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Blogs Fahrenheit 451 por Pablo Delgado

El comisario Maigret sigue

Más de noventa años después del comienzo de la serie escrita por George Simenon, ¿sigue mereciendo la pena leerlas? Sí, y sí.

El comisario Maigret sigue
Pablo Delgado el

Georges Simenon, que tanta gente creía que era francés. De hecho, era belga, nacido en Lieja en 1903 para morir más tarde en la ciudad suiza de Lausana a los 86 años de edad. Vivió dos guerras y en una de ellas escribió, bajo la ocupación nazi, que «tu mayor preocupación es qué vas a comer», hecho significativo ya que los antecedentes de Simenon, le dejaron con el objetivo de desarrollar, como escritor y como hombre, una visión de la vida totalmente libre de ilusiones.

Simenon, no podía ser menos francés. ¿Qué francés hablaría de su aversión a la gastronomía? ¿Qué escritor o político francés estaría de acuerdo en que «todo ideal acaba en una lucha encarnizada contra quienes no lo comparten»? A Simenon le horrorizaba especialmente la pretensión de Charles de Gaulle de que los franceses habían ganado la guerra. La falsedad le ofendía. Simenon creía que los acontecimientos de los años 30 y 40 habían derrotado a los franceses tan completamente como a los alemanes. «He dejado de creer en el mal, sólo en la enfermedad. Nixon se cree el campeón de Estados Unidos, De Gaulle el reconstructor de Francia. Sin embargo, nadie los encierra. Los que inventan la moral, los que la definen y la imponen, acaban creyendo en ella. Todos somos prisioneros sin remedio de lo que elegimos creer».

Este universo caído del compromiso, era lo que le resultaba tan convincente. Coincidía con lo que ya había visto de la vida, de ahí su retrato de un tipo de criminal que es a menudo menos culpable que su víctima. Las novelas de Simenon son descarnadas que llevan una visión fatalista hasta las últimas consecuencias. Escritor prolífico, André Gide, uno de sus muchos admiradores literarios, a la pregunta de cuál de los libros de Simenon debería leer primero un principiante, respondió célebremente: «Todos».

A Simenon le acusaron de misoginia, al menos se cree que es injusta. El miedo de un hombre pequeño a las mujeres es a menudo su tema, y describe ese miedo con su habitual precisión despiadada. En sus libros, las mujeres que retrata no suelen ser manipuladoras ni crueles ni engañosas. Ni mucho menos. Simplemente poseen un poder inadvertido para perturbar a los hombres y volverlos locos. Ejercen este poder más a menudo a su pesar que deliberadamente. Todos sus libros tratan, de un modo u otro, sobre diferentes tipos de poder, y se especializa en describir las vidas de aquellos que se encuentran en lo más bajo de la sociedad, los conserjes y los vendedores, los camareros y los oficinistas, que poseen muy poco.

En Maigret tiene miedo (Acantilado y Anagrama), Simenon acude a un prototipo de familia adinerada pero que realmente de dinero tiene poco. Tras asistir a un congreso de la policía en Burdeos, Maigret decide visitar a un antiguo compañero de estudios en la pequeña ciudad de Fontenay-le-Comte. Durante el trayecto en tren, un pasajero se le acerca y le pregunta si su presencia allí tiene alguna relación con los brutales asesinatos que han sacudido a la población recientemente y una de cuyas víctimas era su cuñado. La estancia, que se auguraba apacible, guarda aún más sorpresas para Maigret: apenas ha llegado a la ciudad cuando se produce un nuevo asesinato, y los principales sospechosos son dos aristócratas de una de las familias de mayor raigambre en el lugar. Para resolver el caso, el comisario deberá familiarizarse con los viejos rencores que dividen a la comunidad y lidiar con un clima de sospecha que sólo él podrá disipar.

Simenon, una y otra vez, describe a alguien que vive tranquilamente su vida, hasta que algún azar -un accidente de tráfico, un infarto, una herencia, un golpe en la cabeza- hace aflorar un elemento fatal que cambia todo el entorno. Es la idea de una tragedia griega realizada en una sola sesión. Una historia que comienza con un crimen basta para que una vida hasta entonces normal se desmorone, sin previo aviso, como si cualquiera de nosotros pudiera encontrarse en cualquier momento con una crisis que resultara difícil de superar.

La emoción de leer una novela, decía Simenon, es «mirar por el ojo de la cerradura para ver si otras personas tienen los mismos sentimientos e instintos que uno». Simenon no sólo se preocupa de excluir la política, la religión, la historia y la filosofía de los diálogos y pensamientos de sus personajes, sino que la inexpresividad de su prosa y su vocabulario desnudo crean una inquietante ausencia de control moral, sin llegar a juzgar a nadie, dejándolo a la interpretación del lector.

Lo que hace Maigret es esperar. Observa. Porque la misión de Maigret no es sólo resolver los crímenes. La captura del culpable es secundaria frente a su deseo de comprender las motivaciones de sus adversarios. Intenta comprender. Maigret tiene su propia teoría: «Dentro de cada malhechor y delincuente vive un ser humano». Lo que él esperaba y vigilaba era la grieta en el muro, el instante en que el ser humano sale de detrás del adversario.

El objetivo de Maigret en esta novela no es reunir pruebas de culpabilidad, ni desentrañar identidades, es la de pasar desapercibido; él no es el protagonista de la investigación, ya que recae en su amigo juez al que por casualidad visita, pero sin quererlo busca esa idea suya de llegar a comprender al hombre. Esto lo consigue a través de la paciencia y la observación mencionada. Un reparador de destinos, capaz de vivir la vida de todo tipo de hombres, de meterse en la mente de todos. Esta es la virtud suprema del escritor belga a atrasé de Maigret, escarbar bajo la superficie del comportamiento de sus personajes, llegar a empatizar.

Maigret tiene miedo, es una novela policíaca, sí, pero más que eso es una investigación sobre cómo nos convertimos en lo que somos, y cómo nos atrincheramos en vidas que quizá no deseamos llevar. Uno no lee las novelas de Maigret con la expectativa de una revelación salvaje o de giros en la trama, sino para habitar el mundo vívidamente realizado de las calles parisinas, los antros, los bares y los hoteles y casas de clase alta y baja. Pero el hilo conductor de todos los libros es la indagación de Maigret en la psicología de sus adversarios, y es esta infalible humanidad lo que hace que merezca la pena leer los libros de Maigret.

Sigue siendo importante, más de 90 años después de su primer caso por algo muy sencillo, engancha y atrapa al lector con sus magníficas tramas. Con el número cinco de la nueva edición compartida por Acantilado y Anagrama, este proyecto da a conocer la obra de Simenon a un público totalmente nuevo, y brindando a los antiguos fans la oportunidad de renovar su conocimiento del mundo de Maigret. ¿Sigue mereciendo la pena leerlas? Sí, y sí.

Maigret tiene miedo // Georges Simenon // Traducción de Núria Petit // Acantilado y Anagrama // 2022 // 14,90 euros

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