Esa fantasía que desvanece abrazada a la realidad, es culpable de haber echado las velas.
El ser humano lleva en el adn cierto impulso inexplicable capaz de encender la fantasía, por la que comienza a dibujar el mundo.
Dibujar mapas entre fantasía y realidad, forma parte de la expresión humana y proviene desde el arte primitivo. La habilidad y necesidad de hacerlos parece ser universal ya que evolucionan de manera independiente en distintas partes de la tierra, en todos los tiempos y lugares se ha especulado sobre la forma general de la tierra y el lugar que ocupa en el universo.
Ya se ha hablado de mapas históricos como fuentes documentales, bases de datos que son paradigmas de revoluciones científicas y que impulsaron nuevos conocimientos.
Con vuestro permiso, les llamaremos “mapas madre” en contraposición a la acepción masculina que tiene la ciencia de los descubrimientos casi siempre relacionada al mundo de exploradores y marinos. Sin embargo, son mapas que han dado a luz a los nuevos mapas.
Su sentido es el de unificar y plasmar nuevos conocimientos, sin abandonar temporalmente los convencionalismos donde lo antiguo y lo moderno conviven en una misma imagen.
En ellas se expresan datos recogidos con métodos y experiencias de gentes prácticas inmersas en una misma actividad formados en un común soporte profesional técnico. Son un reflejo social, científico y cultural de cada época histórica. Eran además obras a medio camino entre el delicado trabajo del artesano y el talento del artista para crear algo exacto y hermoso a la vez, con carácter científico y personalidad artística. Nos hablan de cómo pensaban nuestros antepasados, cual era la idea del mundo que les rodeaba, que les atemorizaba, que soñaban y de cómo hemos ido evolucionando en estos 4.000 años de dibujar mapas.
Como sabemos, simultáneamente nacían las nuevas embarcaciones adaptadas a las nuevas formas de navegar y las nuevas herramientas necesarias para explorar territorios. Quienes dominaban la técnica tenían denominaciones como: cosmógrafos, geógrafos, astrónomos, cartógrafos, etc., pero a mi me gusta llamarles artesanos, porque desde sus talleres ideaban los artefactos necesarios, había que saber hacerlos e incluso por qué no, el sitio donde renacían las fantasías de las que hablábamos al comienzo e ir a puerto a ¡echar las velas!
Se trataba de construir la imagen del mundo, de desenmascarar ese miedo a caernos al abismo.
En la Historia de la Cartografía contamos con estas piezas claves para su estudio y difusión que por supuesto van de la mano de ciclos históricos.
¿Como nacen los “mapas madre” de la historia?
Los clásicos nos cuentan que la ciencia nace en un puerto, allí en Mileto, Jonia (actual Turquía). Era un centro importante de mercaderes que iban y venían de tierras lejanas. Y allí en el S VII a.C. Tales de Mileto, enciende la primer duda.
Junto a sus compañeros Anaximandro y Anaxímenes crean un primer centro científico.
La idea de una tierra plana persiste durante mucho tiempo, pero ya se habla de conceptos de la esfericidad.
Anaxímenes, Observó que el cielo parecía girar alrededor de la estrella polar, aunque todavía creía que la tierra era plana.
Nacen los primeros bocetos del mundo.
En el 610 a. C. Anaximandro dibujó el primer mapamundi en escala, es considerado el primer mapa científico. Se trata de un disco cilíndrico flotando en el espacio. Decía que el principio de todas las cosas era lo ápeiron,“lo indefinido” y que razón tenía.
Por otra parte, tanto fenicios como griegos en el mismo siglo, realizan sus primeras aportaciones a la cartografía del mar Mediterráneo como consecuencia de sus numerosos viajes de exploración y del desarrollo de aplicaciones geométricas. Se conocen textos descriptivos de ciertos itinerarios de navegación que llamamos Periplos, son las primeras referencias que anteceden a los Portulanos que hablaremos más adelante.
Y así el mundo comienza a dibujarse desde los puertos y el mar. El Universo comenzó a pintarse en el Océano.
Durante el S IV a. C. los griegos aceptaron que el planeta era redondo e hicieron los primeros intentos de medición de la circunferencia de la Tierra, enunciando unos avanzados conceptos geográficos como los movimientos de rotación y traslación que Copérnico y Galileo tendrían que defender dieciocho siglos después.
En el S III a. C Eratóstenes desde Alejandría pudo calcular la circunferencia de la tierra en 40.000 km es decir, con un error de sólo el 6 % respecto a los datos actuales. Crea el primer mapamundi de meridianos.
El fenicio Marino de Tiro S I, 60 d.C. director de la Biblioteca de Alejandría en Egipto vivió gran parte de su vida en la isla de Rodas, el centro de la actividad cartográfica de la Antigüedad. Corrigió el mapa romano de la Ecúmene, el Orbis Terrarum, más conocido como Mapa de Agripa (64/63–12 a.C.), iniciado por orden de Julio César el año 44 a.C., el mismo año de su asesinato. Fue el primer geógrafo en utilizar el meridiano de las Islas Afortunadas como meridiano cero y el paralelo de Rodas como origen para medir la latitud.
Aparece ya en acción uno de los artífices más importantes, Ptolomeo S II, 100 d. C. Continúa con la idea de la medición de la tierra y ajusta las medidas de Eratóstenes a 35º y se equivoca, error que traerá serios problemas en la navegación del siglo XV.
También continúa con la localización de puntos en la superficie y la representación cartográfica traza la proyección cónica. Utiliza las latitudes y longitudes Marca el Ecuador por las Afortunadas a 180º, aunque ya sabe que existen 380º y que aún no lo conoce.
Recoge 8000 lugares en la Geografía. Su obra fue un modelo para los cartógrafos renacentistas y posiblemente también sea el primer atlas conocido, aunque solo se haya conservado la obra escrita y no sus mapas. Sentó las bases de la cartografía moderna introduciendo la orientación de los mapas al norte y empleando la latitud y la longitud para situar un punto en una carta, para lo que generó un sistema reticular de paralelos y meridianos distribuidos regularmente. Los grabadores adaptaron sus técnicas de representación en “abanico” para dar a conocer los nuevos descubrimientos geográficos. Hasta que no surgió una nueva generación de cartógrafos como Ortelius o Mercator, su obra la Geographía fue el modelo a seguir. Cuestiona la obra de Marino de Tiro. La obra se extravía y un Monje la recupera en el SIII, los árabes ya la poseían, aunque no es traducida al latín hasta el S XV, donde se redescubre y aplica. Podríamos decir que Geographía de Ptolomeo es ya una obra “madre.”
Estrabón desarrolla 17 libros en su Geografía. Lo desarrolla de acuerdo con la trama esencial de un grandioso periplo mediterráneo, llevado a cabo a lo largo de todas las costas del “Mare Nostrum” e iniciado en el litoral ibérico de las Columnas de Hércules. Nos deja la tradición descriptiva, sintetiza relatos de viajeros, elementos útiles como recursos, poblaciones y el valor del conocimiento de lo diferente que al tiempo permite pensar más allá de la propia realidad.
Así dejamos el mundo antiguo y comenzamos la Edad Media con el Imperio Bizantino.
Pero cuando el hombre se “paraliza” tras el hundimiento del Imperio Romano, el declive del comercio marítimo, las invasiones bárbaras, cuando cesa el comercio a distancia, las sociedades feudales comarcalizaron la vida, con ello decaen las motivaciones prácticas de la cartografía. El conocimiento objetivo deja de ser prioritario y la teología religiosa en los monasterios esquematizan la urbe en los mapas llamados T-O, rodeados por un anillo de agua, con espacios tripartitos ubicando los tres continentes conocidos, divididos mediante dos brazos de mar y (muy importante) reservando una cuarta parte para lo desconocido. El Oriente se situaba en la parte superior donde se ubicaba el paraíso. Respondían a necesidades religiosas.
Así llegan las imágenes de fe, no de razón, más o menos iluminadas y complicadas que perduraron hasta los principios del Renacimiento.
El que más me atrae de ellos es el Mapamundi de Macrobio. Mapa esquemático de un manuscrito del siglo XII del Comentario al Sueño de Escipión de Cicerón de Macrobio.
En el Comentario al Sueño de Escipión de Macrobio en el siglo iv d.C. describe una esfera terrestre dividida en zonas climáticas, con un erróneo océano ecuatorial que divide la zona habitable norte (ecumene) de la zona en la que habitarán los antípodas.
Este modelo de globo terrestre tuvo mucha aceptación entre los filósofos tardorromanos y medievales, como Agustín de Hipona, quien realiza razonamientos sobre si puede haber habitantes antípodas, ya que no se nombran en la Biblia y las barreras naturales son infranqueables.
Confluyen los aspectos mitológicos-teológicos, con las leyendas que aportan las cruzadas del mediterráneo oriental y se expanden. Por ejemplo la ficción en torno al famoso Preste Juan perduró durante muchos años, los cuatro ríos que nacían en el Paraíso, emblema de los mapamundis medievales, permanecieron incluso en numerosos mapas del S XVI. Durante el siglo XII eran frecuentes documentos literarios donde se describen rutas o itinerarios tanto terrestres como marítimos. Esta aspiración viajera bajomedieval incitó además, el contacto, acercamiento y relación con los avanzados conocimientos árabes.
Mientras tanto el resto del mundo avanzaba, en la India se desarrolla la astronomía y las matemáticas, en Extremo Oriente se inventa el papel, la impresión por medio de madera grabada, la brújula, en China se dibuja progresivamente la representación de la Tierra en todo Asia y hacía tiempo que contaban con embarcaciones de carga enormes: los Junkos. El primer mapa chino, del que se tienen suficientes referencias aunque no se conserva, corresponde al siglo VI a.C. El fundador de la dinastía Han, Tsin Tche Huang Ti (s.III a.C.), célebre por su política centralista. Los mapas antiguos chinos se grababan en madera o se pintaban en seda.
Capítulo aparte merecen los árabes que eran en ese momento un nexo de unión entre ambos mundos. Situados entre Oriente y Occidente. Entre el pasado y el presente, tenían en sus manos LaGeographia de Ptolomeo gracias a la traducción a su propio idioma de los autores griegos, aseguraron la transmisión de la herencia, así como su enriquecimiento con conocimientos indios, chinos y los propios sobre el océano Indico, Africa y particularmente España.
Edrisi 1099-1164, cartógrafo pero con esa chispa pensante y controvertida de un gran viajero, construyó su mapa madre en 1154, un gran mapamundi conservando la matemática de Ptolomeo pero situando el Norte en la parte inferior, como en los mapas Chinos.
Su mayor obra fue la Tabula Rogeriana con la descripción del Mediterráneo.
Unificó los conocimientos geográficos de los árabes indicos y chinos hacia la mitad del S XII, coincidiendo con el resurgimiento del tráfico en el Mediterráneo donde Italia ya entra en acción.
Como es de imaginar, las representaciones cartográfico-teológicas de los monjes europeos, no podían satisfacer a los navegantes. Hacia finales del siglo XII los árabes de Extremo Oriente introducen el uso de la brújula y revolucionan las cartas de navegación. Los marinos comienzan a acostumbrarse a observar su rumbo mediante agujas y sin preocuparse de las cuadrículas graduadas de los sabios ya casi olvidadas. Mediante intersecciones de puntos conocidos obtenían la posición de otros desconocidos.
Así los mapas se convertían en cartas Portulanas. Se trazaban líneas que se entrecruzaban entre distintos puntos donde se situarían las rosas de los vientos y que les proporcionaba el rumbo, tenían troncos de leguas con escalas gráficas a veces en filacterias o en cartuchos, que les indicaba las distancias aproximadas. Dada su elaboración empírica estas cartas de pilotos, estaban dispuestas para la navegación por estima y no para la navegación astronómica. Conducían necesariamente a una proyección conforme, es decir, conservadora de los ángulos, análoga a las cartas planas, pero cuyos meridianos eran los magnéticos, no los geográficos.
Por su ubicación geográfica en el Mediterráneo hubo una enorme producción portulana desde Pisa, Génova, Venecia, Sicilia así como los catalanes de Barcelona y Mallorca. Desde estos espacios geográficos nacen las escuelas más importantes y las primeras familias que crean los talleres de trabajo, donde incluso incluían a las mujeres y niños a aprender el oficio de tratar las pieles, dibujar el contenido y de dar los colores en acuarelas o las miniaturas. Luego del trabajo en conjunto el maestro cartógrafo firmaba dando el visto bueno. Esta cartografía era exclusiva para la navegación mediterránea como para el Indico.
El primer texto de esta época que conocemos es el Compasso da Navigare de mediados del siglo XIII quizás redactado en Pisa que dió lugar a la carta Pisana con una amplísima información de topónimos costeros pertenecientes a todo el contorno mediterráneo, como era habitual marcados en rojo los puertos importantes, en negro las ciudades escritos a mano alzada de forma perpendicular a la línea de costa y dentro del espacio continental.
A partir del siglo XIV se incorporan informes recogidos por viajeros terrestres, especialmente de Marco Polo (fines del siglo XII), uniendo de este modo Europa con China.
Las cartas portulanas se enriquecen con detalles tanto en el mar como en los territorios. Las cartas pertenecientes a las escuelas mallorquina y portuguesa se caracterizan por incorporar iconografías y detalles iluminados, en cuanto a las genovesas más centradas en la práctica.
Algunas superponen las líneas incluso sobre el territorio como si también fuese navegable. Ya aparecen en la superficie los primeros habitantes marinos y terrestres. Las bestias marinas y terrestres serán los frutos de mitologías, leyendas e incorporaciones descritas por viajeros o escritos medievales como los de Plinio el Viejo.
Los turcos otomanos se extendieron con rapidez y finalmente en 1453 sitúan Constantinopla, comienzan a bloquear los pasos hacia Oriente y es allí donde Europa comienza a mirar hacia el mar en la búsqueda de nuevas rutas.
Sabemos que existe antes del descubrimiento de Colón, información relevante de exploraciones y cartas porque como suele ser, nada surge de la nada y todo responde a un proceso histórico. Con los acontecimientos que estarían por suceder, toda información anterior, desde distintos canales, llegaría a manos de los descubridores.
Para esta época otro suceso fue trascendental. Numerosos científicos y libros manuscritos procedentes de Constantinopla después de su caída, llegaron a Italia. Esto motivó la difusión de libros medievales desconocidos hasta entonces en el mundo occidental.
Así comenzamos la Edad Moderna con una riqueza extraordinaria en la cartografía, para mi la edad más apasionante, porque se trata de dibujar el mundo primero desde los puertos y luego desde los océanos siempre de la mano del arte. Porque, ¿qué es el arte sino un modo de ver el mundo?
Veamos su importancia, entre la carta Pisana (Portulano más antiguo conocido- alrededor del 1300) y según la fecha del portulano más reciente encontrado, J. F. Roussin, 1699, Francia) podemos afirmar que estos instrumentos náuticos tuvieron una vigencia operativa de casi 400 años.
En la Edad Moderna, llega el momento de la cartografía Ibérica que toma el control del Atlántico, mientras que la cartografía Italiana era ya dueña del Mediterráneo, e Inglaterra lo intentaría por el norte.
El objetivo, conocer la extensión del mundo conocido, para poder llegar a las islas de las especias que finalmente resultó ser aquella desconocida cuarta parte del mundo y tras este gran hallazgo, esperaba otro aún más enorme. Un océano.
La cartografía comienza un nuevo proceso donde lo antiguo y lo moderno conviven en una misma imagen. Algunas de ellas merecedoras de nuestra denominación “mapas madre”y lo eran, ya que además de dejarnos sucesos documentados, englobaban todos los nuevos conocimientos geográficos.
A través de ellas nacería la nueva cartografía.
Hoy, día de la Hispanidad damos este primer relato de “mapas madre” de la historia. Continuará…
Mientras tanto, es allí en la segunda estrella a la derecha y todo seguido hasta el amanecer. ¡Echa las velas!