La figura del “Che” Guevara, ha sido y es un símbolo de relevancia mundial, que despierta grandes pasiones tanto a favor como en contra. El “Che” perseguía un sueño: unificar Latinoamérica y el resto del mundo subdesarrollado mediante la revolución armada para acabar de una vez por todas con la pobreza, la injusticia y los nacionalismos que la habían desangrado durante siglos.
Recientemente se ha publicado el tercer y último volumen de la trilogía gráfica realizada por el ilustrador y caricaturista mexicano José Hernández (1965): “Che”. Una vida revolucionaria (Sexto Piso), se trata de la adaptación al cómic basada en una de las biografías más aclamadas del guerrillero argentino realizada por el reportero Jon Lee Anderson (1957).
Unen fuerzas Anderson y Hernández para abrir un nuevo punto de vista y realizar una impactante novela gráfica desde una rigurosa e ingente documentación. La trilogía se compone de Los años de Cuba en la que un joven Ernesto Guevara acaba de titularse como médico y, en lugar de ejercer su profesión, decide emprender un viaje por varios países de América del Sur y Centroamérica; El doctor Guevara que cuenta el embarco con destino incierto, a bordo del legendario Granma, hasta su partida rumbo al Congo, para dar cauce a su inextinguible deseo de trastocar para siempre el orden del mundo; y El sacrificio necesario en donde se narran los últimos dos años del revolucionario argentino.
José Hernández es uno de los más celebrados y talentosos autores de cómic y caricatura política en México. En “Che”. Una vida revolucionaria podemos apreciar un estilo definido y diferenciador, a través de un dibujo realista y expresivo, en el que los personajes son retratados con grandeza y gran fidelidad, para acercar de nuevo la figura del “Che” desde un punto de vista más personal.
Hernández se dedica a la caricatura política desde 1994, colaborando en revistas como Mira, El Chahuistle, El Chamuco y Milenio Semanal. Premio Nacional de Periodismo en su país, es un ilustrador de sus propias ideas. Dibujante de vocación que se ve reflejado en un trabajo gráfico contundente y eficaz.
Lleva varias décadas dibujando ¿siempre tuvo claro que se quería dedicar a dibujar? ¿Qué es para usted el dibujo?
Dibujo desde que tengo uso de razón. Un día entendí que yo había venido a este mundo a dibujar y no quise contradecir ese designio. En ese sentido, para mí el dibujo es como hablar otro idioma. Siempre digo que yo soy bilingüe: hablo español y dibujo.
¿Qué requisitos considera necesarios para ser un buen ilustrador?
Creo que el mejor ilustrador es el que logra hacer la mejor lectura visual de las ideas que está ilustrando. En mi caso, he tenido la fortuna de que, en los casi 24 años que llevo practicando este oficio, en más de 90% de los casos, yo he sido el ilustrador de mis propias ideas. Es decir; casi siempre he hecho trampa.
¿Ilustrar un texto, es buscar otra forma de comunicar o de complementar?
Es ambas cosas. Creo que complementando visualmente las ideas –propias o ajenas– se puede lograr una comunicación mucho más eficaz.
Al abrir un libro, un periódico o una revista, ¿qué no soporta ver en una ilustración?
Que vaya en un sentido totalmente distinto a las ideas que debería acompañar. Cosa que suele suceder cuando se usan ilustraciones pre hechas, de bancos de imágenes. Más que no soportarlo, no me dice nada, no me aporta nada, no me mueve nada.
¿Qué papel juega la ilustración en la cultura visual actual?
Ya es lugar común decir que, gracias a la era digital, ahora hay una cultura visual que se ha vuelto más importante que la palabra. La verdad es que lo gráfico y lo visual han estado presentes siempre. Y siempre han jugado un papel muy importante. Otro lugar común es decir que una imagen dice más que mil palabras, lo cual es cierto a medias; depende de la imagen y depende de las palabras.
En el semanario mexicano Proceso publica la sección gráfica monosapiens en ella da cabida a la sátira política utilizando la caricatura. ¿Qué debe tener una historia o una caricatura para que el lector conecte con ella de un primer vistazo?
En el caso del humor político, me parece que es mucho más importante lo político que el humor. Es decir, estoy convencido de que un buen cartón político debe tener una lectura lo más correcta y precisa de la realidad política que se está analizando. Prefiero sacrificar el humor por una crítica precisa que hacer lo contrario. Si además logro hacerlo con humor, ya me puedo ir tranquilo a la cama. En el caso de la sección monosapiens, trabajo a la limón con un gran caricaturista mexicano, Antonio Helguera, lo cual hace las cosas mucho más fáciles.
¿Qué significa para usted el humor?
Es el momento afortunado –y casi mágico– en el que encuentras un puente que une dos mundos totalmente distintos y hasta opuestos.
¿El humor se puede diseñar?
Se pueden ejercitar los distintos mecanismos del humor, y eso ayuda mucho, pero el momento justo en el que la idea humorística surge, me sigue pareciendo un misterio absoluto.
¿Cree que con el humor todo vale? ¿Se deben poner líneas rojas a ese humor?
La única condición que idealmente deseo en el humor es la inteligencia.
¿Ha tenido miedo a equivocarse alguna vez cuando ha publicado un dibujo? ¿Se arrepiente de alguna ilustración que se ha publicado?
Arrepentido no, pero me he sentido muy insatisfecho con varias cosas que he publicado. Haciendo caricatura política diariamente, es muy común que, justo cuando el trabajo se ha enviado o cuando al día siguiente lo ves publicado, te des cuenta de que debiste haberlo resuelto de otra manera. Pero afortunadamente, hasta ahora, siempre ha habido oportunidad de reivindicarse con uno mismo –y con los lectores–.
Háblenos de uno de sus últimos proyectos. En España se acaba de publicar el tercer y último tomo de la novela gráfica Che Una vida revolucionaria, basada en la biografía que escribió Jon Lee Anderson sobre el Che Guevara. ¿Cómo surgió la idea de unirse para realizar esta adaptación? ¿Qué razones le llevaron a interesarse en la figura del Che?
La idea original fue de Eduardo Rabasa, editor de Sexto Piso en México. Él fue quien nos la propuso a Jon Lee Anderson y a mí. A mí, más que encantarme, me aterrorizó y, por lo tanto acepté. No me imaginaba cómo podía ser una adaptación a novela gráfica del libro de Anderson y por eso decidí hacerlo; para, al final, poder ver el resultado. El Che es una figura apasionante, independientemente de su ideología. Un personaje fuera de serie, un Quijote cruento, un símbolo que no deja indiferente a nadie. Y tratar de contar su historia desde dentro, sin la perspectiva histórica, sino desde un punto de vista personal, era un reto que no podía rechazar.
Cuéntenos el proceso de elaboración del trabajo, desde la aparición de esa primera idea pasando por la forma y la estructura hasta llegar a la finalización.
Como dije, la idea me aterrorizó, y para tratar de enfrentarla con menos pánico, contrapropuse no hacer un libro sino tres. Lo cual me aterrorizó aún más, pero el terror se pudo distribuir a lo largo de más tiempo y de más páginas. Desde el principio tuve muy claro que no quería hacer únicamente una biografía ilustrada, sino realmente contar una historia de vida lo más íntimamente posible. Así se lo hice saber a Jon y él estuvo de acuerdo. Paco Roca, un gran historietista español a quien admiro, dijo una vez que él no sabe hacer novelas gráficas y que por eso las hace; para averiguar cómo hacerlas. Así trabajé yo cada uno de los tomos de la trilogía del Che, los empecé sin saber bien a bien cómo iba a terminarlos. A pesar de contar con un texto original sobre el cual basarme, había momentos, escenas y situaciones que iban pidiendo ser contados más que otros. Y el criterio para seleccionarlos no era histórico ni periodístico, sino totalmente dramático. Hay en los libros momentos que históricamente no son relevantes, pero dramáticamente era indispensable que estuvieran ahí. Así, poco a poco, se fue construyendo.
¿Cómo ha sido trabajar junto a Lee Anderson?
Afortunadamente, Jon me dio toda la libertad para tomar su libro y traducirlo en estas historias gráficas. Claro que bajo su continua supervisión. Yo iba trabajando y cada determinado tiempo le enviaba un paquete de páginas terminadas –yo en México y él en Inglaterra, o donde su labor periodística lo llevara– y él me hacía correcciones, sugerencias y observaciones, todas muy pertinentes y muy precisas. En los momentos en que no coincidíamos en la forma de abordar algún punto de la historia, yo trataba de convencerlo de mi visión. Afortunadamente nunca logré hacerlo.
La novela gráfica busca rescatar partes más desconocidas del líder revolucionario, como su relación con su madre y con su primera esposa. ¿Por qué?
Precisamente por esta idea de contar, no la Historia, con h mayúscula, de uno de los grandes personajes del Siglo XX, sino la historia de un joven argentino que está buscando algo que dé sentido a su vida y que parece encontrarlo fuera de su país y lo lleva a una serie de viajes y aventuras que lo irán moldeando como el personaje complejo y tridimensional que fue y no como una imagen bidimensional y en alto contraste estampada en un afiche o en una playera.
Más allá de sus ideas comunistas, le reconocían virtudes de guerrero, virtudes de hombre que estaba dispuesto a luchar por sus ideales y a morir por ellos. ¿En la época en que vivimos se ha perdido ese vivir por un ideal?
La historia siempre es cíclica. El último ciclo revolucionario se dio en los años 60. Desde hace tres décadas, estamos empantanados en un ciclo contrarrevolucionario que lleva bastante tiempo aparentando estar agotado, pero que no acaba de morir. En este ciclo, individualista, egoísta, antisolidario, que apareciera un personaje con las características del Che sería obsoleto. Pero creo que es precisamente por estas razones, que un personaje así, en las circunstancias actuales, es más que necesario.
¿La novela gráfica es una oportunidad de hacer accesible la historia del Che a las nuevas generaciones? ¿Cree que este ícono sigue presente, para ellas?
El personaje del Che va y viene. Muere y resucita. Han intentado matarlo varias veces y ha logrado sobrevivir a todas esas muertes. Lo mataron justo cuando llegó a Cuba con Fidel y sobrevivió. Lo mataron cuando dejó Cuba y estuvo desaparecido un tiempo y sobrevivió y apareció en Bolivia. Lo mataron –literalmente– en Bolivia y quisieron desaparecer su cuerpo para impedir crear un mártir y sobrevivió y se convirtió en un símbolo mundial. Lo mataron e intentaron vaciar de contenido y convertirlo en una imagen pop y sobrevivió. De unos años a la fecha, ciertos sectores de la derecha más reaccionaria, que no soportan ver a un personaje claramente identificado con la izquierda al que no pueden acusar de dictador, de tirano, o de haberse eternizado en el poder, como Stalin o el mismo Fidel, han tratado de matar su leyenda acusándolo de sanguinario, terrorista, homófobo, misógino, racista y demás epítetos de moda. Estoy seguro de que va a sobrevivir.
¿Las viñetas pueden competir con el entretenimiento digital al que ahora tienen acceso los jóvenes?
Yo creo que sí. Lo importante no es la forma, sino el contenido. En el siglo XIX se trabajaba con un buril o sobre una piedra litográfica, en el siglo XX se hacía con grafito o tinta china sobre papel fabriano. Ahora, en el siglo XXI, se hace sobre una tableta digital. Pero lo fundamental, que es algo inteligente que comunicar o una buena historia que contar, se mantiene.
¿Es más acertado hablar de cómic o novela gráfica? ¿Por qué?
Me parece que es lo mismo. Si acaso novela gráfica suena más elegante y puede servir para convencer a las editoriales grandes para que se animen a editar una, pero realmente, no deja de ser un cómic. Un tebeo.
¿Qué le diría al lector para que abra Che. Una vida revolucionaria por la primera página y lo lea? ¿Qué busca transmitirle?
Le diría: “Te voy a contar una historia y aunque no lo creas, fue una historia real”.
Para terminar, ¿qué opina de toda la revolución que ha sufrido el periodismo en papel? ¿Desaparecerán por completo las revistas y los diarios? ¿Y el libro, tal como lo conocemos actualmente desaparecerá?
En la famosa novela de Isaac Asimov, “Fundación”, que transcurre dentro de 30 mil años, un personaje es descrito leyendo un periódico impreso. Dudo un poco que la vida de los diarios impresos vaya a ser tan larga. Como los conocemos actualmente, revistas, diarios, libros, todos desaparecerán. Primero serán los diarios. Ya está sucediendo. Luego serán las revistas. Ya está sucediendo también. Creo que los últimos serán los libros. Y no es que vayan a desaparecer realmente, sólo se mudarán de casa. Tendremos que prepararnos para la mudanza.