La fotografía junto con la arquitectura las podríamos calificar como dos artes que llegan a complementarse en una sensibilidad que pertenece al ser humano. La arquitectura son proyectos en los que el ser humano participa de forma activa y crea un tangible que es el edificio a habitar, o como decía Le Corbusier crea “la maquina de habitar”. El hombre da forma a la arquitectura y a las ciudades, y estas dan forma a la vida del hombre; la fotografía llega a completar dicho trabajo dotándole de significado, un significado que según la interpretación del fotógrafo se convierte en un intangible a los ojos del receptor recibiendo una visión diferente. Los fotógrafos que documentan con sus imágenes el espacio, se inspiran en la obra de arquitectos modernos y contemporáneos y dicha obra la interpretan añadiendo capas narrativas a ese espacio físico como manera de entender las intenciones del arquitecto en relación con la vida real.
Qué mejor para hacer una reflexión en este sentido que a propósito de presenciar la exposición Construyendo Mundos. Fotografía y Arquitectura en la Era Moderna (hasta el 6 de septiembre en Madrid) y que ya mencioné desde aquí, organizada por la Fundación ICO y enmarcada en el Festival de PhotoEspaña 2015 que tener acceso al catálogo que edita junto a La Fábrica, en el que se recogen diferentes ensayos relacionados con la arquitectura y la fotografía, dedicándose un capítulo a cada uno de los 18 fotógrafos de renombre internacional que participan en la muestra realizando un recorrido desde principios del siglo XX hasta la actualidad, tomando la arquitectura como motivo iconográfico central de unas fotografías concebidas conscientemente como artísticas.
Es una ocasión para complementar la exposición y adquirir nuevos conocimientos sobre todo aquello que nos rodea y que transforma nuestro paisaje a diario, para que podamos así pararnos un momento y observar aquello que vemos diarimente y preguntarnos ¿qué es bello? y ¿qué es funcional?. Mirar con detenimiento esa arquitectura que se nos presenta como testigo silencioso del paso del tiempo y que interactúa como protagonista con el individuo y los vehículos de los que se hace participe.
Las fotografías que cierran el ciclo de la arquitectura como expresión y documentación de un proceso y un paisaje transformado, nos permiten apreciar cómo ha evolucionado el modo en que la fotografía ha enfrentado un mismo tema a lo largo de los años, tanto en el desarrollo de la técnica, como en los enfoques teóricos estéticos. La arquitectura ayuda a numerosos artistas a crear un nuevo motivo iconografico no solo como he mencionado antes como documentación, una documentación visual de la arquitectura, sino para proclamar el “arte como fotografía”. Pero esta fotografía no solo te lleva por un camino estético, sino también ofrece la posibilidad de realizar un viaje paralelo a través de la arquitectura de los siglos XX y XXI.
Las personas, la arquitectura y el paisaje son los motivos que han dominado la imagen fotográfica, siendo la arquitectura la que ejerce un nexo de unión de los otros dos. Gracias a la capacidad de la fotografía de observación, registro y documentación, los artistas interpretan, analizan y dan forma desde sus puntos de vista de la gran oleada de cambios que ha caracterizado nuestra época. La arquitectura ha sido y es el cómplice más entregado de la fotografía desde su nacimiento. Los largos tiempos de exposición exigidos por las primeras cámaras convertían el estatismo y la inmovilidad de los edificios en atributos muy valorados; las obras arquitectónicas eran modelos mucho más fiables y seguros que la figura humana. Esta simbiosis nacida en parte de la necesidad, ha sido una constante en la historia de la fotografía.
El catálogo de la exposición recoge las obras que nos transportan a través de un viaje desde los países subtropicales del Africa central y oriental hasta las megaciudades como Sao Paulo o Shanghai. Todo ello a través de la mirada de grandes fotógrafos comenzando desde los llamados clásicos y visionarios como Berenice Abbot y Walker Evans que definieron a la perfección la modernización de la sociedad a través de la industrialización y su deterioro en los Estados Unidos. Ambos dieron la espalda al pictoralismo imperante al que criticaban por manipular la imagen, oscureciendo lo “real” en lugar de registrarlo sin más, e introdujeron el lenguaje fotográfico moderno. Llenar la deshumanizada fotografía arquitectónica de experiencias humanas, era el objetivo de ambos.
“Sin una composición estrictamente rigurosa
una fotografía no es más que una anécdota”.
Lucien Hervé.
En ese recorrido nos encontramos con Julius Shulman, defensor de la arquitectura moderna en el sur de California. Sus suntuosas fotografías de arquitectura, publicitaban el nuevo estilo de vida americano de posguerra; Lucien Hervé, conocido principalmente por fotografíar la obra de Le Corbusier. Dispara en diagonal o desde muy cerca para crear composiciones que jugaban con la energía; Ed Ruscha; Bernd y Hilla Becher, ambos pretendían exhibir como ejemplares las fábricas que fotografiaban; la riqueza y nostalgia de las fotografías consumistas de Stephen Shore; Luigi Guirri, elogiado pionero de la fotografía en color como forma de arte; las estéticas y desenfocadas fotografías de Hirosi Sugimoto que se presentan como recuerdos hechos imagen; las parábolas visuales de Andreas Gursky; Simon Norfolk mostrando las ruinas del poder y riquezas estatales que se convierten de un momento a otro en las ruinas de una brutal y criminal tiranía; las imágenes capturadas de Guy Tillim que muestran la dialéctica entre supervivencia y la desaparición del futuro que nunca llegó en los lugares colonizados por los europeos; la calma que infunde Nadav Kander con imágenes melancolicas y nostálgicas del entorno degradado en China; o la obra de Iwan Baan, que aporta una sensibilidad alternativa a los múltiples clichés visuales que existen sobre los asentamientos precarios de las ciudades latinoamericanas, además de Thomas Struth, Hélène Binet, entre otros.
En definitiva, una suerte de catálogo que todo buen amante de la fotografía debe tener en su librería técnica para así abrirse nuevas puertas de inspiración y conocimiento visual.
Catálogo Fundación ICO // 37 euros
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