Salvador Sostres el 18 feb, 2017 Ocurre siempre que se juzga a alguien en España que resulta sentenciado y ejecutado por los medios de comunicación y la turba amontonada mucho antes de que el juez falle, como si la Justicia fuera sólo el envoltorio de la farsa y no la esencia de nuestro sistema democrático. Luego no nos podemos preguntar como si nada de dónde sale el populismo y tanta rabia. Inocentes o culpables, Iñaki y Cristina han sido sometidos a un linchamiento intolerable y la ejemplaridad en que se basa y sin duda tiene que basarse la monarquía no puede ser excusa para azuzar las más bajas pasiones de la masa con demagogia y amarillismo; y generando con medias verdades, exageraciones y el numerito de un juez instructor que tiene una conversación pendiente con su padre, una injustificada y peligrosa desafección de la ciudadanía hacia su más alta institución, que tan decisivamente contribuyó a la recuperación de las libertades y que con tanta brillantez las ha custodiado durante todos estos años, además del enorme prestigio e influencia que le ha procurado a nuestro país en el mundo entero. La culpabilidad no anula la dignidad de las personas ni la justicia puede basarse en la venganza. Se supone que nosotros no somos los bárbaros que lapidamos en la plaza pública, sino los que dejamos que el Estado de Derecho dirima nuestros conflictos y diferencias, todo ello con independencia de la poca inteligencia con que Iñaki ha actuado tanto en su actividad empresarial como al no aceptar el pacto de culpabilidad para evitar la cárcel; y del egoísmo y la tremenda irresponsabilidad de Cristina, que decidió casarse nada menos que por amor y con un jugador de balonmano en lugar de observar con prudencia y sentido del deber los intereses de su Casa y de España. Otros temas Comentarios Salvador Sostres el 18 feb, 2017