En 2020, se han cumplido 60 años de vida de una de las editoriales españolas con más renombre y que ha aportado -y lo sigue haciendo- textos tanto nacionales como internacionales de calidad. El sello editorial Lumen, fundado en 1960 en Barcelona por la carismática Esther Tusquets (1936-2012), actualmente forma parte del titánico grupo Penguin Random House. Pero antes de llegar hasta aquí, tuvo que vivir como una editorial independiente, sin un gran grupo detrás, solo con el empuje de una familia.
Lumen tuvo un comienzo de carácter religioso hasta que se hizo cargo Esther y su hermano Óscar (arquitecto y diseñador) junto a su padre Magín Tusquets. Fue la primera editorial de muchos autores ahora consolidados como Juan Marsé, Lessing, Ginzburg o Morante. Además, Esther impulsó lo que ahora se llama con tanto ahínco el álbum ilustrado o fotográfico, creando colecciones como Palabra e imagen, en los que participaron autores de la talla de Camilo José Cela y Miguel Delibes y fotógrafos como Joan Colom o Ramón Masats; y Palabra en el Tiempo, una colección dirigida por Antoni Vilanova que publicó más de 300 títulos con autores como Louis-Ferdinand Céline, James Joyce, Virginia Woolf, Bassani o Beckett. En 1974 creó la colección de poesía (que sigue hasta hoy), una de las más exigentes y duraderas del panorama hispánico con poetas como Pablo Neruda, Rafael Alberti, su gran amigo y mentor Carlos Barral, Jaime Gil de Biedma o Alejandra Pizarnik. Fue también quién introdujo en España a esa niña argentina de nombre Mafalda y del resto de la obra de su autor Quino, así como ese gran best seller que se sigue vendiendo hoy escrito por Umberto Eco«El nombre de la rosa».
Una vida editora apasionante, que con motivo del aniversario de Lumen, la editorial ha recuperado una de las mejores memorias sobre un editor que se pueden escribir con «Confesiones con de una editora poco mentirosa».Un texto autobiográfico de lo más completo, que va directo al grano y que relata algunas de esas experiencias que todo editor en potencia le gustaría conocer, desde cómo funciona una editorial desde cero, hasta la relación con sus autores y promoción. Junto a las reflexiones que realizó Esther, lo convierten en un best seller imprescindible para todo amante de los libros y de la industria cultural de la que está hecha este país.
«Un país donde produce un extraño fenómeno, que debió de tener su origen hace un montón de años: la oferta no se ajusta en absoluto a la demanda, y se editan muchísimos mas títulos de los que va a ser posible vender, lo cual abona mis sospechas de que, si bien la edición es, qué duda cabe, otro negocio mas dentro del sistema económico general, no deja de ser, incluso para los ejecutivos mas eficaces y menos propensos a veleidades románticas o de cualquier otro tipo, un negocio algo especial, y de que, contrariamente a lo que en ocasiones han asegurado, fabricar libros no es para nadie, o para casi nadie, lo mismo que fabricar otro producto cualquiera». Reflexiona Tusquets.
«Existe un momento sublime en la vida del editor, que se produce, como los grandes amores, pocas veces, y que no guarda relación alguna con el aspecto comercial, porque ningún editor genuino, ningún editor de raza, piensa entonces en los ejemplares que va vender, y es aquel momento en que abres, acaso al azar, el original de un perfecto desconocido y te encuentras ante una obra importante: son estos raros momentos de éxtasis, de enamoramiento, los que compensan las dificultades y disgustos de una profesión dura y difícil, y los que me han hecho reconocer que he sentido en definitiva vocación por un trabajo que, si bien no elegí, he desempeñado con placer y a trechos con entusiasmo».
Una editora que apostaba principalmente por valores que ha podido descubrir o incluso que ha podido ayudar en ocasiones a crearlos, que por aquellos reconocidos y asentados en el mundo de las letras. Entre los que están desde Virginia Woolf, Elena Ferrante, Le Clézio o Ana María Matute hasta Lara Moreno, Marta Orriols, Luna Miguel o Karina Sainz Borgo.
«He tenido que explicarlo muchas veces, que no consistía en tener una imprenta, ni un taller de encuadernación, ni una fabrica de papel, ni siquiera de medios propios de distribución o de unos grandes despachos: una editorial consistía, ante todo y en primer lugar, en una mera carpeta llena de contactos de derechos de autor -ser editor consistía en elegirlos y conseguirlos y apostar por esos libros-, y, en segundo lugar, en congregar a un grupo de colaboradores capaces de proponer títulos y colecciones, de aportar contactos, de sugerir ideas».
Es el espíritu de Lumen con Esther Tusquets y cómo a lo largo de su carrera como editora tuvo que hacer frente también a adversidades cotidianas como el saber decir no a tiempo. Cómo un pequeño editor, tenía varias tareas siniestras según como las calificaba la editora: la primera era la de «atenuar miserablemente los textos», la segunda «era y son las traducciones», para terminar con una tercera pesadilla que «son los autores que, contra tus deseos, se obstinan en publicar contigo».
«El gran editor dispone de una legión de lectores y de un más o menos anónimo comité de lectura que le mantiene a resguardo. Pero en el caso del pequeño editor la editorial eres tú, el original se pretende que lo leas tú y no hay comité de lectura en que ampararse, porque el comité se reduce a ti y a una o dos personas por todos conocidas. Lo más sencillo es, y lo he intentado alguna vez reconocer: `Puedo equivocarme muchísimo, pero a mí tu libro no me gusta, o no me interesa, lo suficiente para incluirlo en mi catálogo` (…) El hecho de que yo también escriba hace que tenga conciencia del esfuerzo que supone, del trabajo que da generalmente escribir un mal libro -a veces tanto como escribir uno bueno- y esto me ha hecho especialmente sensible y vulnerable a las quejas de los autores en busca de editor (…), sé que lo mejor es una negativa rotunda y sin paliativos desde el momento inicial». Escribe la editora barcelonesa.
«Confesiones de una editora poco mentirosa» es un texto que si no se ha leído hasta la fecha es primordial hacerlo para conocer mejor ese movimiento de editor y editores, junto con los demás agentes que componen el libro y le dan forma desde ese autor como Terenci Moix un «narrador genuino y con talento, pero enormemente pencón y decidió a triunfar a toda costa (…) Era simpático, ocurrente, divertido, buen narrador y numerero. También era a veces irritante e insoportable, como un niño mal criado y egoísta, capaz de las ideas más disparatadas, seguro de que alguien asumiría después la responsabilidad de las consecuencias, porque a él ni se le ocurría asumir la responsabilidad de nada, o de casi nada». Hasta la agente literaria como una Carmen Balcells a la que «he tratado mucho y creo conocerla bien. La admiro, la quiero, la he odiado a ratos. Es contradictoria y desmesurada. Entrañable a menudo, y brutal en ocasiones. Porque posee en grado extremo la máxima característica de los que detentan y aman el poder: la arbitrariedad. Desde luego, es única e irrepetible. No hay ni habrá otro agente literario que pueda comparársele. No creo que haya nadie a quien se haya dedicado más libros que a Carmen Balcells». Además de dar a conocer facetas el trato de sus amigos (unos más que otros) como Carlos Barral, Ana María Matute, Camilo José cela, Miguel Delibes, Umberto Eco, Pablo Neruda, Álvaro Pombo o Ana María Moix, entre otros.
«El editor vocacional, cuya empresa consiste en una carpeta de contratos con autores a los que le liga una relación de recíproca fidelidad y a base de los cuales va formando un catálogo, lo tiene cada vez mas difícil. Ya no hay apenas ‘catálogos’, solo novedades y best sellers (…) El libro se dita, se distribuye, está dos o tres meses en librerías, y, si la venta no se dispara, se suprime del catálogo y se destruyen los ejemplares sobrantes. Unos cuantos autores ganan ahora mucho dinero con sus libros, pero son legión los que tienen la mayor parte de su obra descatalogada».
Un libro de consejos editoriales de una editora que publicó lo que quiso durante 40 años; de definiciones de la vida, de relaciones entre personas que forman esa pléyade cultural del libro. En definitiva, uno de los mejores libros de memorias de editor (sean verdad o un poco mentirosas).
«Confesiones de una editora poco mentirosa» // Esther Tusquets // Lumen // 2020 // 16,90 euros
Libros