Hollywood, de sobra es conocida por su industria cinematográfica, y sobre todo, por su mítico cartel situado en la colina conocida como monte Lee. Algunas fuentes citan que el cartel nació en 1924, pero según hollywoodsign.org la fecha correcta es indiscutiblemente 1923. La primera mención encontrada apareció el 14 de diciembre de 1923 en un artículo de Holly Leaves sobre la autopista Mulholland que pronto se construiría y que se extendería «…desde el extremo oeste de la carretera (Griffith Park), bajo la señal eléctrica de Hollywoodland, alrededor del lago Hollywood y a través de la presa».
Mes arriba o mes abajo se han cumplido 100 años del nacimiento de estas letras iluminadas que se asientan en la tierra irregular del monte. Unas letras que a estas alturas representa no sólo una ciudad, sino también una industria, un estilo de vida y, cada vez más, una aspiración. Todo comenzó como un gran reclamo publicitario y con el nombre de Hollywoodland. Construido por el editor de Los Angeles Times Harry Chandler como una épica valla publicitaria de 21.000 dólares para su lujosa promoción inmobiliaria Hollywoodland, el cartel pronto asumió el papel de marquesina gigante para una ciudad que anunciaba así constantemente su propio estreno de gala. Por lo que llegó a ser un reclamo publicitario espectacular.
A finales de 1923, el letrero de Hollywoodland estaba completamente erigido como un faro luminoso para la metrópolis de Los Ángeles, que se encontraba en rápido crecimiento. El cartel era enorme. Cada una de las 13 letras originales medía 9 metros de ancho y aproximadamente 10 metros de alto, y estaba construida con cuadrados metálicos de 3×9 unidos por un intrincado armazón de andamios, tuberías, cables y postes telefónicos. Todo este material tuvo que ser arrastrado por obreros hasta el escarpado monte por sencillos caminos de tierra.
Durante más de medio siglo, el cartel, que originalmente iba a ser temporal, sufrió un elevado número de daños y deterioros. Se restauró en 1949 retirando el land por motivos económicos, por lo que las nueve letras restantes se convertirían en el símbolo de la industria. En 1978, en gran parte debido a la campaña para restaurar el letrero por parte del artista de rock Alice Cooper (que donó dinero para reparar la O que faltaba), se decidió reemplazar el deteriorado letrero por otro con una estructura de mejor calidad, pero un poco más pequeño.
Múltiples son las historias que encierran estas letras. Metáforas de la vida real que muestran y ocultan aquello que ocurre bajo su visión entorno al significado que guardan y que se ha asociado a la industria del cine norteamericano. Unas iniciales que pueden servir perfectamente para contar otras vidas ligadas a Los Ángeles, la ciudad donde todo el mundo hace cine. Y esto lo hacen Zidrou con su guión junto con el dibujante de cómics belga Maltaite, fan acérrimo de Franquin, Tillieux o Macherot. Unas envidiables influencias que le catapultan a colaborar a finales de los 70 en las revistas Tintin y Spirou. Influencias y trabajo que podemos ver y disfrutar en el cómic Hollywoodland (Dolmen).
Un cómic que coge por título ese cartel mítico para relatar a través de un volumen integral las 14 historias de varios personajes que se cruzarán a lo largo de toda la obra. En ellas muestra la otra cara del cine, desde actrices que no cumplen sus sueños, operarios, productores, posibles estrellas de cine, directores, guionistas, cazadoras de autógrafos. Toda una fauna cinematográfica en la que se mezclan con un tono diferente alejándoselos de ese glamour mítico de la industria del cine de los años 50 y que estaba en pleno auge.
Los autores muestran esas caras de aquellos que nunca logran salir en la gran pantalla. A través de la perspectiva del trazo de línea clara característico del gran cómic belga, se entrelazan personajes que están en esa búsqueda de lograr su sueño pero que en cierta medida no consiguen llegar. Saben que lo tienen cerca, al alcance de la mano pero algo o alguien no les permite cumplir su sueño.
En definitiva, Hollywoodland es un cómic entretenido, sugerente y atractivo. Hará las delicias de los cinéfilos, en el que podrán encontrar, por ejemplo, a un joven guionista que más tarde se convertirá en uno de los mejores directores de cine. Un cómic que guarda algo de denuncia social por la forma de mostrar esa cara oculta del cine de una forma sutil, melancólica, y a veces, con ligeros toques de humor, pero sobre todo, para describir que no es oro todo lo que reluce, y que para que brille una bombilla siempre hay alguien detrás al que no se ve y que hace que todo el mecanismo funcione.
Hollywoodland // Zidrou y Maltaite // Dolmen Editorial // 2024 // 28,90 euros
Cómic