Aquellos que hemos vivido la infancia antes del desastroso -para unos- y magnífico -para otros- boom inmobiliario. Cerca de nuestras casas se encontraba esa porción de terreno libre, destartalado, un terreno de nadie que tenía una función socializadora entre aquellos del barrio que solo pensábamos en disfrutar al máximo de nuestro tiempo. Era un desahogo -sobre todo para nuestros padres-. En mi caso siempre estaba presidido por dos piedras dispuestas en paralelo frente a otras dos dispuestas igual en el otro extremo del solar, formando así nuestro grandioso e intocable campo de fútbol, en el que soltabas toda tu energía los fines de semana y días soleados entre semana con la parroquia vecinal de amigos, así como servía también de sitio de reunión cuando no conseguíamos un balón con el que desahogarnos.
Actualmente, creo que esos solares ya se han perdido en favor de un ladrillo, que en ocasiones es un sin sentido. Pero bueno, este no es el caso a comentar. Quiero decir que el solar es un lugar dónde pasan cosas y más en años anteriores a los actuales, en concreto, aquellos años de posguerra en España. Unos años muy duros para vencidos y para aquellas gentes humildes que necesitaban ganarse la vida como fuera.
El periodista y dibujante Alfonso López (Lleida, 1950), uno de los dibujantes de referencia en nuestro país y de una dilatada carrera profesional, como por ejemplo en la cómica cabecera y mítica TBO, retrata en su último libro “El solar” (La Cúpula), esa España lúgubre y empobrecida por el desastre de una guerra y por el ahogo de una mano dictatorial que reprimía a un pueblo de forma feroz, siendo la década de los 40 los años más duros. López muestra una historia con un trasfondo histórico, en concreto se centra en el año 1947. En este año el lector se encontrará con la historia de España y con personajes como Pepe Gazuza (al estilo Carpanta) que tras cumplir su condena en el último campo de concentración para prisioneros de la República en Miranda de Ebro, Pepe Gazuza sale como transeúnte a un país por el que campan a sus anchas los fantasmas del hambre, la picaresca del estraperlo y la humanidad de los pobres. Se dirige a una ciudad sin nombre, pero que claramente podría ser cualquier capital de provincia española, sin oficio ni beneficio Gazuza vagará por las calles de una España yerma buscándose las habichuelas. Además se cruzará el “amor” por Ingrid, una rutilante fatale que guarda ausencia a su misterioso marido y éste a medida que avanza la historia cobrará un protagonismo importante para el desenlace final; Petro, criada multitarea que ha dejado el pueblo para servir en la capital, donde se dejará cortejar por el fascista Alfredi, o Prosapio Pérez, viajante de lo inverosímil y empresario a su manera.
La narración impresa que presenta López donde texto e imagen se combinan a la perfección en una secuencia con una gran ritmo, generalmente en un orden temporal, transmite una historia que pasa por real, en dónde los guiños históricos y a personajes de nuestro cine son constantes, además de una clara influencia en el trazo de su dibujo por aquellos tebeos de épocas pasadas, pero que tienen a su vez un toque muy actual. En una narrativa ligera pero de un gran rigor documental e histórico, el empleo de la palabra escrita no debe entenderse como algo intrínseco o un elemento necesario para completar la naturaleza de la historieta que de por sí lleva una fuerza y un espíritu que desemboca en un dramatismo, tratado al más puro estilo Berlanga y Azcona, es decir, de un humor inteligente realizado con respeto y cierto efecto dramático de una imagen pura en la planificación de cada secuencia.
El solar es una historia satírica en la que se cruzan el amor, los espías, el “estraperlo” español, mezclada para sus propios fines de lo dibujado con lo escrito y envuelta en unos personajes entrañables como esa inocencia de la criada Petro; la picaresca de Gazuza al más estilo Berlanga y su gran “Plácido” o el énfasis de Alfredi el fascista llevado al extremo de su personaje al también estilo “La vaquilla”. Unos personajes berlanguianos que reposan directamente de las temáticas tratadas por el neorrealismo: personajes de clase baja o envueltos por la miseria, como la mencionada “Plácido” o los habitantes de Villar del Río en “Bienvenido Mr Marshall”.
Y esto es lo bonito de esta historia, a todo buen amante del cómic español, esta es una obra que no debe dejar pasar, además de disfrutar de una historia entretenida y cargada de sátira y humor, disfrutará también de ese gran cine perdido de Berlanga y Azcona. Como en todas sus películas podríamos decir que “El solar” es “un sitio donde nadie molesta y nadie viene”. Grande.
“El solar” // Alfonso López // La Cúpula // 18,90 euros // 2016
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