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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

Filosofía y diseño

¿Es el diseño una disciplina merecedora de atención filosófica? El publicitario Luis Montero lo argumenta en su libro «El diseño de nosotros mismos»

Filosofía y diseño
Pablo Delgado el

Cuando estudiamos filosofía, no hablan de los sofistas, aquellos «sabios» de la Antigua Grecia (siglo V antes de nuestra era) entre los que se encontraban como representantes más destacados Protágoras, Gorgias o Pródico. Su pensamiento y enseñanza, oscilaban entre el materialismo y el idealismo, pero en general su filosofía se distinguía por su subjetivismo y la negación de una verdad objetiva, por lo que algunos llegaron a considerarlos una especie de charlatanes que ofrecían su verdad al pueblo a través de una retórica y dialéctica dirigidas, hasta que aparecieron Sócrates y después Platón replanteando la forma de pensar y transmisión del conocimiento.

Platón criticaba a los sofistas por su formalismo y sus trampas dialécticas, pretendiendo enseñar la virtud y a ser hombre, cuando nadie desde un saber puramente sectorial, como el del discurso retórico, puede arrogarse tal derecho. ¿Y esto que tiene que ver con el diseño? Pues más de lo que parece, porque el diseño además de ser creatividad, es pensamiento, es reflexión, es la búsqueda de una verdad definitiva para resolver un problema determinado. Y el publicitario Luis Montero (1965), desde su experiencia en los estudios filosóficos, pone en común y une estos dos tapices de conocimiento: filosofía y diseño, con su obra El diseño de nosotros mismos (Experimenta Libros).

En ella logra tejer y unir filosofía y diseño en una perspectiva elocuente, pragmática y muy didáctica, ofreciendo una perspectiva original e importante de lo que el diseño ha sido, es y podrá ser. «El diseño es, para los filósofos, el apéndice de la tecnología (…) Es una disciplina contingente, o eminentemente contingente: hija de un tiempo determinado, de su tiempo (…) El diseño no parece tener absolutos, universales o grandes abstracciones, materiales sobre los que suelen trabajar los filósofos. Sin embargo, dado que el diseño es, entre otras cosas, el modo en el que el objeto aparece hoy en el mundo, es muy difícil, por no decir imposible, negar que hay algo óptico en el diseño», escribe Montero.

Todo lo que vemos delante de nosotros ha sido diseñado, nos guste o no, esté bien o mal hecho, o cumpla su función o no. Todo lo material está diseñado por el hombre. En esa definición de cómo aparece el objeto en el mundo, «el humano-diseñador es el profesional cuya tarea consiste en definir la aparición de todo lo que hay (…) El diseño media, condiciona o define el ser de la cosa».

«¿Qué es el diseño? ¿Cómo aparece aquello diseñado? ¿Cómo conocemos eso diseñado? Una es una pregunta por una disciplina enmarcada en un momento  histórico (el de la producción industrial: la infinita reproducción de lo mismo). La segunda es una pregunta por el objeto y su aparecer conformando ese mundo determinado. La tercera es el modo del conocimiento implícito en el objeto que, al tiempo, determina el mundo».

Montero establece una búsqueda constructiva y reflexiva sobre el modelo de diseño y su significado, tanto a nivel como disciplina profesional como en esa investigación e indagación de cómo ha evolucionado desde su término descriptivo hasta llegar a influir sobre la apariencia del mundo que tanto afecta a determinadas sociedades. Acudiendo a Kant, Spinoza, Whitehead, Hume, Schopenhauer, o la Teoría estética de Adorno, entre otros, acerca la filosofía y el significado del diseño, desarrollando cinco puntos esenciales para su entendimiento: La mencionada filosofía y diseño; Ontología y la aparición del objeto; ética y política con la aparición del objeto; Estética y la presencia del objeto; para concluir con el objeto de diseño sobre nosotros.

Las capacidades que tiene el diseño «van mucho más allá de la modificación del fenómeno y su percepción», el diseño es esa disciplina de presentar el objeto o una idea al mundo y, «se diseña cómo va a ser comprendido el fenómeno». «El proceso diseñado es fundamentalmente un conjunto de relaciones entre distintos objetos coreografiados para alcanzar un fin, y esa coreografía es la función del diseño. El diseño no solo define objetos, el diseño también es gramática, no un diccionario. Pensamos las relaciones entre los objetos y no sólo los objetos -el diseño designa el objeto, sí, pero también sus relaciones con otros objetos- o al menos con un número determinado de objetos, que bien puede ser uno: su usuario».

En definitiva, el cerebro humano está capacitado para interpretar el mundo. Basta con que reciba la mínima pista y se lance, aportando explicaciones, racionalizaciones y entendimiento, por lo que el diseño (si está bien hecho) será fácil de interpretar y comprender, pero ¿qué pasa si ese diseño no es bueno?, pues que provocaría frustración y dificultad para su interpretación.

La obra de Montero es un libro humanista sobre diseño y para el diseño, que ayuda al lector a encontrar un significado propio y una relación del diseño con el entorno, totalmente original y distinta, aportando nuevas vías de pensamiento creativo y relaciones con el objeto o esa idea a la que se le da forma, para afrontar así el objetivo final del diseño: su funcionalidad y estética.

El diseño de nosotros mismos // Luis Montero // Experimenta Libros // 2020 // 20 euros.

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