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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Ignacio de Cárdenas, arquitecto en la Gran Vía madrileña

Ignacio de Cárdenas, arquitecto en la Gran Vía madrileña
Pablo Delgado el

La Gran Vía madrileña nace en la calle de Alcalá y va a morir a la plaza de España, es una de las avenidas más emblemáticas de la capital de España. Su historia comienza en el siglo XX con la inauguración de las obras el 4 de abril de 1910 por Alfonso XIII. La motivación inicial de tal obra fue la descongestión del casco histórico a causa del creciente tráfico viario de calles como Caballero de Gracia y Montera, pero estas ideas iniciales poco a poco cayeron en el olvido y no se reactivaron hasta comienzos del siglo XX. Nació con la intención de ser un centro emblemático, una vía de comunicación que enlace los barrios del este con los del oeste de la ciudad.

La demolición de casi trescientas casas, quince calles desaparecidas, nueve mil metros de aceras levantadas, veintinueve mil metros de adoquines, se dividió en diversos tramos. El protagonismo que adquirió la avenida tras la construcción de sus primeros tramos dio lugar a una gran expectación popular que atrajo diversos establecimientos de diversión: cine, teatro y en la actualidad musicales.

Una arteria urbana en la que se han juntado y se juntan hoy madrileños y turistas que transitan de una forma ordenada dentro del caos producido por ese gentio que a diario da vida y practicamente no abandona la avenida durante las 24 horas del día. Flanqueada por edificios, testigos históricos que han visto pasar los acontecimientos desde principios del siglo XX, de una ciudad que ha sufrido -como otras- una guerra; en sus bajos yacen teatros, tiendas, restaurantes, oficinas que dan una vida ajetreada a la calle.

En el segundo tramo se ubican pronto el domicilio social de importantes compañías españolas, entre ellas sobresale la Telefónica Nacional de España. El Edificio emblemático (situado en Gran Vía 28) ha sido testigo desde su altura de rascacielos, cómo la tecnología desplegada por la nueva compañía conectaba el país mediante el más revolucionario de los inventos del momento, el teléfono. Durante la Guerra Civil la Gran Vía será conocida como la Avenida de los Obuses… y en el vértice más alto, la Telefónica, que sobresale de entre los edificios madrileños sirve de guía para orientar los disparos del ejército nacional.

¿Pero quién estuvo detrás del primer rascacielos del país y el edifico más alto de Europa en el momento de su construcción hasta 1953, en que el Edificio España de los hermanos Otamendi, a escasos 500 metros, en la Plaza de España, le arrebató el puesto?  Un intrépido arquitecto que se dejó la salud en el edificio, “viviendo en él en la guerra resistiendo a los cañonazos que no pudieron abatirlo” llamado Ignacio de Cárdenas. Apenas finalizados sus estudios fue contratado por la recién creada Compañía Telefónica Nacional de España como jefe del Departamento de Edificaciones. En 1925 viajó a Nueva York, donde en compañía del arquitecto jefe de IT&T, Louis S. Weeks, empezó a trabajar en los planos de la sede de Gran Vía. Como responsable máximo de la arquitectura de Telefónica, participó en la concepción y diseño de las centrales más importantes. Aplicó estilos muy variados, desde el neobarroco de Gran Vía al racionalismo de la pequeña central de León o del edificio central de la Telefónica zaragozano.

En octubre de 1926 comienzan las obras del edificio siguiendo el sistema de construcción de los rascacielos americanos. El elemento principal que permitió el desarrollo de estos rascacielos fue el ascensor, si bien otros avances técnicos posibilitaron el progresivo aumento de altura. Entre ellos destacan el acero, el hormigón armado, el vidrio, y la bomba hidráulica.

El esqueleto del edificio Telefónica contenía vigas de acero roblonado propiciando la finalización de la obra en tiempo récord: en 1928, la central ya está operativa para llevar a cabo la primera comunicación transatlántica Madrid-Nueva York, a la que asisten el rey Alfonso XIII. Aunque las obras se concluyen oficialmente el 1 de enero de 1930. La sede social de Telefónica, destinada a “seducir al acccionista”, como quería Sosthenes Behn, asombra a Madrid pasando a la historia de la ciudad por su diseño característico que el propio Cárdenas comenta en sus memorias de “cómo el setback estaba muy de moda en la arquitectura americana” y que llegó a inspirarle. Este “setback” o retranqueo sucesivo consistía en actuar en la línea de la fachada a medida que se aumentaba el número de pisos con el fin de favorecer al máximo el soleamiento de las calles.

Uno de los iniciales promotores del proyecto telefónico fue el Duque de Alba que contacta con el arquitecto Juan Moya, y éste pone como condición que Cárdenas esté en el equipo del anteproyecto. La idea de un rascacielos barroco entusiasmaba a Juan Moya, mientras que Cárdenas era más partidario de la arquitectura moderna que empezaba a abrirse paso en España y a la que él se refirió como cubismo, surgen entonces desavenencias con el Departamento de Edificación y finalmente dimite Juan Moya, quedando a cargo del anteproyecto Cárdenas. Finalmente queda la portada principal elaborada con estilo neobarroco que se eleva por encima de los tres primeros pisos. Se emplearon tecnologías y grúas de un tamaño hasta entonces nunca visto en la ciudad, consiguiéndose levantar un esqueleto metálico en un tiempo muy breve. El juego de vallas publicitarias instalado al pie de la construcción se hizo tan popular que estimuló la idea de dedicar la planta baja como escaparate de la compañía.

Cárdenas, durante la guerra, incansable acude a “su Telefónica”, marcando sobre plano los impactos de la artillería que dejaron su huella sobre todo en la fachada de la calle Valverde. El edificio resiste los disparos y, en su interior, la central telefónica continúa funcionando. Los corresponsales extranjeros, alojados en el antiguo hotel Florida de Callao, acuden a sus oficinas para enviar desde allí sus crónicas de guerra.

La relación de Cárdenas y el edificio no acaba con la Guerra Civil. La ampliación llevada a cabo en los años 50 se hace siguiendo su proyecto original y en 1955 se levanta, por fin, en Gran Vía el edificio tal y como lo había diseñado. Un rascacielos, de factura a la americana, “imponente, fuerte y majestuoso”. Y que con sus 89,30 metros domina la ciudad de Madrid desde entonces.

Un edificio que siempre le llenó de orgullo, como dejó escrito en sus notas en 1970:
¡Ya con 71 años! […] Después de todo en tantos años ¡qué pocas cosas se recuerdan como algo que hizo latir fuertemente nuestro corazón! Yo recuerdo emocionado algunos instantes […] tal vez, la vista de Madrid desde el tren aquel 13 de junio de 1944, cuando volvía de Francia con un polizonte novato a mi lado.. y ver mi Telefónica que había aguantado firme los desastres de la guerra.

La exposición Ignacio de Cárdenas, un arquitecto pionero” quiere descubrir el origen del edificio de la Telefónica, y sobre todo hablar del arquitecto que lo ideó, que lo diseñó, construyó y cuidó, Ignacio de Cárdenas (1898-1979). Gran parte de lo que aquí se relata está basado en los ‘Apuntes para mis memorias‘ que el propio Cárdenas fue escribiendo a lo largo de los años: recuerdos, anécdotas, impresiones… y que la familia ha permitido transcribir y utilizar como guía de esta exposición. Una interesante selección de instantáneas familiares de Ignacio de Cárdenas, objetos personales, cuadernos de dibujos y extractos de apuntes que dan cuenta de la vida y obra del arquitecto pionero. La muestra la completan revistas y material gráfico del propio archivo documental de Telefónica. Una ocasión propicia para poder saber más de la historia de uno de los grandes edificios de Madrid y de su relación con aquellos que hicieron del paisaje urbano de la capital un valor añadido para la ciudad y sus habitantes.

La exposición se encuentra en la segunda planta del Espacio Fundación Telefónica del 22 de marzo hasta el 18 de septiembre de 2016.

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