Daniel Moreno (Madrid 1980) después de un intento fallido de hacerse con la Editorial Complutense, se lanzó a crear su propio sello editorial, Capitán Swing. Este 2020 cumple ya 10 años de existencia. Toda una década en la que los escenarios sociales, políticos e históricos la han llevado a consolidarse y hacerse un hueco a través, principalmente del ensayo, un género necesario para hacer lectores más comprometidos y críticos con su entorno y con la coyuntura actual que están viviendo.
Capitán Swing, sin descuidar tampoco la narrativa, la poesía e incluso el libro ilustrado, ofrece a todos los lectores elementos de disfrute y reflexión, a la vez que herramientas políticas y culturales con las que pueden así ampliar, y sobre todo, algo que es esencial, profundizar en la realidad que les rodea y el por qué de los conflictos que se producen en la escena política actual.
¿Qué es la edición para usted?
La edición es un oficio que nos permite, a través de los textos que trabajamos, ofrecer a las lectoras y lectores la posibilidad de abrir nuevos debates, profundizar en otros y, a través de ellos, descubrir nuevas voces o recuperar aquellas que a veces han quedado en el olvido. Es una herramienta para intentar explicar o comprender el mundo en que vivimos. También es trabajar cada elemento del libro, desde el momento que decides publicar un determinado texto hasta que se convierte en un objeto palpable (el libro en papel). Todo ese proceso, que es meticuloso y muy complejo, es el día a día de un editor y una de las claves, cuando se hace bien, de la viabilidad de una editorial.
¿Y un editor?
Quien lleva a cabo todas estas tareas. No me gusta la idea del editor o editora elitista que sólo alterna con otros editores o escritores, que sólo frecuenta ciertos círculos… Editar es un oficio que supone muchas horas y requiere mucha dedicación y ser editor es, por encima de todo, trabajar los libros, hacerlos bien y saber comunicar la idea que hay detrás de todo este esfuerzo tanto a las librerías, como a los medios y, por encima de todo, a las lectoras. Ser editor o editora es saber trasladar en cada libro no sólo el concepto concreto de ese texto, sino una identidad que dialoga en todos los libros que editas, que hace que tu editorial se diferencie de las otras. Es fundamental saber generar a través de tu catálogo una identidad personal y diferenciada que las lectoras y lectores sepan reconocer y valorar. Creo que las pequeñas editoriales hemos sabido crear estas identidades y ha sido algo fundamental para nuestra supervivencia frente a las grandes.
¿Cuáles han sido o son sus referentes en la edición?
Al que más admiro y envidio, a partes iguales, es a Luis Magrinya, el director de Alba Clásicos. Es una rara avis. Además de un buen escritor es, para mi, el último gran editor de mesa. Puede reescribir textos y hacer unas correcciones excepcionales. Y su materia prima es la mejor, los clásicos. También siento una gran empatía y admiración por Gonzalo Pontón, el fundador de la editorial Crítica y posteriormente de Pasado y Presente. Creo que es el mejor editor de ensayo de este país. Y por último, Constantino Bértolo, que ha tenido posiblemente uno de los mejores olfatos editoriales para identificar nuevos autores y autoras.
¿Qué es una editorial y qué debe aportar?
Un editorial nace de una idea concreta, una cosmovisión cultural, política y social, que tratamos de trasmitir mediante la selección de nuestros libros y el conocimiento que aportan. Cómo hacer esa trasmisión es lo que define la identidad de cada editorial: en qué temas o género se especializa, las autoras y autores que elige publicar, las traductoras y traductores con los que trabaja, la forma que se trabajan los textos, el diseño interno y externo de los libros, la cercanía con el resto de elementos de la cadena del libro (especialmente con los puntos de venta) y el diálogo con las lectores y lectores. Una editorial debe aportar esa visión personal en todas las fases de la creación de un libro y debe ser perfectamente identificable en cada uno de ellos. Para Capitán Swing, los libros deben ser elementos de placer y disfrute a la vez que herramientas políticas y culturales con los que ampliar y profundizar en nuestra propia realidad y sus conflictos.
¿Qué importancia tiene el editor como gestor cultural y qué tareas debe cumplir en la cultura actual española?
No se si me definiría como gestor cultural. Creo que los editores y editoras somos prescriptores de libros, hacemos apuestas sobre lo que pensamos que puede ser interesante o pertinente en un momento determinado, ya sea por el contexto político, por un momento cultural concreto o simplemente por gusto personal. A veces acertamos, otras no. Es verdad que a través de los libros se genera contenido cultural, no sólo por el texto en si sino por las respuestas que potencialmente puede generar: actos sobre el libro, textos que lo comentan, inspiración para futuros textos…En ese sentido, aportamos algo nuevo en cada libro que editamos, pero la importancia de ese algo no creo que debamos definirla nosotros mismos. Serán los lectores quienes lo decidan. Nuestra tarea es, por tanto, seguir aportando nuevos libros y reclamar a las instituciones que nos apoyen y nos ayuden, no sólo a nosotros, sino a todos los elementos que forma parte de la cadena del libro y que hacen posible que sigamos existiendo.
«Ser editor es, por encima de todo, trabajar los libros, hacerlos bien y saber comunicar la idea que hay detrás de todo este esfuerzo»
¿Cuál puede ser ese momento sublime en la vida del editor?
Desde el punto de vista puramente de editor, del texto, publicar a alguien que admiras y que deseas poder incluir en tu catálogo. Eso es siempre una gran alegría. Desde el punto de vista de la supervivencia y la viabilidad, el momento sublime es cuando tienes suficientes libros de fondo que se siguen vendiendo año tras año, porque esto es lo que te permite tener estabilidad económica, adquirir nuevos títulos a los que al principio no tenías acceso y construir el catálogo que deseas.
¿Qué fronteras nunca debe traspasar un editor?
Creo que lo más importante es no guiarte sólo porque pienses que algo es rentable. Es necesario que los libros se vendan para que el proyecto editorial salga adelante, por supuesto, pero nunca hay seguridad cien por cien en eso, esa incertidumbre es parte de este oficio. Si empiezas a guiarte solo por lo que crees que venderá, posiblemente dejes de publicar cosas que te darían una sorpresa y que son más generadoras de la identidad y el espíritu de tu sello que un libro que pueda vender miles de ejemplares. Lo ideal es saber encontrar un punto medio en que no sacrifiques calidad o pertinencia en el catálogo por rentabilidad, pero salgan las cuentas. No es fácil.
Fundó junto a Miguel Ángel Durán Capitán Swing en el comienzo de una década (2010) que se presagiaba muy tormentosa en lo político, económico y social. ¿Qué les llevó a lanzarse a crear esta iniciativa editorial?, y ¿por qué comenzaron publicando ensayo?
Antes de crear Capitán Swing, la idea inicial (con Miguel Ángel y otros compañeros) fue refundar la Editorial Complutense. Después de un tiempo de negociaciones, esto no pudo resultar y yo decidí continuar todo el trabajo previo que se hizo para ese proyecto e intentar montar un sello «convencional» dentro del mercado. Fue en ese punto en el que había que crear el nuevo proyecto (Capitán Swing), y dotarlo de cuerpo y de economía, cuando ya me quedo solo en el proyecto. Siempre quisimos publicar ensayo (sea más académico o más divulgativo), es en lo que estamos mejor formados y lo que más nos inspira.
Su primer libro publicado fue Florencia insurgente de Nicolas Maquiavelo. Un texto que recorre el auge de la corrupción en la ciudad italiana durante la baja Edad Media. ¿Por qué este libro y autor? ¿Cómo fue la experiencia y el proceso?
Como empecé con pocos recursos financieros, la opción de buscar textos que estuvieran libres de derechos fue una de las formas de echar a andar porque reducía los costes de producción. Maquiavelo es un autor reconocido y su texto ‘Florencia insurgente’ contaba, además, una historia que encajaba a la perfección con la idea que como editorial quería trasmitir: la insurrección de las clases bajas en la Florencia de los Médici que consiguió poner en el poder a uno de los gobiernos más democráticos de la Edad Media europea, aunque fuese por poco tiempo. El libro donde aparece este texto era muy difícil de encontrar, así que recuperarlo me pareció interesante. Una de las labores que más me gusta y más hemos hecho las editoriales pequeñas ha sido la recuperación de textos y autores, una especie de arqueología libresca que creo que las lectoras y lectores aprecian.
¿Cuéntenos cómo ha sido su experiencia desde que comenzó con la editorial y cómo ha evolucionado durante estos años?
La experiencia ha sido positiva y gratificante de principio a fin. Ahora sí podemos decir de que va esto del oficio de editar, cosa que cuando llegamos estábamos bastante verdes. Uno siempre empieza con osadía y pensando que sabe más de lo que sabe y la realidad de la industria te va poniendo en tu sitio. La editorial ha ido a más y creciendo cada año, en una década muy difícil en este sector (se publica más que nunca, cada vez hay más editoriales y menos hueco en un campo cultural que ha cambiado bastante desde que empezamos), donde cada año hay que pelear desde el principio, nadie te regala nada aunque lleves diez años. Quizás el único hándicap después de todo ese tiempo, sea no tener un momento de descanso, donde no tengas las sensaciones editoriales y menos hueco. Van diez años. Este hándicap te hace mantenerte alerta constantemente. Es agotador pero hace que no te relajes laboralmente.
Las grandes editoriales disponen de una legión de lectores y de un más o menos anónimo comité de lectura para publicar un libro. En el caso de Capitán Swing ¿cómo afrontan ese momento de enfrentarse a los originales?
Nosotros no publicamos nada sin leer el manuscrito original, así que nos limita los idiomas que manejamos (principalmente inglés) y el tiempo, porque somos pocos. A veces hay libros cuya propuesta inicial nos llama mucho la atención y luego, al leer el manuscrito, la forma de desarrollar la idea no nos convence. Por eso leemos todo. Hay matices que son importantes y pueden determinar si publicamos o no un libro concreto.
«No me gusta la idea del editor o editora elitista que sólo alterna con otros editores o escritores, que sólo frecuenta ciertos círculos»
El editor vocacional, independiente ¿lo tiene cada vez más difícil ante los grandes grupos editoriales?
La profesión de editor o editora siempre es compleja. Creo que la llegada de las llamadas ‘editoriales independientes’ les pilló un poco desprevenidos a los grandes grupos. Nosotros nacimos cuando esto ya había sucedido, el cambio ya estaba en marcha. Estas nuevas editoriales planteaban una forma distinta de crear los libros y el catálogo; y propuestas y temáticas editoriales que habían sido, en cierta manera, olvidadas por estos grupos. Otras nunca las habían abordado. Esto fomentó un aumento de la competencia, competencia de calidad, en un mercado que nunca ha sido muy amplio, pero que en los años que nosotros llegamos, alrededor de 2010, era aun más estrecho. Esta dinámica se ha mantenido esta década. Los grandes grupos han tenido que adaptarse a este cambio, han adoptado algunas de esas formas de hacer que las pequeñas han implantado (el trato cercano con el punto de venta, con la prensa, el cuidado en el diseño de los libros y las cubiertas, abordar ciertos temas en sus libros…). Obviamente, hay cosas en las que nunca podremos competir. Las pequeñas hacemos una labor de recuperación de obras descatalogadas por un lado, y de descubrimiento y búsqueda de autoras y libros nuevos por otro que, cuando funcionan, acaban en mucha ocasiones publicando los siguientes títulos en las grandes. Es difícil poder optar a publicar autoras o autores importantes en temáticas que se popularizan debido a esta dinámica.
¿Ha publicado siempre lo que ha querido?
Lo he intentado, pero como cualquier editor pequeño, no siempre lo consigo. Si nos interesa un libro y se mete una grande a pujar, no tenemos nada que hacer. Es parte del juego y tenemos que contar con ello. Por eso es importante la tarea de buceo, de búsqueda de novedades y de libros descatalogados, conocer editoriales extranjeras afines, establecer contactos con agencias, leer mucha prensa e intentar llegar antes que los demás.
¿La independencia del editor a la hora de elegir los títulos está relacionada de manera directa con la rentabilidad?
Yo nunca he dejado de publicar algo que me gustaba mucho porque pensase que no iba a ser rentable. Pero es verdad que para que el proyecto perdure en el tiempo y no te arruines al año de empezar hay que saber afinar el tiro. En nuestro caso, por el tipo de editorial y de género que publicamos, saber detectar intereses y momentos políticos y sociales es importante. Creo que ha sido una de las claves de nuestra supervivencia en estos diez años. La puntería como editor, si se puede llamar así, es algo que vas entrenando, y a medida que conoces el sector vas sabiendo más que puede funcionar o no, aunque en este oficio eso nunca está asegurado al cien por cien. Cualquier editor o editora te puede hablar de libros que pensaba que funcionarían a las mil maravillas y han sido un fiasco. Pero a veces añadir a tu catálogo un libro que además de calidad aporta personalidad al sello es más importante y más rentable a largo plazo que el hecho de que de ese libro venda muchísimo. Ahora, si consigues además que se venda, es lo ideal. En el mundo cultural tenemos la tendencia de despreciar los números, parece que la cultura es un elemento inmaterial y común que debemos ofrecer pase lo que pase. Por supuesto que la cultura tiene una función social importantísima, pero la creación cultural requiere esfuerzo y horas de trabajo que hay que pagar, por eso los proyectos culturales que generan nuevos contenidos tienen que ser viables. Esto no se nos puede olvidar nunca. Que los números salgan es fundamental, aunque la idea no sea la más romántica.
¿Qué texto le hubiera gustado publicar y aún no ha podido?
Son tantos los libros que hemos podido publicar y que por x razón (casi siempre que se lo quede un gran grupo) no lo hemos podido sacar que ya forman parte constituyente de la editorial, forman parte de nuestras frustraciones y limitaciones en el sector pero también de nuestras audacias y buen hacer al despertar muchas liebres jugosas. Incluso en muchos casos esos mismos libros nos llevaron a otros. Creo que fue algún editor el que dijo una vez que una editorial son los libros que publicas y los que se quedaron en el camino.
«Añadir a tu catálogo un libro que además de calidad aporta personalidad al sello es más importante y más rentable a largo plazo que el hecho de que de ese libro venda muchísimo»
¿Cómo definiría el libro?
Soy bastante entusiasta de los medios digitales de comunicación e información y creo que en el presente y el futuro seguirá una alianza y coexistencia entre diferentes dispositivos para la lectura, que realmente es lo importante (más allá del libro). Pero claro, debo confesar que soy un amante de los libros. Muchas veces cuando lees un libro tienes una maravillosa sensación de contacto con nuestro pasado. Como editor es evidente vislumbrar el rol que ha tendido el libro como fuerza de cambio en la historia. Seguramente para poder entender esto en toda su dimensión hay que estudiar el libro como un objeto físico: en panfletos, en octavillas, en volúmenes. Cada una de estas formas comunica un significado a través del papel, de la tipografía, en el diseño de la página, las notas al pie, los apéndices. Todo este rodeo es para responder la pregunta: encuentro que el contacto físico con libros es una verdadera inspiración. Te conecta con la mentalidad de las personas que leían esos libros hace muchos años y también con los nuevos lectores. No hay una máquina del tiempo que haga esto posible.
Además del texto hay otros elementos que forman el libro, como es el diseño. ¿Qué opinión tiene del diseño editorial? ¿Qué valor tiene para usted en el libro?
El diseño es una parte fundamental de cualquier proyecto editorial. Es parte esencial de tu imagen de marca, de cómo te presentas al público. Si tu libro está bien diseñado, si tus cubiertas son atractivas, si es un diseño que cuida el conjunto de elementos del libro, la gente lo aprecia. Es una forma más de diferenciarte en un mercado con una oferta amplísima. Creo que otro de los grandes logros de lo que se ha llamado el boom de las independientes fue recuperar el cuidado por el diseño editorial. Se ha demostrado que puede ser un elemento diferenciador y que se valora más de lo que podíamos pensar. Hay editoriales cuyo diseño es tan representativo e identificable del sello como su catálogo.
¿Se escribe más de lo que se lee? ¿La oferta editorial se ajusta a la demanda?
No se si se escribe mas o menos que antes. Tampoco pienso que el problema sea que se escriba mucho o poco. Quizás si lo sea pensar que todo lo que escribimos es publicable, pero no creo que se deba culpar a nadie por intentarlo. La labor de editor también es saber seleccionar lo que consideramos que es publicable o no. Y, por supuesto, nos podemos equivocar. Las editoriales somos conscientes de que se publica más de lo que se vende, pero no creo que haya una oferta excesiva, no se publica tantísimo en comparación con países de similar tamaño. El problema es que aquí se lee poco. Y esto es mucho más complejo de solucionar porque no depende sólo de nosotros.
¿Cómo ve el sector del libro en la actualidad?
Lo veo más o menos como lo encontré al llegar. Quizás con las contradicciones más agudizadas ante los nuevos desafíos (cambios en los modelos de consumo, menos lectores, menor apoyo institucional, Amazon, etc…). En el terreno editorial, el independiente al menos, hay pocas sinergias, cada uno va más o menos a lo suyo, incluso en mercados exteriores donde si se podría hacer más piña para conseguir condiciones más favorables. Esto estaría bien que cambiase.
¿Qué opina desde el punto de vista de editor del libro digital?
Que es un formato más con el que tenemos que contar. Creo que el debate sobre el libro digital y la amenaza al papel está superadísimo. Son dos formatos que conviven a la perfección y que nos permiten llegar a más lectores y lectoras.
«Otro de los grandes logros de lo que se ha llamado el boom de las independientes fue recuperar el cuidado por el diseño editorial»
Y ¿como lector?
Por mi trabajo leo muchísimo en digital, ya que todo el trabajo sobre los textos, desde la lectura de manuscrito hasta las correcciones, se hacen en este formato. No es sólo práctico sino más ecológico, si imprimiésemos todos los textos que manejamos el gasto de papel sería indecente. Pero el formato papel para leer por placer me gusta más.
Para terminar, ¿qué consejos daría a un joven que quiere iniciarse en el mundo de la edición?
Primero le diría que no es fácil, pero que si le gusta, lo intente. Creo que antes de montar un proyecto propio está bien, si puedes, aprender en alguna editorial ya consolidada que te permita conocer este sector por dentro y donde puedas observar todos los procesos que intervienen en la creación de un libro, que no son pocos. Y que lea mucho, claro.
Y ¿qué tres libros de su catálogo recomendaría leer sin falta?
‘Chavs. La demonización de la clase obrera’ de Owen Jones.
‘Muerte y vida de las grandes ciudades’ de Jane Jacobs.
‘Autobiografía’ de Ángela Davis.