El haiku es un tipo de poesía japonesa, un poema breve de diecisiete sílabas, escrito en tres versos de cinco, siete y cinco sílabas respectivamente. Nació como una estrofa insubordinada. Originariamente, lo conformaban los versos iniciales de las tankas, composiciones de cinco versos que se organizaron en torno a dos conceptos o imágenes durante el periodo Heian —del siglo VIII al XIII—, o del hakai no renga, un poema encadenado que expresaba imágenes sencillas, cotidianas y habitualmente humorísticas. Ya entonces presentaba los rasgos que posibilitaron su emancipación: los versos del hokku conformaban una imagen o concepto unitario que daba el tono del hakai no renga y los poetas probaban su capacidad compositiva creándolos.
Así concibieron Matsuo Bashō y sus discípulos los haikus de los siglos XVII y XVIII que leemos actualmente donde se recogen emancipados de los poemas de los que formaron parte, a cambio de quedar supeditados a la estructura del libro que los aloja. De esto nos habla Eva Ariza Trinidad en el prólogo de Memoría y haiku (Nórdica Libros), una rareza poética cargada de sutileza y belleza en la que las estrofas insubordinadas están acompañadas por las siempre representativas y también poéticas imágenes de Pep Carrió, diseñador y poeta visual en toda su esencia que presta su interpretación a la representación de las ideas y en este caso de la memoria.
Cuenta Ariza que Memoria y haiku está compuesto con el propósito de respetar la naturaleza de esos poemas y de preservar el sentido de la composición requerido por cualquier libro mediante el diálogo establecido entre los haikus y dichas imágenes de Carrió, una serie de ilustraciones con la forma simplificada de la cabeza, convertida en un microcosmos por las imágenes que aloja y la rodean.
Proporcionan así una experiencia de lectura novedosa y cargada de cierto lirismo, en la que a través de los haikus seleccionados de épocas distintas, constituyen una muestra alterada de la evolución de estas composiciones: con poemas de Matsuo Bashō (1644-1694), Issa Kobayashi (1762-1826), Natsume Sōseki (1867-1916), Taneda Santôka (1882-1940) y Kakio Tomizawa (1902-1962), entre otros autores, los haikus de este libro entablan un diálogo entre los temas de las composiciones, desde las clásicas escenas naturales sobre el cambio de estación o aquellas con que se expresa un gesto, un movimiento, un estado transitorio del paisaje o del observador, hasta temas más conceptuales, como el sueño, la metaescritura y la percepción de la vida desde el ocaso; un tono que predomina en la antología, aunque no está exento del descanso sensorial, contemplativo y no metafísico que proporcionan los haikus paisajísticos, afirma Ariza.
La relatividad del tiempo y quizá de la vida, incertidumbre que da paso a tres haikus sobre la muerte. El impulso del viento estival a través de la imagen de unos escritos volando, instante que dialoga con el vuelo de una mariposa, preludio de una nueva estación. La casa como lugar de recogimiento y linde con el exterior además de encuentro con el paisaje. Todo un recorrido visual y poético que cada página se va contagiando de la siguiente para conseguir una especie de relato inventado que busca el interior del lector con los estímulos de su exterior.
Conceptos enigmáticos, imágenes abstractas que se han realizado sobre papel de cuaderno con tintas, grafito, lápices de colores, en su concepto de libre interpretación; rasgos que generan un significado varíe notablemente de un lector a otro. Imágenes en las que todas tienen en común la forma simplificada de la cabeza y a su vez el marco físico de cada una de las páginas. Unas veces hace de fondo, otras, se transforma en figura trazada o en lugar, y el conjunto de variaciones muestra que la cabeza es un microcosmos, reflejo y prolongación del mundo exterior.
En definitiva, un libro que invita a gozar de la palabra y de la imagen, de la relación entre ellas, de su significado conjunto e individual. Un libro que busca expresar la reflexión pausada y mediata del interior de la persona y su relación con la naturaleza a través de palabras e imágenes que se impulsan a modo de reverberación intelectual, para llegar a convertirse en un silencio determinante en la memoria y en la mente del lector.
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