Esta puntilla está dedicada a Luca, a Luca Gistau, el hijo mayor de mi querido David.
Luca, tú esto no lo sabes porque conociendo a tu padre, seguro que no te lo habrá contado, pero cada final de la Champions tiene detrás algunas historias tan bellas como la victoria, y tú eres una de las bellas historias que la final de mañana tiene.
Tu padre tenía el avión y dos entradas para acudir con un amigo a Milán, y digo un amigo porque tú eres todavía pequeño para ir a estadios multitudinarios.
Pero ha preferido quedarse en Madrid para ver el partido contigo, porque sabe la ilusión que te hace esta final, tu primera final, y verla los dos juntos. Mientras todo Madrid anda loco pagando barbaridades por una entrada, tu padre, que la tenía, no va aprovecharla, porque para él estar contigo es lo más importante.
Yo sé que ahora te sonará un poco raro lo que te estoy contando. Pero te harás mayor, Luca, y vendrán los años en que creerás que tu padre es injusto o no te entiende. Te dejo estas palabras para que recuerdes que siempre para él fuiste lo más importante, lo único importante.
Todos nos equivocamos, también los padres. Pero somos vuestra primera y última línea de defensa, vuestro amor incondicional, y todo lo que hacemos y no hacemos tiene el único objetivo de ayudaros a crecer fuertes, felices y buena gente.
Querido Luca, disfruta de la final de mañana y espero que tu equipo gane. Y cuando el Madrid marque y tu padre te abrace, abrázale tú un poco más fuerte, porque aunque él no quiera reconocerlo, incluso más que un gol, vuestros abrazos son para nosotros el gran y mejor premio.
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