La alcaldesa de Madrid pretende que el Valle de los Caídos se pase a llamar Valle de la Paz. O como mínimo eso es lo que dice que pretende, porque lo que de verdad quiere es ganar la Guerra Civil.
La izquierda española, y no sólo la extrema izquierda, sino la izquierda española en general, tiene que aceptar algunos hechos para poderse homologar a las izquierdas europeas y abandonar este terrible atraso mental que da liderazgos tan tercermundistas como el de Pedro Sánchez.
El primer hecho es que la Guerra Civil no la ganó el peor bando posible, y que el franquismo, con todos sus defectos, fue mejor que haber caído en el Pacto de Varsovia. Sólo hay que ver cómo está España, y cómo están, todavía hoy, los países que sufrieron el yugo de la influencia soviética.
El segundo hecho es que el Partido Comunista alrededor del que se organizó mayormente la tan glorificada resistencia antifranquista, no era un partido demócrata sino que planeaba sustituir un totalitarismo por otro, el suyo propio.
Y el tercer hecho, es que tras 40 años en el poder sólo mueren en la cama los dictadores de derechas -con los comunistas es distinto, por el grado de terror y de opresión con que todo llegan a controlarlo- aceptados o tolerados por buena parte de su pueblo, y que han tenido además una resistencia muy mediocre.
El Valle de los Caídos es lo que es y allí reposa quien reposa. Y si Manuela Carmena no tiene ideas mejores para llenar su vacío que reabrir broncas entre españoles reconciliados en el ejercicio más brillante se su historia cívica, que dedique las tardes a ir a su parroquia más cercana a ayudar a viejos y a niños, y así por fin hará algo que remotamente se parezca a hacer un bien a los demás.
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