Hay clientes que merecen ser despedidos. El asunto es ciertamente comprometido dado que para muchos profesionales esta decisión equivale a un suicidio comercial. Pero si admitimos que existe eso que se llama el derecho de admisión, un profesional de la educación física no es un esclavo que tenga que decir sí a todo, ni su tiempo es menos valioso que el de cualquier otra persona. Decir que no a un cliente, renunciar a ese ingreso, es una decisión que todo trabajador debería saber tomar aunque no sea fácil, porque casi nunca lo es, y menos cuando afecta de manera directa al bolsillo. Identificar a este tipo de clientela es la parte menos compleja para un entrenador, pero al otro lado hay personas que en la mayoría de las ocasiones no entenderá que le den un no por respuesta ¿Cómo puedo saber si soy un mal cliente?
El perfil del cliente tóxico
Con casi cualquier entrenador que hables te contará que han conocido al menos a un cliente que habitualmente llegaba tarde o cancelaba las sesiones con poco o ningún aviso, o alguien cuyas ganas por esforzarse y/o aprender brillaban siempre por su ausencia. No conviene confundir estas actitudes constantes con tener un mal día, porque todo el mundo lo tiene y aun así hay quienes intentan darlo todo, y quienes siempre tienen una excusa. Ese tipo de persona que no se entiende muy bien para qué paga porque luego no hacen nada que no sea lo que les venga en gana, sin atender a consejos, correcciones ni prescripción de ejercicios.
Un buen entrenador tiene entre sus responsabilidades la de agotar todas las opciones para motivar e impulsar a sus clientes. Sin embargo, si pese a haber intentado todo, el cliente vive instalado en la excusa, la vagancia o una vida repleta de excesos nada saludables, quizás haya llegado el momento de tomar una decisión y comunicarla.
El desenlace
Desde un punto de vista comercial, la idea de rechazar voluntariamente a un cliente parece una locura, sobre todo en los tiempos que corren. Pero el prestigio de un profesional muchas veces también se determina por el perfil de sus clientes, y no me refiero a que tengan una cuenta en redes sociales con muchos seguidores. Hay muchos productos en nuestras vidas que son inaccesibles aun cuando tengamos el dinero para pagarlos, y eso les hace mucho más deseables. Si como profesional has invertido tiempo y dinero para ser un buen entrenador no tiene sentido que te desgastes con personas que quieren un entrenador personal para cumplir con un listado de cosas ‘chachis’ en su vida; para aumentar el álbum de fotos que necesitan para sus relaciones sociales. Es como un perfil ideal: un jardín, una receta, un perro, un SUV, una foto esquiando, otra haciendo surf y de vez en cuando un vídeo con un entrenador personal. Ale, ya tienes el pack completo para ser popular en la reunión de vecinos, o en tu cena de antiguos alumnos. Yo prefiero trabajar con alguien que quiere resultados y lo demás es secundario.
Si personalmente crees que el sentido laboral de un entrenador personal es entretenerte, charlar y contarte tus repeticiones que no te extrañe si un día, con maneras más sutiles o más claras, te cierre la puerta en las narices. El perjuicio a largo plazo será para ese cliente. A todos los profesionales de salud que entienden estas palabras, que la fuerza les acompañe.
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