En su número de invierno la revista Experimenta nos trae un volumen cargado -como siempre- de rigor, elocuencia y reflexión sobre el diseño y todo aquello de lo que forma parte y lo rodea. El diseño como solución de problemas y como transformador positivo de la sociedad. En este número 87, el tema de fondo a tratar es sobre lo material e inmaterial. Sobre aquellas aplicaciones del diseño inmateriales de las que estamos rodeados en la actualidad, es decir, sobre «el proceso que convierte a la materia en material para el diseño y consigue que algo inerte se transforme en un objeto de consumo», escribe el profesor Eugenio Vega en su texto al final de la revista titulado La materia (intangible) de la invención.
Un tema que debe hacer reflexionar a todo diseñador, ya sea aplicado a lo industrial como a lo gráfico. En una era, como la que estamos viviendo, el diseño es parte fundamental de las cosas, por las diferentes interpretaciones y soluciones a las que puede llegar. Antes, cuando se diseñaba un producto, una maquina o un cartel, tenÃa una sola aplicación, un claro ejemplo son los teléfonos. Cuando se inventaron solo servÃan para hablar, ahora, dentro de ellos tenemos, radio, televisión, internet; se pueden hacer múltiples operaciones con un solo dispositivo, y aquà entran los diseñadores, no solo los que han creado el dispositivo, que serÃan los industriales, sino también, de la necesidad que el dispositivo sea entendible por dentro, es decir, para que el usuario sepa utilizarlo de manera fácil y eficaz. Por lo que se aprecia, entran muchos factores esenciales que son fundamentales para hacer la vida más fácil. Como bien menciona Vega a Norman Bel Geddes «que utilizó por primera vez la expresión diseño industrial, no tenÃa en mente otra cosa que objetos fÃsicos concebidos con funciones concretas y diferenciadas», una afirmación que a dÃa de hoy está totalmente evolucionada.
«La idea de diseñar algo intangible puede interpretarse como una actividad que se ocupa de dar forma a experiencias o servicios que no cabe identificar con los productos tradicionales», es lo que se está llamando el diseño de experiencias. Las marcas, los productos, a través de los diseñadores buscan crear o colmar necesidades mediante diseño de experiencias diferenciadas por las que su nombre o producto pueda ser identificado. Una capacidad del diseño para comprender y para acudir a lo inmaterial de las cosas. Por lo que, estamos ante un cambio de tendencia y visión ante lo cual ni la forma ni el método pueden resolver por completo, por tanto, el objetivo que debe perseguir el diseño es el de hacer predecibles los resultados de su práctica.
«Sin ninguna duda, el siglo XXI nos enfrenta a nuevos desafÃos que nos obligan a repensar algunas visiones que nos han acompañado durante, al menos, los últimos cien años. Entre ellas la idea de conectividad, que ha evolucionado desde su limitada manifestación en el espacio fÃsico, hacia una realidad en la que el tiempo y el espacio adquieren una significación trascendente, al punto de relegar al objeto».
«Para diseñar esta especia de sintonÃa cada vez más compleja entre nosotros y las tecnologÃas con las que convivimos, la teorÃa y la práctica del diseño deben prestar atención a la ontologÃa de una manera que no lo han hecho hasta ahora […] La filosofÃa del diseño para avanzar por ese camino: no como una reflexión crÃtica una vez que todo ya está resuelto, sino como una forma de diseño que considere la filosofÃa parte esencial de una práctica vital, y no como una antÃtesis», escriben Johan Redström y Heather Wiltse del UmeÃ¥ Institute of Design en el artÃculo Nuevos objetos para un mundo digital.
Además en esta edición 87 de Experimenta, Marcelo Ghio conversa con el reciente ganador del Compasso d’Oro, Francisco Gómez Paz, que expone su visión del diseño y la belleza: «proyectar es preguntarse […] llega un momento en el que la belleza aparece, aunque no pienses en ella. Como en aquella cita de Buckminster Fuller que referÃa ‘Cuando trabajo en un problema, nunca me preocupo por la belleza. Pero cuando acabo, si la solución no es bella, sé que está mal’ […] El diseño es parte integrante de la idea de modernidad, un instrumento que permite llevar al mundo un paso más allá».
También Ghio conversa con la diseñadora y escritora Mané Tatulyan acerca de la inmaterialidad en el diseño desde una perspectiva filosófica: «creo que diseñar también representa transformar ideas, no sólo en imágenes, sino también en palabras; un tipo de diseño que no sigue los ideales del marketing capitalista, el ecosistema digital o la obsolescencia programada, sino a la sociedad analógica […] Diseñar también significa descubrir los valores esenciales de la humanidad y traducidos en formas que puedan perdurar. Diseñar significa crear experiencias e interacciones más humanas que de usuario, crear más palabras que fuentes, desarrollar más identidades individuales que de marca, escuchar y hablar en lugar de descargar y cargar, conectar con el corazón con la mente en lugar de la mente con la máquina», afirma Tatulyan.
Siguiendo más adelante con Alicia Aradilla que nos invita a volar con la imaginación a través de sus magnÃficos cuadernos de viaje; y el ilustrador y diseñador madrileño Jorge Arévalo que muestra con sus cálidas y representativas ilustraciones de trazo seductor y preciso, la intimidad de algunos de los iconos culturales más populares. Felipe Taborda nos lleva a recorrer la naturaleza de la mano de la diseñadora ecuatoriana Belén Mena, y dialoga con el artista brasileño Guto Lacaz acerca del encuentro entre arte y diseño. Sin olvidar la sección fija ZUM en la que se hace un recorrido sobre formas de abordar la información y los nuevos medios en la era digital.
En definitiva, otro gran número para adquirir, para conocer más el sector y aquellos que lo componen y aportan un valor añadido a la profesión y para reflexionar y pensar sobre diseño.
Revista Experimenta 87 // 12,90 euros
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