De todos los ramones que pueblan la literatura española el Ramón por antonomasia es Ramón Gómez de la Serna (Madrid, 1888 – Buenos Aires, 1963). Es un Ramón que no necesita de los acólitos del tratamiento ni del apellido para identificarlo, es un nombre que se suscribe con total exactitud a la personalidad de su propietario, que se basta y se sobra para identificarlo. Fue ejemplo indiscutible de un universo creador que representó en sà mismo una sola generación de creadores, «generación unipersonal», dijeron unos, «Ramonismo» lo llamaron otros.
Alérgico a la solemnidad, como escritor Ramón es un claro ejemplo de integración de la vida en un estilo, por eso lo primero que se percibe en él es todo destierro de grandilocuencia, un profundo desdén por toda oratoria vana o ampulosa. Tuvo dos valores, uno universal y otro local. Universalmente ya que fue el inventor de la greguerÃa: textos breves que expresan, de forma aguda y original, y desde un punto de vista humorÃstico y metáforico, pensamientos filosóficos, pragmáticos, lÃricos, o de cualquier otra Ãndole. Junto a este aspecto universal, el local, Madrid. Como madrileño fue el máximo representante de la esencia de verbena. Fanático del circo llegó a autodenominarse cronista del circo. Su vida y su obra representan la fertilidad creativa de un intelectual extraordinario de ágil pensamiento y trabajo inagotable.
Entre 1930 y 1935, Ramón Gómez de la Serna publicó en la revista Blanco y Negro una serie de artÃculos-greguerÃas ilustrados bajo los tÃtulos de Cifras de ParÃs, CÃfras de Alemania, CÃfras de ahora, GreguerÃas ilustradas y GreguerÃas. Los textos fueron acompañados por dibujos que el autor realizó de su propia mano, lo que hace de esta serie un conjunto excepcional dentro de la dilatada obra ramoniana y también de la literatura de prensa. Son una fuente imprescindible para conocer el valor literario de este género y el carácter gráfico con que desveló Ramón su concepción humorÃstica de las cosas y de la vida.
La greguerÃa es el género literario más personal de Gómez de la Serna. Uniendo humor y metáfora, el autor encuentra la fórmula literaria que le permite describir el mundo que le rodea, el mundo agitado de las vanguardias europeas y fracturado por la inminente llegada de la guerra civil. En medio de un entrono que se fragmentaba, sus greguerÃas son como relámpagos de lucidez e inteligencia, que representan una sociedad y los elementos que la componen desde un punto de vista diferente. Es como si todos estuviesemos acostumbrados a ver siempre una figura desde frente, y lo que hace Gómez de la Serna es coger esa figura y mirarla desde arriba, darle la vuelta, ponerla tumbada, en un significado visual y textual que se traduce en ingeniosas imágenes que iluminan los aspectos más contradictorios del escenario que le tocó vivir. En palabras de Ramón, sus greguerÃas son «lo que gritan los seres confusamente desde su inconsciencia, lo que gritan las cosas».
Esta cantidad significativa de aquellos dibujos autógrafos -trescientos catorce- los conserva afortunadamente el Museo ABC, –el archivo más importante en nuestro paÃs de la ilustración gráfica vinculada con la prensa periódica-, recogidos ahora en el libro Colección ABC. GreguerÃas ilustradas. Ramón Gómez de la Serna, en una edición de lujo y muy cuidada. En ella, se reproducen los dibujos que, por avatares de la historia, no habÃan llegado hasta nosotros. Unos dibujos en los que se aprecia esa falta de academicismo por parte de Ramón, en los que como bien apuntó el autor «nunca están bien porque busca la manera de que siempre estén peor, pero señalan las cosas a los que sean lo bastante inteligentes».
En esa gran producción de dibujos, se ve un claro disfrute de dibujar por parte de Ramón, pero no solo se quedaba en el trazo, también le gustaba reflexionar sobre la función de ese dibujo, de su dibujo, y buena prueba de ello es la ingente cantidad de dibujos diseminados por libros, periódicos y revistas, preocupandóse asà de dejar constancia escrita de esta actividad. Sus dibujos son un claro exponente de su mirada singular sobre las cosas vulgares y la realidad cotidiana, de su interés por lo sorprendente y lo trivial de las ciudades, de las personas y objetos que las componen y dan vida, de su exaltación de lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente, lo que él llamó «el gráfico de cada cosa», e incluso del diseño. Dibujos, en definitiva, que aclaran lo escrito. Dibujos y expresión gráfica vinculados siempre con el humor, caricaturesco o grotesco, muchas veces realista, en ocasiones eco del realismo decimonónico y de la cultura visual de las artes.
Prosperan las sillas de tubo de acero, con su
aire de sillas de dentista, como si al sentarse
en ellas fuesen a hacer una extracción al
paciente. Dan la sensación de estar hechas
con material de «otra cosa»: tubos sobrantes
de una instalación de agua caliente por
conducciones niqueladas, residuos de
percheros y lámparas, aprovechamiento deÂ
una fábrica que se «fué» a paseo.
Para Ramón sus greguerÃas debÃan tener «raÃces entrañables en la realidad» y la realidad, sin duda, conformó el universo gráfico del autor cuando recorrió el camino de lo literario a la expresión plástica. Pero su obra creativa fue más allá y se despliega en otras numerosas facetas: conferenciante singular, radiofonista, actor de cine y guionista, promotor cultural y de sà mismo, sin olvidar esa profunda inmersión en el mundo de las artes plásticas a través de lo que significó la elaboración y recreación continua a lo largo de su vida de su entorno más intimo, su eutrapélico despacho -tan estrechamente vinculado con la práctica del collage y el fotomontaje- además de la práctica del dibujo -dibujos muy singulares, que en palabras de la especialista en Ramón, Ioanna Zlotescu, «acentúan aún más su afán de liberarse de la realidad travestida, de desnudarla, de “violarla” igual que a las palabras tópicas de uso cansino»- que hay que inscribir en la fecunda estela de escritores y poetas que también utilizaron este medio de expresión.
En definitiva, Ramón Gómez de la Serna fue un escritor y artista, como diariamos hoy, performativo, un claro antecedente de artistas posteriores como Dalà o Andy Warhol, que hicieron de su vida y de su obra un brillante espectáculo. Además, marcó un camino claro para diseñadores como Daniel Gil, Isidro Ferrer, poetas como Joan Brossa o fotógrafos como Chema Madoz, que han generado un lenguaje visual particular en palabras e imágenes, que descontextualizan objetos y significados de la realidad para darles una nueva forma y función dentro de esa misma objetividad.
Por tanto, la publicación realizada por el Museo ABC y diseñada por Cano Estudio es una suerte de contenido editorial, un hito histórico para nuestras letras poder tener una cantidad significativa de aquellos dibujos autógrafos conservados afortunadamente en el Museo, recogidos en GreguerÃas ilustradas. Ramón Gómez de la Serna, (además de ser exposición que terminó el pasado 17 de junio en el Museo ABC) es fuente de inspiración, un maná creativo para escritores, artistas, fotógrafos y diseñadores, que al poder tener en sus manos esta impresionante e imprescindible edición, una vez leÃda, observada, estudiada y memorizada, verán la realidad que les rodea de forma diferente, y estoy seguro, que incluso haciendo ejercicios ramonianos que como dijo el escritor «siguiendo la ruta de las cosas» plasmarán cada uno su propia greguerÃa.
GreguerÃas ilustradas // Ramón Gómez de la Serna // 2018 // 39 euros
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