Los últimos años que nos está tocando vivir, los podríamos calificar como intensos. En Europa -y en el mundo- estamos viviendo una pandemia que todavía no se ha ido, y además hay que añadirle lo que está ocurriendo entre Rusia y Ucrania en el continente. Pero no todo se centra en ello. Sigue habiendo movimiento en otros lugares del mundo que también sufren.
En Estados Unidos después de tener todas esas muerte por coronavirus -y todavía siguen-, parece que el sueño americano lleva tiempo resquebrajándose. La acumulación de diversas crisis ha agrietado su percepción como tierra de oportunidades. A la dualidad ideológica agravada por la aparición de Trump en años anteriores, el racismo persistente en ciertos órganos e instituciones, el goteo incesante de la brutalidad policial y tiroteos masivos, y esa covid-19 especialmente devastadora, se suma, desde hace años, otro tipo de epidemia; más callada y en la sombra, menos vista y que afecta hoy en día a escala global. Una en la que no existe un interés unánime por erradicarla. Las drogas.
Mientras Estados Unidos vivía sumido en la pandemia del coronavirus, otra crisis de salud pública continuaba minando a la nación. La epidemia de los opiáceos es ya la más mortífera que haya existido nunca, según datos publicados por el Centro Nacional de Estadísticas de Salud (NCHS) de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC).
A diferencia de la epidemia de drogas que hubo entre los estudiantes universitarios en las décadas de 1960 y 1970, la tendencia actual es entre los jóvenes en la adolescencia. Y, a diferencia de la epidemia de cocaína de la década de 1980, la tendencia actual está impulsada principalmente por la marihuana. Gran parte de la retórica política de 1996 no reconoció que estos nuevos patrones pueden requerir nuevos tipos de iniciativas gubernamentales.
En la actualidad, los opioides continúan siendo la principal causa de muerte por sobredosis de drogas. Una clase de droga que incluyen la ilegal heroína, los opioides sintéticos (como el fentanilo) y ciertos analgésicos que están disponibles legalmente con prescripción médica, como la oxicodona, la hidrocodona, la codeína, la morfina y muchos otros. Los opioides sintéticos, principalmente el fentanilo, fueron los causantes de casi dos tercios (64%) de todas las muertes por sobredosis a finales de abril de 2021, un 49% más que el año anterior, según el NCHS.
Un varapalo a la sociedad que trata en su segundo número en español la revista The Nib. Desde una perspectiva gráfica más desinhibida, pero sin quitarle el valor, la preocupacion y la importancia que tiene. En este segundo número podemos apreciar la visión y perspectiva a través de los trazos de lo más granado del universo independiente de los cómics para analizar en profundidad el tema de la drogas en los Estados Unidos.
The Nib es la publicación estadounidense referente en el panorama del cómic alternativo de no ficción. Después de publicar Flow Press el número que hacia referencia a la pandemia de la covid-19, en esta segunda entrega podemos acercarnos siempre bajo esa visión fresca, original y creativa de los autores seleccionados para describirnos e incluso presentarnos en algunos casos sus experiencias con las drogas, con o sin receta médica, legales o ilegales.
Artistas como Ashley Caswell que muestra cómo las drogas pueden cambiar los cuerpos y también la relación con los profesionales de la salud, o Matt Lubchansky que llega a explorar ese cambio que se puede producir en la mente de cada uno; o incluso los terribles y desastrosos errores de las políticas antidrogas mostrado a través del dibujo de Sophie Yanow y Zack Ruskin; o esa entrega a las agujas -trazada por Eleri Harris– que necesitan los personajes, sobre todo la mujer que es quién lo sufre, para poder quedarse embarazada mediante un sin fin de fármacos; o la historia de «Mi primo Dave». Un cómic realizado por Rebecca Rohe de lo más intimo y persuasivo que traza la historia de un Dave que se centró en las drogas para tener un buen tren de vida pero que luego, si uno se deja llevar, ese tren de la buena vida descarrila y desaparece por un barranco.
En definitiva, esta especie de epidemia que realmente se centra en las personas que usan principalmente opioides como la heroína, pero que ahora se está extendiendo a las personas que también usan otras drogas, hace realmente acelerar las muertes por sobredosis que estamos viendo en una gama más amplia de consumidores de drogas, por lo que The Nib, y sus autores toman conciencia desde esa visión mordaz característica, e incluso se le añade sentido del humor a una situación crítica. Un The Nib que entretiene, divierte, y que a la vez instruye y hace pensar al lector sobre el tema presentado y mostrado por sus editores.
The Nib. Drogas // Varios autores// Flow Press // 2022
Cómic