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Los pecios de la Corona española; la diana principal de los cazatesoros en el mundo (II parte)

Los pecios de la Corona española; la diana principal de los cazatesoros en el mundo (II parte)
Javier Noriega el

 

Y así fue. Los pecios de la corona Española han sido la principal diana de los cazatesoros a lo largo de la historia. Las fabulosas leyendas de oro y joyas sobre naufragios Españoles espoleaban su imaginación y obstinación por conseguir expoliarlos como fuese y donde se encontrasen. Así fueron acudiendo a los lugares más recónditos del mundo, allá donde antaño tenía lugar el naufragio, agotando así muchos de los pecios localizados en las aguas superficiales, las más visibles y fáciles  a la hora de expoliar sin recurrir a importantes inversiones en barcos y equipos. Y claro, tras expoliar “galeones” por todo el mundo, en el inconsciente imaginario de estos “ladrones de la historia”, las aguas Españolas eran y son el “dorado”. La meta de todas las flotas que la Corona mandaba fletar y transportar. Toda una oportunidad para estos piratas, ya que  la arqueología submarina en España, en contra de algunos países Europeos, se encontraba por desarrollar y por tanto a priori parecía fácil infiltrarse en nuestro país mediante el sencillo subterfugio de realizar “operaciones sobre el patrimonio”. En términos Castellanos, por estos lares confundíamos arqueología con “cazar tesoros”,  fruto sin lugar a dudas de  esa inercia histórica de “vivir de espaldas al mar”. La disciplina de la arqueología náutica, aún embrionaria en los años sesenta y ochenta, no contaba ni con competencias, ni medios, ni financiación, ni antecedentes históricos y arqueológicos en los que impulsarse, situarse y disponerse como ejemplo internacional en el contexto de investigación y docencia. El desconocimiento de la materia esbozaba un horizonte de confusión y pareciese de impunidad con estos “ladrones de la historia”. Un atraso en la materia que nos llevaba a situaciones difíciles de imaginar y catalogar, diriase casi surrealistas como veremos, ya que en nuestro país se galardonaba y se otorgaban permisos a reconocidos “rescatadores”. Estos simplemente se hacían pasar por  arqueólogos o aventureros, y sin saber, ni imaginar como, ni porque, se terminaba otorgando “licencia y permisos” para rastrear los lugares más míticos de nuestras aguas de “forma legal”. Al más puro estilo “Bienvenido Mr. Marshall”, en un país tan necesitado de tecnología aplicada, aplaudíamos y concedíamos todo tipo de actuaciones a aquello que oliese a innovación y exploración…

 

Imagen detalle de popa del “Santa Teresa”

 

Y así nos encontramos con una retahíla de “inquietos aventureros” que van desfilando por nuestras costas. Míticos eran aquellos buscadores de oro, que atraídos  por las leyendas que circundaban a la cuestión de los “tesoros de Rande”, episodio  sobre el cual Yago Abilleira Crespo (en su ameno y completísimo, “Galeones de Vigo”) nos narra a las mil maravillas la diferencia entre el mito y realidad, los datos históricos e incluso el esperpentico listado de permisos a “buhoneros” que buscaban oro y que nunca hicieron arqueología en aquellas aguas. Y fue precisamente en Rande donde Stenuit estuvo mucho tiempo trabajando para encontrar tan míticos naufragios.  “¿Qué quedaría de todos sus viajes a la España profunda de 1954 a 1958?, ¿Qué de las aventuras en un fondo marino de la bahía de Rande lleno de limos, en donde soñaba se encontrasen aquellos navíos?. Lo que quedaba claro es que pasase lo que pasase, podían ir ría arriba, ría abajo, con sus equipos de buzos y sus embarcaciones, sumergirse una y mil veces, sin que nadie les pusiera un pero. Aquello era “ir de aventuras” en busca de naufragios” y no pasaba nada. Tenían todos los parabienes del mundo.

 

Detalle de la bahía y del puerto de Rande. Grabado de época moderna.

 

Batalla de la bahía de Vigo. 23 de Octubre 1702. Ludolf Backhuyzen.

 

Pero la cosa iba mucho mas allá. Era tal nuestro desconocimiento sobre  la cuestión, que se dignificaba, premiando  y reconociendo en publico la labor de estos “cazatesoros”. Y así lo hacemos nada más y nada menos con el que posiblemente sea uno de los mayores cazatesoros de la historia;  Bob Marx“The treasure man”. Un “fornido aventurero y buceador” que sencillamente ha dedicado toda su vida a estudiar y “explorar apasionadamente pecios” (entre los que se incluyen algunos  Españoles como son el San Agustin,  ” El Nuestra Señora de Las Maravillas” y los “galeones de Manila“),  deleitarse sonriente  con oro español e incluso hacer guías  de como es posible encontrar y “cazar” un tesoro para todo aquel que se atreva a singular aventura. Por tales méritos y en reconocimiento a su curriculum,  se le reconoce un 24 de Enero de 1963  su “hispana y esforzada” labor, otorgándole  la medalla de Isabel La Católica; posiblemente uno de los mayores reconocimientos civiles al servicio de España. Esta es la realidad de la situación, nuestra ignorancia en la materia llegaba a tal extremo que prácticamente era de tebeo. Con el tiempo muchos pensábamos como ocurrió, y porqué ha ocurrido esto u aquello. Posiblemente El olvido del mar nos ha llevado al desconocimiento, y la ignorancia al errorEste ha sido la verdadera hoja de ruta y drama de la gestión del patrimonio cultural subacuático en España durante mucho tiempo.  Con estos antecedentes no pintaba bien el futuro, en un país donde la arqueología submarina y su historia se confundía con la actuación exótica de estos aventureros. Curiosamente tampoco se ha conocido para la luz pública esta cadena de acontecimientos, honores e injustificables permisos. En este ecosistema han sido pocas, las voces,  ni las demandas publicas, ni judiciales para frenar a estos míticos “hunting treasure” en su momento y en su forma. En definitiva, esto se convirtió un auténtico paraíso para los grandes cazatesoros, en donde se sentían valorados, se les otorgaban permisos, se les reconocía honoríficamente e incluso se les aclamaba socialmente, con una prensa “llena de aventuras submarinas al mas puro estilo Julio Verne”. En realidad detrás siempre de la actuación de estas empresas, estaba el inmenso daño que se hacía a nuestro patrimonio submarino Español, en muchas ocasiones existen oscuros intereses económicos y de poder muy contrarios a nuestro ordenamiento.  Desde luego si alguno ha leído “La Carta Esférica” de Arturo Pérez Reverte, toda esta trama, personajes, situaciones y enredos, le sonará mucho.  La cuestión de los cazatesoros, hasta los pequeños detalles ha sido así durante mucho tiempo; la sed del oro, paraísos fiscales, cazatesoros, mafias, pecios olvidados en vez de investigados, legajos históricos, naufragios, investigadores en Indias… La realidad sirve de fuente de inspiración a la literatura, como suele ocurrir con “esta maestra de vida” que es la historia.  Ni más ni menos.

A partir de aquí, y con este panorama, es cuando podemos entender muchas de las cuestiones que  han ocurrido con los “cazatesoros” en nuestras aguas. Los responsables administrativos, no estaban a la altura, ni al el reto que demandaba la cuestión submarina. Y este era el precio que teníamos que pagar. Una más que discutible gestión la cual, no sólo no aprovechaba ese “mar de pecios” para la historia y la ciencia en forma de descubrimiento e investigaciones notables, sino que al no ser “competitivos” y conocedores del medio, se encontraban  con un hilo de situaciones paradójicas y gravosas para nuestros intereses. Era una detrás de otra, y como muestra otro triste acontecimiento. En esta ocasión nos remontamos a un presente más reciente, un episodio por conocer pero muy revelador de la cuestión submarina. De nuevo piratas en la costa Gallega. Se trata del caso del “Douro”. Un típico naufragio de la Costa Gallega.  Que si vuelta de un viaje transatlántico para volver a Inglaterra desde Brasil. Que si colisiona con un vapor español a la altura de la costa de la Morte; tragedia y naufragio frente a las costas de Laxe. Junto con el barco, una considerable cantidad de monedas de oro ,plata, lingotes y diamantes brasileños, además de una remesa de 30000 libras esterlinas que el London & Brazilian Bank enviaba a su sede central en Londres. Justo lo que les interesa a los cazateroros; “Espectáculo y metales preciosos”. Y con este reclamo desembarcan en España. Y comenzaron  a buscarlo con tecnología especializada, incluido minisubmarinos  (se ve que para localizar los pecios, a los cazatesoros si le funciona bien la tecnología). Finalmente  en 1995 se da con los restos Douro. Y entonces asistimos a lo de siempre. En lugar de comunicar su descubrimiento a las autoridades administrativas competentes, se  solicita a la Capitanía  de A Coruña un permiso para buscar bancos de sardina en la costa coruñesa. Finalmente, la “Internacional Marine Salvage” pide un permiso para actuar y se le concede. Parecida a la estrategia que unos años más tarde realizara Odyssey. Y tras el permiso llega inmediatamente el rescate. En cuestión de  días logran recuperar del fondo marino, lingotes de oro, joyas, más de 25000 monedas (la mayoría, soberanos de oro,pero también algunas monedas portuguesas y brasileñas de los siglos XVIII y XIX)  y otros objetos de valor. Una vez tuvieron el “oro” en sus bodegas, se marchan “ipso facto”de nuestras costas. Aquí en España mientras, nadie se enteró de nada. Como solía ocurrir. Vinieron, intervinieron y se fueron.  No tuvimos la suerte de que la prensa diera la voz de alarma, como ocurriría unos años más tarde con el “black Sawn”.Únicamente cuando comenzaron a venderse las monedas de oro, (la mayor parte del tesoro se subastó el 21 de noviembre de 1996 en la casa Spink de Londres por unos 2,4 millones de dólares; el resto se vende a través de la página web www.shipwreckexplorer.com),  se reconoce abiertamente por parte de su autor (el expolio ya estaba hecho y la carga bien lejos de aquí) el “trabajito” hecho. Que SI habían estado en aguas españolas y demás historias. Que si habían contado con permisos legales para su extracción (lo cual era cierto)- Y todo esto a pesar de arqueólogos comprometidos que habían informado del peligro del asunto en su momento (en este caso fue Miguel san Claudio, arqueólogo gallego, el que reprendió aquel expolio en su tierra). De nuevo, los cazatesoros brindarían con champán tras su victoria. Y no sería la última vez conocida.  Otra victoria de ello, que bien daban la razón a este titular extraído de las declaraciones de otro amante de la historia, antes mencionado.; Yago Abilleira, desde Galicia dejaba bien claro “Han venido a reírse de nosotros. Y así fue.

Fotografía del RMS Douro

Y volverían a reírse. Facilitando y otorgando oportunidades así a los “ladrones de la historia”, el lógico y siguiente desembarco estaba cantado. Y así nos desayunamos todos aquel día de Mayo del 2007  con una foto impactante (con aquella importantisima y valiente portada de Santiago Mata en periódico de tirada Nacional) de un avión comercial en el cual una cinta transportadora cargaba cientos de “supuestas” cajas llenas de oro y de plata de un pecio desconocido Español. Aquello fue una sorpresa para algunos. Una consecuencia para otros.En todo caso, una tragicomedia  que ya hacia tiempo se nos avisaba podía ocurrir, hasta tal punto, que hasta las propias personas cercanas a los “cazatesoros” lo denuncian y comunican .Sin tapujo alguno: “Las aguas andaluzas son un auténtico paraíso para el deseo de los cazatesoros“. Y así, el “investigador marítimo y cazador de galeones“, D. Claudio Bonifacio, en un conocido dominical Español nos facilita las claves y la hoja de ruta de estos cazatesoros, a los que Claudio bien conoce durante muchos años. El diario de Sevilla, en mano de su redactor Pérez Avila y en relación a una operación policial de singular importancia realizada en España, como el autor de  “un excelente trabajo de historiador con unos fines ilícitos”.  

La cosa estaba clara. Las empresas de “recate” del mundo planeaban llegar tarde o temprano a España. Y venían para intervenir con “papeles”, es decir con “permisos” para actuar sin problemas. Y así fue.  No se equivoco demasiado. Del dicho al hecho. Marine Odyssey Explorer se planto en el 2001 frente a las aguas de Cádiz y Málaga (el llamado Mar de Alboran) para hacer lo que saben hacer, explorar pecios y a saber que mas. Aquello era inexplicable a todas luces para la comunidad internacional, para algunos profesionales y amantes del patrimonio submarino, la pregunta era bien sencilla ¿Cómo se puede permitir dar permisos a una empresa de cazatesoros en las aguas andaluzas, una de las más fértiles en restos arqueológicos del mundo?. Algunas fueron las voces que se alzaron desde un principio de manera pública y expresa. Singular y cargada de sentido eran las impactantes imágenes que Pipe Sarmiento desde su velero, y en persona,  grababan y fotografiaban al buque Marine Odyssey Explorer en plena faena, navegando una y otra vez por entre las en aguas Españolas durante años. ¿Hacía falta alguna prueba más evidente que aquella?.Aquello aún sigue siendo incomprensible e injustificable para muchos. Con su ir y venir en aguas de soberanía, se  legitimaba por acción u omisión  a una de las empresas cazatesoros más reconocidas del mundo. ¿Cómo era posible esto?. En México, el trato recibido la misma compañía fue bien diferente, es curioso. Nada más pisar sus aguas jurisdiccionales Mexicanas, recibieron una lógica negativa de intervención desde el minuto cero. Stop cazatesoros.Así de claro lo dejaba la valiente, y sobre todo consecuente con su cargo, Doña Pilar Luna, responsable administrativa Mexicana en la materia. “Mientras yo viva, en Mexico lucharemos contra los cazatesoros”.  Su testimonio es bien claro.«Hace algo más de diez años Odyssey intentó por todos sus medios, que son muchos, influir en las altas esferas de México para que se autorizase su entrada en nuestras aguas. Negarse no es tan fácil, pero mi convicción personal es, más allá de la ley, lo que ha frenado aquí a Greg Stemm. Eso sí, anduve un tiempo con la carta de renuncia a mano, en la bolsa”. Repito de nuevo, y Pilar da varias claves, “la influencia en las altas esferas”. No, no es la carta esférica de Reverte a la que antes aludíamos, aunque bien podía ser Pilar Luna una de las protagonistas de esta novela. Es simplemente valentía y pasión por el patrimonio el que demostró esta mujer. Esto freno a los cazatesoros en México. Sin lugar a dudas.

Imagen del Odyssey Explorer en maniobras de operación.  Foto ABC

 

Y más casos. Nada más pisar las aguas jurisdiccionales Francesas, asistimos igualmente a una contundente y taxativa negación. En sus costas no actúan ningún tipo de cazatesoros. Incluso los helicópteros de la gendarmería francesa obligan a los cazatesoros con maniobras y mensajes contundentes, su necesaria marcha de allí. Y plegaban velas. Se iban con los bártulos a otro lado. Incomprensiblemente en nuestro país no ocurría así. Su llegada no iba más que a traer un buen número de quebraderos de cabeza y problemas a nuestro estado, a su coordinación con las comunidades autónomas, a las relaciones internacionales entre países amigos, incluso avivar la trifulca política en el parlamento Español para justificar aquella irregularidad. Con lo fácil que hubiese sido haber negado su entrada. Nuestro país proíibe por ley comerciar con patrimonio arqueológico. ¿Qué hacia esa empresa allí.?.  ¿En qué se basa la actividad mercantil esta compañía?. En la extracción de patrimonio submarino para hacer negocios con el mismo. Como arqueólogos comprometidos con nuestra profesión y nuestro país, Nerea Arqueología , informa urgente y detalladamente a las administraciones competentes para impedir dicha “cacería”. Posteriormente  denunciamos públicamente nuestro rechazo a dicha situación  (discurría por aquel entonces  el año 2004, quedando aún  tres años enteros para conocer el expolio que realizaría  posteriormente la Odyssey). Sabíamos que los cazatesoros venían a lo que venían

No eran los únicos. Por aquellas fechas, George Lambrick, responsable del Consejo Británico de Arqueología también lo dejaba claro, y realizo un comunicado público encabezado por su institución en el 2002. En nombre de los profesionales británicos, y perfecto ejemplo de transparencia, profesionalidad y democracia interna criticaba a su propio gobierno duramente, al aliarse en un convenio con intereses muy alejados de la arqueología y la historia.  “Londres sentaba un peligroso antecedente al firmar con Odyssey” . También se expresaba en estos rotundos y claros términos Joe Flatman,  del instituto de Arqueología del university College de Londres. “Los acuerdos de Gran Bretaña con Odyssey son ilegales”. Y por si no fuera poco, en los mismos términos se expresó en el  Comité Internacional sobre el Patrimonio Cultural Subacuático (ICUCH) en la 13 asamblea general de ICOMOS, donde gracias a la iniciativa de estos arqueólogos , se denuncio oficialmente la situación de los cazatesoros en aguas Españolas; consiguiendo que se dictase una resolución por parte del organismo dependiente de UNESCO, al considerar que la actuación de la Odyssey “podía causar un daño irreparable y establece un inaceptable precedente”. Desde luego Lambrick era un “visionario”. Fue lo que ocurrió. A pesar de su esfuerzo y razón, tampoco se conseguirá nada. Su petición cayo en saco roto en los países responsables de impedir aquella actuación. Periodistas, ecologistas, el consejo Británico de Arqueología, arqueólogos Españoles de Nerea…Todos aquellos alzaron su voz nada más pisar Odyssey nuestras aguas. Ninguno de ellos impidió que Odyssey trabajase en aguas del Mar de Alboran. La Odyssey quedaría cinco años por aquellas aguas, “sentando peligrosos antecedentes” como decía la resolución e UNESCO. El amor por la historia y la arqueología ya había perdido definitivamente aquella batalla. Ahora era, como ocurrió en el Douro, cuestión de tiempo y que apareciese la venta del oro. Los cazatesoros siempre requieren especialmente una cosa; publicidad masiva para revalorizar el valor de lo encontrado. Y así ocurrió con aquella portada de Santiado Mata de Mayo del 2007.

El caso Odyssey realmente significo el verdadero punto de inflexión en la historia de España respecto a los cazatesoros. Hasta el mismo Stemm irónica y agudamente así lo enfatiza. Nunca dio puntada sin hilo este astuto “hombre de negocios” guiado por su astucia, pues a pesar de todos los obstáculos que se pusieron en su camino, siempre consiguió sus objetivos. Tan solo un dato;  con un solo proyecto, el del Black Sawn,  fue valorado en  370 millones de euros, mucho más de lo que valía la empresa en el Nasdaq, el mercado en el que cotiza. Su descubrimiento disparó las acciones, que ese mismo día elevaron sus cotización de 4,6 dólares hasta 8,32 dólares, un 80,9% más, duplicando la capitalización bursátil de la empresa: de los 334,8 millones de dólares (248,6 millones de euros) de partida, Odyssey pasó a valer 605,7 millones de dólares (449,8 millones de euros). Ese fue el verdadero resultado de su intervención. Todo lo que vendría después cada uno podría catalogarlo como quera entenderlo. La arqueología subacuática nunca en España ha tenido para investigación in situ submarina, ni un 1% de esa financiación.Es posible que con los medios, equipos y presupuestos que tiene dicha compañía supere a buena parte de los centros de investigación del “mundo juntos”.

Para algunos, el caso y el papel que ha tenido Odyssey es lo mejor que le ha podido ocurrir a la arqueología  en España par que cambie radicalmente 180 grados el rumo que marcaba. Y sin embargo, olvidamos que buena parte de los causantes de esta sensibilización han sido la labor de la prensa En pleno ejercicio democrático de información por la verdad y el interés general de todos los Españoles. Especialmente meritoria ha sido la labor de algunos de sus redactores que tanto empeño han puesto en que saliese a la “luz” parte de la verdad de este escabroso asunto de los cazatesoros. Para empezar, es posible que sin aquella portada de la Gaceta de los negocios de Mayo del 2007, nunca hubiese saltado este problema a la sociedad civil, quedándose como estaba hasta el momento, en el conocimiento anónimo  de unos pocos, para terminar, y entre medias un largo periplo e años, de demandas, necesidades y futuro, el sencillo y breve artículo de Jesús Calero de hace unos meses que titulaba sencillamente “Caso Odyssey, no nos hemos conformado“.  En donde la pluma de los redactores, dada la importancia del asunto, han puesto sobre la mesa la necesidad de atender y llevar a cabo de manera real y eficaz esa protección de la historia y nuestro patrimonio de forma activa, principios que a su vez entronca directamente con los principios que la UNESCO intenta imponer a nivel internacional en cuatro grandes objetivos: obligación de los Estados de preservar el patrimonio subacuático; no explotación comercial de tal patrimonio; cooperación entre los Estados con el fin de preservar el patrimonio común; y promoción de la arqueología submarina, parajes mejor conocer, explorar y preservar fabulosos tesoros del patrimonio común de la humanidad. Así de simple, así de sencillo.

Intervención del buque de Odyssey en la bahía de Algeciras. Foto ABC

 

Y ahí nos encontramos. Tras la esperanzadora victoria que significaba la imagen de la vuelta de las monedas de oro y plata procedente del expolio de la Mercedes, se abría una nueva puerta al futuro. Futuros y puertas aún sin esclarecer en algunos casos, como es el sorprendente y reciente giro de algunos países alineándose con la práctica de los cazatesoros. Como el caso de Colombia, (en cuyas aguas tiene una de las rutas de navegación más importantes de galeones Españoles ) que recientemente, y sin que le tiemble la voz, anuncia que apoyara la actuación de los cazatesoros, dándoles vía libre. Todo ello, contra el criterio de Unesco y el sentido común, permitiéndole  trabajar con empresas de cazatesoros, y pagarles con monedas y lingotes de oro y plata si así fuese su carga. Tras esta declaración y acto seguido  fue interpuesta ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (resulta paradójico esto, por ser los derechos humanos sinónimo de interés general y no particular) en Washington una denuncia de Sea Search Armada contra la República de Colombia, pidiendo que a través de esa entidad de la Organización de Estados Americanos (OEA) se obligue al gobierno de Juan Manuel Santos a cumplir los fallos judiciales que le otorgaron derechos a esa multinacional norteamericana para rescatar el oro del galeón Español San José, será seguramente en nombre “de los derechos humanos y la cultura” que encierra el vil objetivo de rescatar el oro y la plata, no la historia ni a los marinos que contiene. Ya tienen de nuevo aguas y pecios españoles que saquear, su astucia es paralela a su codicia. Que inteligente y lleno de sentido común era otra de las posturas visionarias, al mejor estilo de Lambrick, que en esta ocasión tiene como protagonista a un jurista Español; José María Lancho establece y que deja claro que hay que perseguir directamente a estas empresas cazatesoros, que en muchos casos son contadas en el mundo y “que deben ser responsables de sus actuaciones ” (a dirimir por los tribunales), ya que destrozan un yacimiento arqueológico con independencia de dónde se encuentre”. Directamente por la naturaleza de su conducta, de sus objeticos, de su naturaleza. Este tipo de noticias que albergan a intereses de cazatesoros, son sin lugar a dudas, poco halagüeñas. Máxime en una economía cada vez más globalizada y en donde se apuntan que el saqueo del patrimonio cultural podría oscilar entre los 2.000 y los 5.000 millones de euros al año. Ante la mala práctica, quizás no quepa otra cosa que el ejemplo. Y del ejemplo a la intervención directa, ya sea mediante su catalogación, su documentación, su difusión o su puesta en valor, para que ningún cazatesoros, pueda decir que es” cosa abandonada”, nuestros galeones Españoles tal y como repetía deliberadamente Hogan en un reciente debate televisivo sobre patrimonio cultural subacuático. De ahí a que la Real Academia de la Historia de España (RAH) lo deje bien claro, con su “Informe actual sobre la arqueología submarina en España”.  Hay que actuar y excavar nuestro patrimonio arqueológico con criterios y finalidades históricos. El hecho que la cultura Española haya sido la principal víctima del asedio de los “ladrones de la historia”,  no cabe otra que centralizar en el galeón un plan de actuación a nivel nacional centradas en el galeón, para que así, se le excluya del olvido.

Retrato de Sir Francis Drake. 1585.

“El mar es mina donde unos pocos se hacen ricos, pero infinitos hacen enterrados”, decía ese dicho anónimo  del siglo XVI. Parece que curiosamente seguimos  en el mismo estado de la cuestión a pesar del transcurso de los siglos y el tiempo. Drake, Hawkins, Cavendish y Raleigh tuvieron siempre a las naves de pabellón Español en su Diana. Hay cosas que no cambian en nuestro país a lo largo de nuestra historia. La cuestión de los cazatesoros no podía ser menos. Ya lo hemos traído a colación en alguna ocasión , “la historia es maestra de vida”. Lo decía un tal Cicerón. Y que razón llevaba.

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Javier Noriega el

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