Cedemos en esta ocasión nuestra entrada en este blog a un gran amigo, abogado y escritor, D. Luis Antequera, biznieto del gran marino
Se cumple estos días el bicentenario de uno de los grandes marinos de la segunda mitad del convulso s. XIX español: Juan Bautista Antequera y Bobadilla de Eslava. Un fantasma le persigue por doquier, cual es el de la atribución de su gesta principal, la primera Vuelta al Mundo en un barco acorazado, a otro marino diferente, D. Casto Méndez Núñez, tan grande como él, pero no el autor de dicha circunvalación. Para muestra un botón. Esto dice la Wikipedia sobre Méndez Núñez: “Al mando del buque Numancia, completó en 1867 la primera vuelta al mundo de una fragata blindada”. Una wikipedia que, en este caso, no opera como origen del error, sino más bien al contrario, como una más de las muchas fuentes contaminadas por un bulo que lleva mucho tiempo expandiéndose de manera inexorable.
Todo empieza con la que conocemos en España como Guerra del Pacífico. En 1862, tras casi medio siglo de ausencia española en esas aguas, España envía al gran mar descubierto por Núñez de Balboa cuatro barcos con una intención científica y diplomática. La desconfianza de las nuevas repúblicas americanas hacia la madre patria hará que el ambiente se enrarezca progresivamente. El casus belli será una simple reyerta entre civiles peruanos y españoles que, no resuelta a gusto de los marinos españoles presentes en esas aguas, hará que los barcos hispanos ocupen las peruanas islas Chincha. Ante el cariz que toman los acontecimientos, el 11 de enero de 1865 España envía otros tres barcos, entre los cuales la fragata blindada Numancia al mando de Méndez Núñez, quien, al llegar al escenario y ante el fallecimiento del Almirante Pareja, ha de tomar el mando de la flota, dejando el de la Numancia a Antequera. Se bombardea primero el puerto chileno de Valparaíso, y luego, el peruano de El Callao, dando así por terminada la acción de castigo.
Diagrama mostrando los impactos enemigos en la “Numancia”.
Como comandante de la Numancia, Antequera recibe entonces la orden de continuar su singladura por el Pacífico y por el Indico para volver a España. Al doblar el cabo africano de Buena Esperanza, ante el nuevo empeoramiento de la situación en América, en lugar de ascender hacia España, continua su singladura por el Atlántico, hasta llegar a Rio de Janeiro el 18 de mayo de 1867, donde, tras una navegación de dos años y cuatro meses, la Numancia se convierte en el primer barco acorazado en dar la vuelta al mundo.
Por cierto que la Vuelta al Mundo de Antequera es muy distinta a la realizada, en su día, por Elcano, pues si éste, aunque partiera de Sanlúcar de Barrameda, completa la circunvalación a la altura de Cabo Verde, donde se cruzan las derrotas de partida y de llegada, la de Antequera se cumplimenta, como vemos, en Rio de Janeiro.
La de una Vuelta al Mundo en un barco acorazado puede parecer una gesta baladí, pero no lo es. Cuando la Numancia es enviada a América, pocas marinas del mundo disponen de acorazados, pero desconocedoras, e incluso desconfiadas, de sus prestaciones, apenas los utilizan en navegación de cabotaje y vigilancia de costas. El 20 de abril de 1870, en el diario madrileño “El País”, el teniente de navío Emilio Pardo Figueroa, tripulante de la Numancia, escribía: “Los navegantes más experimentados de Europa y América desconfiaban de los blindados como buques impropios para emprender largas navegaciones, y todos fijaban su atención a ver qué marina era la que, más osada, emprendía la resolución del temeroso problema”.
Uno puede preguntarse por qué es Antequera el que recibe la orden de continuar la singladura y no Méndez Núñez, para lo cual hay dos respuestas. Primero la más obvia: Méndez Núñez ha sido herido en El Callao, quedándose en la Estación Naval del Río de la Plata que tenía España por entonces, para recuperarse de sus heridas. Pero hay una segunda no menos importante: los eventos de la Guerra del Pacífico suponen para sus protagonistas sucesivos y rápidos ascensos. Para Méndez Núñez, el de contralmirante y comandante de la Escuadra; para Antequera, el de Capitán de Navío y comandante de la Numancia. Lo que quiere decir que aunque Méndez Núñez no hubiera sido herido, su mando no era ya el de la Numancia, sino el de la escuadra. Sólo si toda la escuadra se hubiera desplazado en cumplimiento de la orden, el mando habría seguido siendo suyo. Pero la orden la recibe la Numancia, y por lo tanto, Antequera.
Se suele comparar el error, con el cometido por tantos historiadores cuando atribuyen la Primera Vuelta al Mundo a Magallanes. Pero tampoco en esto los hechos son equiparables. La Vuelta al Mundo de Elcano comienza en Cabo Verde y se consuma en Cabo Verde, y dado que Magallanes manda la flota hasta Filipinas, donde halla la muerte, quiere ello decir que D. Fernando es el protagonista de la gesta durante casi la mitad de la misma. En el caso que nos ocupa, eso no es así: dado que la Vuelta al Mundo de Antequera empieza y termina en Rio de Janeiro, al gran Don Casto, herido en El Callao, le cabe en la hazaña algo así como una décima parte de la misma.
Impacto de gran calibre en el casco de la Numancia. Museo Naval de Madrid.
Los reconocimientos que recibe Antequera por su gesta son muchísimos. Para empezar, no poco revelador, el del propio Méndez Núñez: “Al llegar V.S. a Cádiz con ese buque [la Numancia] habrá terminado una campaña que refleja tanta honra sobre los que tomaron parte en ella”.
Segundo, ni más ni menos que el de la Marina inglesa, siempre celosa de los éxitos españoles en la mar. Lo relata el propio Antequera en un discurso al Congreso español: “El lord gobernador [inglés] de Santa Elena […] vino a decirme que me felicitaba y felicitaba a la Marina española por ser la primera que había dado solución al problema de la navegación de los buques blindados en aquellos mares tormentosos, y que de no haber sido la Marina inglesa la que lo hubiera practicado, tenía una gran satisfacción en que hubiera sido la española”.
La Numancia en acuarela de Rafael Monleón, Museo Naval de Madrid.
Y en tercer lugar, la patria misma. La Reina Isabel II le otorga la condecoración creada expresamente para los protagonistas de la gesta: la medalla de la Vuelta al Mundo en la Numancia. Medalla que, naturalmente, no luce en la repleta pechera del gran D. Casto. De igual manera, la concesión del lema “In loricata nave primus circundedisti me” (“en nave acorazada fuiste el primero en darme la vuelta”) tanto al barco, la Numancia, como a su comandante, Antequera. Y por fin, a título póstumo, reinando ya la Regente María Cristina, el título de Conde de Santa Pola. Homenajes a los que se unirán otros como el “Episodio Nacional” que a “La Vuelta al Mundo en la Numancia” dedica Benito Pérez Galdós en 1906; el destructor que, botado en 1935, llevará el nombre de “Almirante Antequera”; o la estatua que en Santa Cruz de Tenerife se levanta al Almirante con la enseña, una vez más, de “In loricata nave primus circundedisti me”. Reposan los restos del gran Almirante, junto a los de tantos otros grandes marinos de la Historia de España, en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando, en Cádiz.
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