Es mentira que el presidente Trump haya vetado o prohibido a los musulmanes. Es mentira y es una mentira difundida por una mezcla letal de mala fe, de ignorancia, y de esa estupidez tan occidental que no acaba ni cuando a merced nuestra propia inconsistencia nos matan.
Esta infinita queli que los madrileños han elegido como alcaldesa ha llegado a comparar al líder del mundo libre con Hitler y le ha acusado de vulnerar los derechos humanos.
Lo que hizo el viernes el presidente Trump fue firmar un decreto ley que suspende la entrada de todos los refugiados durante 120 días, y durante 3 meses, la concesión de visados a siete países de mayoría musulmana con historial terrorista -Libia, Sudán, Somalia, Siria, Irak, Yemen e Irán- hasta que se establezcan nuevos protocolos de vigilancia más seguros de los que hasta ahora han fracasado.
Son las mismas medidas que tomó el presidente Obama en 2011, cuando el FBI descubrió que dos miembros de Al Qaeda habían sido admitidos como refugiados y se encontraban en la lista de espera para ingresar en el ejército norteamericano. El premio Nobel de la Paz Obama dejó entonces de procesar las solicitudes de los refugiados iraquíes durante seis meses, contra los escasos 90 días del presidente Trump, sin que ninguna doméstica le llamara nazi ni nadie le acusara, como él hace con Trump, de ser una amenaza para los valores americanos.
Incluso sin contar las deportaciones en caliente, Obama fue el presidente que más deportaciones realizó, un total de 2 millones y medio en sus ocho años.
Insultar al presidente Trump es gratis, y la mentira es el modo que la mayor parte de los medios de comunicación del mundo tienen de desinformar de sus políticas. Es una rabia muy mal llevada y un modo muy vulgar de demostrar la frustración y la impotencia. Luego, naturalmente y como siempre, le llamaremos para que venga a resolvernos los problemas.
Otros temas