Ernest Hemingway (Oak Park, Illinois, 1899 – Ketchum, Idaho 1961), es uno de los mejores novelistas y cuentistas estadounidenses de todos los tiempos. Odiado por unos y aclamado por otros. Un dÃa, el Premio Nobel recibió una carta en 1950 de Lillian Ross (1918-2017), escritora y periodista que trabajó en la revista The New Yorker durante siete décadas. Le escribió para que saliera de la Finca VigÃa, a nueve millas de La Habana. Una granja en la que pasaba la mayor parte del tiempo con su esposa, un equipo doméstico de nueve personas, cincuenta y dos gatos, dieciséis perros, un par de cientos de palomas y tres vacas.
Cuando Hemingway iba a Nueva York, era sólo porque tenÃa que pasar por allà de camino a otro lugar. Lillian le escribió preguntándole si podÃa verle cuando llegara a la ciudad, y le envió una carta mecanografiada en la que decÃa que no habÃa problema. «No quiero ver a nadie que no me guste, ni tener publicidad, ni estar atado todo el tiempo», decÃa Hemingway. «Quiero ir al zoo del Bronx, al Museo Metropolitano, al Museo de Arte Moderno, Ãdem de Historia Natural, y ver una pelea. Quiero ver al buen Breughel en el Met, (…). Voy a intentar llegar a la ciudad y salir sin tener que soltar la lengua. Quiero pasar de los garitos. Es sólo para tener tiempo de ver a tus amigos». En lápiz, añadió: «Tiempo es lo que menos tenemos».
Una de las filosofÃas que tenÃa el escritor era la de aprovechar su tiempo al máximo. Por ello, estoy de acuerdo en que hay que aprovecharlo al máximo, y si le añadimos tiempo para leer, es ya para sacar nota.
En cuanto a la lectura es importante seleccionar bien aquello que le vamos a dedicar tiempo, y Hemingway es esencial dedicárselo. No solo leyendo sus magnÃficas obras, si no también acudiendo a aquellas que ademas ayudan a entender su forma de pensar, y sobre todo, su escritura. Con A propósito de la escritura (Elba), podemos deleitarnos, y disfrutar de esos fragmentos escritos por Hemingway en diversas obras suyas a los que hace referencia sobre el modo de escribir y qué significa escribir. Buena parte de los pasajes fueron seleccionados por el también periodista y escritor Larry Phillips. Para este volumen, los fragmentos, proceden de sus cartas, en las que Hemingway se permite un tipo de escritura espontánea y rápida, incluso algo descuidada.
«Todos los buenos libros se parecen en que son más reales que si hubieran sucedido de verdad y que cuando acabas de leer uno sientes que todo eso te ha pasado a tà y a partir de entonces te pertenece; lo bueno y lo malo, el éxtasis, el remordimiento, la tristeza, las personas y los sitios y el tiempo que hacÃa».
By-Line:Â Ernest Hemingway
A menudo Hemingway hablaba de la escritura, pero no le gustaba mucho exponerse en público sobre ello. Y escribió sobre el tema tan extensa e incisivamente como cualquier otro escritor. Este libro contiene esas reflexiones del autor acerca de la naturaleza del escritor y de los elementos que conforman su vida, incluidos consejos precisos y útiles referentes al oficio de escribir, hábitos de trabajo y disciplina. En ellas, la personalidad de Hemingway se hace patente en forma de sabidurÃa general, ingenio, humor y entendimiento, asà como en su insistencia respecto a la importancia de defender la integridad del escritor y su oficio.
Hemingway perfeccionó el método de escritura, eligiendo las palabras exactas para contar la historia de la forma más concisa posible y colocar las partes que la componen de manera que revelen mucho más de lo que podrÃamos descubrir en cada una de ellas, componiendo poesÃa escrita en prosa, con la frase verdadera, describiendo exactamente como sucedieron las cosas, escribiendo sobre lo que uno conoce: construir historias -ésa es la tarea del escritor-, pero partiendo de lo que uno sabe, no de algo inventado, haciendo que el lector experimente sensaciones que superan su experiencia directa y se produzca el efecto de permanencia.
«Verás, en todas mis historias estoy intentando transmitir la sensación de la vida misma, no solo de representarla o criticarla, sino de hacer que realmente cobre vida. De modo que, cuando lees algo escrito por mÃ, lo experimentas realmente. no puedes hacerlo sin poner lo malo y lo feo, además de lo bonito. Porque si es todo bonito, no te lo crees. Las cosas no son asÃ. Sólo es posible escribir como yo quiero escribir si muestras ambos lados -tres dimensiones, a poder ser cuatro-.
Al doctor C.E. Hemingway, 1925. Selected Letters
Maestro de un estilo nuevo, mordaz y con ritmo. Fue quien superó ese método de comenzar en mitad de algo que ya transcurre, en el que se explica poco de lo que ha sucedido antes de la acción y cuyo final no es propiamente un desenlace; en la concisión de las oraciones y la exclusión de todo aquello que no era estrictamente necesario. Su obra influyó en una generación de escritores más jóvenes. La concisión, el trabajo incansable, escribir sobre lo que uno conoce, la alerta sobre la inventiva gratuita, quizás también sobre usar la literatura como agenda para lograr la notoriedad y el éxito; todos habrán de servirle al escritor futuro.
Fue un buscador constante, incansable y a menudo exitoso de la esencia de la realidad. TenÃa sus debilidades y pretensiones. Siguió caminos equivocados. Pero sus errores fueron los de la fuerza y el exceso de confianza. Dio al siglo una forma de hacer arte literario que se ocupaba de la notable violencia de nuestro tiempo. Escuchó y observó e inventó el lenguaje -utilizando el poder, el terror de los silencios- con el que podÃamos nombrarnos a nosotros mismos. Aplicó su arte y su oficio a temas básicos. Aprendió de otros escritores, pero sobre todo aprendió gracias a una apasionada preocupación por la vida y el lenguaje. Fue su enorme energÃa, su infinita paciencia, tal vez, lo que le llevó del grupo de los meramente talentosos a las filas del genio. Buscaba la verdad y buscaba formas perfectas de expresarla. ¿Quién puede tener éxito en semejante búsqueda? Ernest Hemingway fue uno de los que lo intentaron, con poca consideración evidente por las aclamaciones y otras recompensas baratas de la vida del artista.
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