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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Un coche Moskvitch y fútbol

Un coche Moskvitch y fútbol
Pablo Delgado el

Si en la anterior entrada hablé de fútbol y el diseño de una publicación para un equipo, ahora hablaré aquí de un coche llamado Moskvitch, algo de su diseño y de fútbol (lo siento, soy un “futbolero” por todos los costados).

Este coche, seguro es reconocido por todos, como si vieras un ladrillo con cuatro ruedas, nunca fueron ideados para ser iconos de moda, pero con ese diseño parecía robusto, fiable y además ofrecido a precios razonables para la época en la que se empezó a construir. Producido en la Unión Soviética estaba diseñado para disponer de características aerodinámicas, espacioso, seguro y confortable. El diseño de la carrocería se basaba en la de un Simca mientras que la suspensión y el posicionamiento longitudinal del motor eran inspirados en los autos Audi 80/100. Pero, ¿qué tiene que ver esto con el fútbol?, pues nada, pero si le añadimos que este coche va en dirección al frente de Grozni en plena guerra de Chechenia y dentro se encuentra uno de los más reconocidos reporteros que trabaja en nuestro país, y si además es un forofo del fútbol, pues ya todo empieza a tener relación y tenemos un relato de Ramón Lobo  “El autoestopista de Grozni (y otras historias de fútbol y guerra) editado por Libros del KO. Un relato esplendido en el que a través de la brillante y clara escritura del autor, nos adentra en las guerras de la que fue testigo, desde Grozni a Sarajevo, y desde Sierra Leona a Irak, todo en primera persona que hace que te traslades a esos lugares y sobre todo captes la esencia de una situación complicada y lo que implica un deporte como el fútbol, odiado por muchos pero amado por muchos más. Un deporte que acerca culturas y personas, que puede llegar a generar simpatías por ser de un determinado equipo y que por ello te pueda llegar no a llegar salvar la vida sino a crear un vínculo de amistad que puede desembocar en algo en situaciones de conflicto, aunque también pude generar conflictos, no armados pero sí sociales.

La vida de reportero es un trabajo durísimo, que debería estar mucho más valorado no solo en la profesión sino en la sociedad. Reporteros, aquellos periodistas que van en dirección contraria a la que corre la gente para buscar un lugar seguro cuando caen las bombas o repican los disparos, ellos corren en contra de todo y a favor de la noticia, para contar la verdad de aquello que está ocurriendo. En este relato Ramón Lobo cuenta por ejemplo, que durante la guerra de la ex Yugoslavia, sirvió como correo para mantener en contacto al futbolista Meho Kodro con su familia. O cómo el fútbol puede ser un mecanismo de integración para niños que tuvieron que rehacer su vida tras el conflicto o para devolverlos a su infancia porque se habían convertidos en señores de la guerra. O simplemente sirve para iniciar una conversación dentro de un Moskvitch de tres puertas, ya que una de ellas está rota por lo que el peligro que eso conlleva cuando vas camino de un frente de guerra en Chechenia y se inicia esa conversación sobre el F.C. Barcelona.

“El fútbol inicia conversaciones y las concluye, crea amistades súbitas y las rompe, agiliza trámites y los empantana. El fútbol acerca culturas, borra fronteras y difumina clases sociales; permite penetrar en el alma de las personas sobre las que el reportero va a escribir. Saber de fútbol no es de derechas o de izquierdas, embrutecedor o inteligente, es solo un conocimiento útil, una herramienta de trabajo.”

En definitiva, es un relato maravilloso y duro, para todos los amantes del fútbol de verdad que entendemos este deporte como algo que va más allá del enfrentamiento entre dos equipos de once jugadores que corren detrás de un balón para conseguir meterlo con los pies entre los tres palos del otro equipo, y también para aquellos que admiramos el trabajo del reportero en guerra, que se juega la vida solo para contarnos lo que está ocurriendo en un lugar de conflicto y que sin sus ojos y sus palabras no habría más que un silencio informativo, siendo los principales perjudicados aquellas gentes que sufren sin razón la guerra.

“El autoestopista de Grozni (y otras historias de fútbol y guerra) //  Libros del KO // Ramón Lobo // 6 euros

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