Es bien sabido que el libro tiene una doble naturaleza, la de producto o bien como cualquier otro objeto que se produce, intercambia o vende, pero es además un soporte de contenido y creación intelectual. La doble naturaleza económica y cultural es lo que le hace tan peculiar.
Su forma y contenido varia, está en constante movimiento, puede ser alto, bajo, pequeño, gordo, fino. Múltiples formas que llegan a las manos del lector y que condicionan, por lo tanto, su lectura. Además debe ir acompañado (en su contenido) con el texto, obviamente es primordial, este representa un efecto potencial que se realiza, de hecho, en el proceso de la lectura. Es decir, que la perspectiva de la recepción no puede excluir la de la forma, con lo que metodológicamente queda sentado un principio de razonable eclecticismo.
El texto lleva a la lectura, ese proceso de aprehensión de determinadas clases de información contenidas en un soporte concreto que son transmitidas por medio de ciertos códigos, como es el lenguaje. Es decir, un proceso mediante el cual se traducen determinados símbolos para su entendimiento.
Para que ese proceso de lectura sea amable, conciso, que no canse y que sobre todo sea legible, la tipografía es factor determinante. La elección de un buen tipo para la composición de la página así como la selección de un formato correcto y de un buen papel, es esencial para dar forma al libro correcto.
En el proceso de creación del libro después de que el escritor haya realizado su obra entran en juego los editores, diseñadores y los impresores. Los diseñadores juegan el papel importante de la elección de esa tipografía y composición de la caja que texto que acompañaran en el libro a esa experiencia lectora.
Decía Max Bill que «la tipografía es el diseño de imágenes de texto», es la que ayuda al lenguaje a comunicar e intercambiar conocimientos mediante el diseño de esos signos que conocemos como lenguaje. A lo largo del siglo XX se creó un debate -que pienso que sigue en la actualidad- sobre cuál es la tipografía adecuada y cómo debe ser puesta en página para una correcta disposición.
El diseñador Enric Jardí, nos acerca al debate entre las dos grandes corrientes históricas sobre la composición de la página que han influido en nuestra forma de entender su diseño hoy. Mediante el libro Por qué las páginas son así (Gustavo Gili) que nace a partir de un antiguo opúsculo autoeditado por el filólogo, folclorista e historiador de la tipografía Josep Maria Pujol, no tiene solo el objetivo de ayudarnos a entender mejor cómo hemos llegado hasta aquí, sino también a reflexionar sobre cómo deberíamos caminar hacia un futuro en el que las modas no prevalezcan sobre lo funcional.
Es toda una joya del diseño poder tener reunidos unos textos en los que los pensamientos, reflexiones, críticas y puestas en común de históricos del diseño como William Morris, Jan Tschichold, Satnley Morrison, Eric Gill, Beatrice Warde, Max Bill, Paul Renner, Herbert Bayer y Josef Müller-Brockmann, acompañados con las palabras introductorias del diseñador barcelonés, nos ayuden a entender mejor este oficio del diseño centrado en la tipografía y su relación con el formato.
Una ocasión excepcional para conocer qué pensaban, de un modo general, algunos de los precursores del diseño histórico, sobre cómo debería estar compuesta la página de un libro o un cartel publicitario tomando como eje principal la tipografía, su legibilidad o funcionamiento como llamada o imagen.
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