alguna duda de a qué se refería Pablo Iglesias cuando ladraba contra la casta, aquí están sus cachorros asegurándose el máximo sueldo de por vida, como si les hubiera tocado en uno de aquellos sobres de Nescafé. Es una burla tan superlativa a su tropa, a lo que les susurran, a lo que les prometen, a lo que usan de pólvora para encender sus mítines, que por muy asumido que tenga que la propaganda de la izquierda sigue siendo la más vibrante y eficaz de todos los tiempos, yo tampoco comprendo cómo pueden sus votantes pasar y no verles.
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