Para preservar e interpretar los recursos históricos asociados con el ataque del 7 de Diciembre de 1941 en Pearl Harbor, para recordar aquel legado histórico. Los restos del naufragio del USS Arizona se consideran por tanto de primordial importancia para nuestro gobierno, sirven como el lugar de descanso final para los marineros y marines del acorazado muertos en aquel ataque, que a la postre, daría lugar al posterior estallido de la guerra.
Normas para la Gestión y preservación del acorazado USS Arizona (Agosto de 1983).
“Formaba parte de la primera oleada de 183 aeronaves que despegó de los portaaviones japoneses. La radio de su cabina pudo captar el Sunrise Serenade de Glenn Miller que emitía la cadena de las fuerzas estadounidenses en Hawai cuando sobrevolaron la isla. Sintió confianza al saber que los americanos no habían detectado el inminente ataque. En contra de la creencia popular, “Tora, tora, tora” no fue una orden verbal emitida para iniciar el bombardeo sorpresa, sino la señal en código morse enviada al almirante Yamamoto para informarle de que no se había avistado ningún portaaviones bajo la bandera de barras y estrellas, lo que permitió a los nipones continuar adelante con su estrategia. Bajo un estricto silencio de radio, la orden de ataque nunca fue pronunciada, sino que fue señalizada mediante una bengala lanzada por el comandante al mando del ataque.
Cuando el avión del teniente Zenji Abe, comenzó su frenético ataque en picado contra el acorazado de guerra USS Arizona, el buque ya se encontraba envuelto en llamas. Los pañoles de munición de proa habían saltado por los aires como consecuencia de una bomba lanzada durante la primera oleada. Su único torpedo, de 250 kilos, fue lanzado a 400 metros de altura y contribuyó a la destrucción bajo cubierta. Murieron casi 1.200 marinos a bordo”
Tal día como hoy, aún se podían ver las siluetas humeantes de los acorazados y los amasijos de hierro de las naves en las diferentes dársenas de la rada. De hecho, muchas de las fotos más famosas de los restos del acorazado se tomaron en los días sucesivos al ataque. Tal día como ayer, hace 73 años se produjo el ataque sorpresa a la flota del Pacífico de la Armada de los Estados Unidos y las fuerzas aéreas que defendían la zona. Aquella fecha constituiría uno de los hitos históricos del futuro. Hoy, del presente. El ataque dañó o destruyó 13 buques de guerra y 188 aeronaves, dejó a 2.403 militares y 68 ciudadanos estadounidenses muertos. El hundimiento del USS Arizona fue uno de sus mayores desastres. Aquella “puñalada en la espalda”, significó la entrada en la guerra de los Estados Unidos de América y un hito histórico que este país jamás olvidaría.
El epicentro de esta encrucijada historica, se materializa en estos días en aquel acorazado, en aquella mole de hierro sumergida que se convertiría en trágica tumba de guerra. 1177 marinos y oficiales se ahogaron bajo aquella losa pesada de metal. Es difícil dejar de asociar buena parte de los memoriales de la II Guerra Mundial, sin poder imaginar y llevar a la mente los existentes en torno al D-DAY en Normandía. Desde Omaha beach hasta Avranches, pasando por Caen. El USS Arizona nos trae a la historia aquellos fatídicos días de sangre, sudor y lágrimas, pero a miles de kilómetros de allí. La importancia de no olvidar, como dicen muchas de las personas que vivieron aquel horror, necesita de una materialización. En el caso del Pacífico nos encontramos con el acorazado que es objeto de nuestro espejo de navegantes de hoy. Su legado no se borró con su destrucción. Ni con el olvido por el paso del tiempo, como si ha ocurrido con multitud de pecios históricos que forman pàrte de las batallas navales cruciales para la historia. La mar nos cuenta historias de superación. De aventuras. De conocimientos. Pero también, en muchas ocasiones, de respeto. Y sobre cuestiones que en ocasiones no son fáciles de integrar, que son el campo de las emociones y el del legado histórico. En el caso del USS Arizona se supo integrar, desde hace muchos años, el sentido común y el respecto debido, con algo esencial como era la preservación de la nave. Se trata de un caso singular.No siempre es así. De hecho, lo más normal que ocurriese con estas naves en la II guerra mundial es que se destruyesen. Si hubiese ocurrido esto, no podríamos contar la historia que contuvo esa nave de cara al futuro. Junto a su historia, también podemos contar y recordar la de muchos de sus homólogos de la armada del Pacífico que significarían la punta de la lanza ante la lucha contra el Imperio japonés. Es más. En este devenir del tiempo y de las cosas, el Arizona se erige como un símbolo. El de la lucha y el de la trágica caída de unos contra otros. Japoneses contra americanos en aquel lugar del mundo. El de la concordia. El ser lugar para la reflexión y para la paz. Tal y como comunican y testimonian muchos de los veteranos de guerra, asiáticos o americanos que vivieron aquella gran guerra y que en este tipo de memoriales nos cuentan su experiencia.
El gobierno Americano ha sido consciente de esta importancia. Porque el USS Arizona, no solo es un concepto. Como sarcófago marino, como pecio, es un monumento de acero que al estar bajo el agua, como todos los materiales que se encuentran bajo la misma, se encuentran expuestos al deterioro. Esta es una historia que nos cuenta la sensibilidad que un gobierno tiene con los hechos historicos, con sus naúfragos y con cierta precocidad en materia de pecios recientes, con la arqueologia. Desde los años sesenta, tras declarar, como veremos jurídicamente, una protección del lugar, una preocupación administrativa. Tenían claro que sobre el Arizona, no solo había que atender adecuadamente a las miles de personas, militares y familiares que honraban aquel lugar. La antepenúltima batalla del Arizona, se dió en aquel día de Diciembre de 1941. A día de hoy es un monumento vivo, visitado diariamente por miles de personas. La reunión entre historia, arqueología y memoria es en este caso, un ejemplo internacional en la materia. Por su tratamiento. Por su difusión y especialmente, por su atención. No todos los países pueden decir lo mismo. Muchos de los restos de sus naves militares, ya sea la época que fuese, yacen en muchos casos en los fondo de los mares, donde el destino quiso terminar trágicamente con sus naves. Con ese “benigno olvido”, como dicen los investigadores y cuidadores del acorazado de la clase Pennsylvania, quedan a la merced del tiempo y de las inclemencias de la mar y el hombre. Esta es la historia de una nave que aún tiene vida propia.
Ante esta realidad, los responsables culturales que se encontraban ante el reto del USS Arizona se preguntaban importantes cuestiones que no obviaban, ni miraban para otro lado, sino que encaraban abiertamente, a pesar de la dificultad de muchas de ellas; ¿Deberíamos estar haciendo algo, o es mejor no hacer nada para preservar los naufragios en su lugar de hundimiento?, ¿Qué ocurre con los naufragios que también son tumbas de guerra?, ¿Debemos dejar que los procesos naturales marinos los dejen supuestamente intactos?, ¿y cuando desconocemos su localización, como sabemos que no son expoliados o están siendo deteriorados por la acción del mar?, ¿es lícito mirar para otro lado y no investigarlos con los adelantos tecnológicos existentes, atendiendo al d”ejarlos donde están es mejor, como ahora”? ¿Deberíamos estar buscando medios para retrasar o detener el deterioro de estos pecios? ¿Deberíamos estar descubriendo más elementos significativos del pecio? , ¿Hay que documentar restos de naufragios en los cuales se conocen la existencia de fallecidos?, ¿Debemos simplemente supervisar el proceso de deterioro, observando que con el tiempo, el deterioro continúa?, ¿Deberíamos estar buceando en tales pecios? o simplemente.. ¿
La necesaria responsabilidad y la suficiente pericia, hacen del santuario del Arizona, un lugar no solo especial. Sino tambien trascendental a la hora de preservar. La acertada solución de combinar respeto y memoria, para la honra como tumba de guerra juega un papel importante. No hay nada a cualquier precio. La legislación durante los gobiernos de los presidentes Dwight D. Eisenhower y John F. Kennedy dio lugar a la designación de los restos del naufragio como un santuario nacional en 1962, intuíyendo ya la importancia que tendría de cara al futuro. El Memorial fue construido a través de muchos de los restos hundidos del barco, incluyendo una sala, en donde se recuerda cada uno de los nombres de los miembros de la tripulación perdidos. Uno de los lugares actualmente, más importantes del Memorial. Paralelamente, el monumento nacional fue enumerado administrativamente en el Registro Nacional de Lugares Históricos el 15 de octubre de 1966, para ser finalmente designado como legado Histórico Nacional el 5 de mayo de 1989. Un enclave para la historia suficientemente protegido, intervenido, documentado y puesto en valor, que provenía de un campo de batalla. ¿Cuantas naves recientes y no tanto de nuestra historia tienen este tratamiento?. Se trata de una formalidad muy propia de los países anglosajones, que si entienden que los campos de batalla adquieren una dimensión arqueológica y cultural importante a la hora de preservar. Posiblemente sea una atención muy acertada. Por aquello de aprender sobre nuestro pasado.
El proyecto USS ARIZONA comenzó en 1983 con la documentación de la eslora del USS ARIZONA, y se hizo por fin con metodología arqueologica. Y no les fue fácil, entre otras cosas, porque no dejaban acercarse a nadie al pecio. Las autoridades de la época, pensaban que al tratarse de una tumba de guerra, era mejor no tocarlo. Dejarlo todo como estaba podría parecer en principio más fácil. La historia que se erigía sobre los restos del acorazado no era muy difícil de imaginar. Los dirigentes de COMNAVBASE, al igual que muchos otros oficiales de la Armada, no podían entender por qué era necesario investigar, entre otras cosas, porque se sabía prácticamente todo. Resulta que la explosión sobe el casco de unos supuestos torpedos, así como el estado general de la nave, y la ubicación exacta de otros muchos daños de los impactos de las bombas de los bombarderos, estaban pendientes de conocer por parte de los historiadores. Aún así, “¿Por qué no dejar las cosas como están?” fue la respuesta estándar por parte de muchos de los funcionarios de la marina. El hecho de que el barco hundido es también una tumba que contiene los restos de más de 1.000 marineros e infantes de marina podría ser un argumento a favor de la preservación o un argumento a favor de la no intervención. También existía la opinión, que el permitir que el deterioro avance, se podría considerar como una falta de respeto, porque finalmente, si no se tomaban medidas para conservar y conocer el pecio, podría suceder sencillamente, que finalmente se destruyese.
Durante la celebración del 40 aniversario de Pearl Harbor, celebrada en Honolulu en 1981, el equipo del SPN tuvo la oportunidad de hablar con varios ex miembros de la tripulación del USS Arizona y del buque de reparacion USS Vestal, que había sido amurado junto al acorazado durante el ataque. Los testimonios orales directos se antojaban básicos para comprender mejor que ocurrió en el momento del ataque. Varios de los testimonios dejaron bien claro, que pudieron ver claramente la estela de los torpedos dirigiéndose hacia las naves. Parece que algunos de estos torpedos pasaron bajo el barco de repaaración de poco calado VESTAL, para golpear finalmente al Arizona cerca de la proa. Era curioso, estos datos estaban en desacuerdo con los registros oficiales de la Armada, que le atribuyen todos los daños de la ARIZONA por bombas aéreas. De nuevo nos encontrábamos en la historia, que se daba por hecha, cuadno en realidad se encontraba abierta a diferentes nuevas hipótesis de trabajo. Sobre esto, notablemente James Delgado dejó bien claro un posicionamiento desde la ciencia. En su “USS Arizona; symbolism, Mith, and reality, se asoma al debate histórico y antropológico sobre el valor de los símbolos y “lugares sagrados”. Ya sean recientes o no. Y cita expresamente que este memorial, el del Arizona en Pearl Harbour se ha convertido en un lugar sagrado. En un mito y en una realidad para los americanos. Con la experiencia que atesora a sus espaldas, el Dr. Delgado fue director del Programa de Patrimonio Marítimo de la NOAA. Anteriormente, Presidente y Director General del Instituto de Arqueología Náutica de Texas A & M University de casi 5 años, asi como Director Ejecutivo del Museo Marítimo de Vancouver durante 15 años, se asoma a una realidad actual y presente del patrimonio cultural submarino. Sin rehuir su vigente reto. Máxime en cuestiones tan complejas, como la de las naves de guerra partipantes en conflictos bélicos mundiales. ¿Olvidarlos o encararlos?. Más bien esto último.
Las pistas sobre las estelas de los torpedos que contaban los veteranos del Arizona, les llevaron a realizar una serie de hipótesis al equipo de investigadores y de arqueólogos del memorial. Los torpedos podían provenir o bien de dos submarinos de bolsillo japoneses que pudieron penetrar en la Rada interior, o de sus conocidos Mitsubishi, o los Nakajima, los aviones bombarderos y torpederos catapultados desde los poortaviones de la armada imperial. Era una cuestión interesante sobre la que faltaban evidencias para resolver. Entre otras cosas, si hablasemos de submarinos de bolsillo, podíamos encontrarnos con otra historia naval, menos conocida (como la del ataque del destructir americano Ward una hora y media antes de sobrevolar Pearl Harbour) que emularía a las de Scapa Flow, Alejandría o Tarento. En Pearl Harbour se echaron al agua al parecer a cinco de estos submarinos de bolsillo. Había que acudir a la arqueología y localizar aquellos mini submarinos. Y lo consiguieron. Y los resultados de investigación en una materia tan pionera como era el del deterioro en el casco, a cientos de metros de profundidad y en colaboración con la Universidad de Hawaii no podían ser más concluyentes. Desde su hundimiento hasta la actualidad, el deterioro del casco había sido del aproximadamente el 11%. Aquellos submarinos no sólo habían sido localizados, sino que servirín como “hermano de estudio” a la hora de datar científicamente algunos parámetros Con el paso del tiempo, aquella enorme flota hundida en Pearl Harbour había desaparecido. Los yacimientos originales de la época se centraban exclusivamente actualmente al del mítico Arizona, y al de aquel sumergible enano hundido en la cercanía de la base. Los únicos testigos actuales de aquel infierno de hace 73 años.
En agosto de 1982 Dan Lenihan, Jefe de la Unidad de Recursos Culturales Sumergidos del Servicio de Parques Nacionales en Santa Fe, visitó el Memorial de Arizona. Después de la inspección de Dan al USS ARIZONA, el concepto de un proyecto arqueológico subacuático a la altura del pecio realmente comenzó a tomar forma. En la formulación de este concepto, existia una lista de problemas que carecían de datos y por tanto de soluciones y que ya apuntábamos anteriormente. ¿Fue hundido también el Arizona por los torpedos?.Si es así, ¿dónde?. ¿Podrían buscar los lugares dañados por las bombas?.¿En qué estado se encuentra el casco y la cubierta?, ¿Como se encuentra el deterioro en la nave? ¿Se podría localizar los puntos específicos donde el petróleo se escapa de la nave?. En cierto modo, las cuestiones de fondo de Lenihan, se adelantaban casi 20 años a algunas de las preguntas que posteriormente se formularía James Cameron al abordar la cuestión del hundimiento del Bismarck. En el caso del acorazado de la Kriegsmarine, se soluciono inmediatamente, cuando las cámaras de video pudieron prospectar adecuadamente todo su casco. Y ante los datos que nos proporcionaban las imágenes surgian nuevas cuestiones. Nuevas hipótesis de trabajo para los historiadores y para los arqueológos que modificaban sustancialmente la historia conocida hasta el momento. Los resultados de su investigación, dieron lugar a nuevas líneas de trabajo. El timón, y el casual impacto sobre su aleta lo dejaría herido de muerte y sin maniobra. Al poco tiempo, el oficial de turbina recibe la orden de hundirlo. Aquella porción de la historia era más fácil de observar al ver detenida y nítidamente los datos que las cámaras de los mini submarinos comunicaban a la superficie.
Al igual que con el Bismarck, cuya silueta proporcionada por la cámara de los robots submarinos, el estudio del Arizona mediante la tecnología, nos permitía conocer su estado actual. En el caso del Arizona, los dibujos y modelos que se pudieron documentar, permitieron dar respuesta a muchas preguntas sobre el hundimiento del barco. Algo muy propio del estudio de un arqueólogo. Un simple dibujo detallado que permite preguntas y respuestas. Actualmente con los modelos de software, la verosimilitud de los estudios son sorprendentes. Con la información facilitada, se fue capaz de determinar, por ejemplo, que por encima de los sedimentos del lecho marino no hay impactos de torpedo contra el USS ARIZONA. La especulación había dicho que el barco fue hundido por torpedos tirados por los Kata que tripulaba el teniente Abe. Ahora sabemos que no hay pruebas sobre el limo para apoyar este punto de vista. Cosa diferente es lo existente bajo los sendimientos, en donde se encuentra encallada buena parte de la estructura del acorazado. También se fue capaz de identificar con precisión, las zonas en donde el fuel se filtraba a la superficie. Debido a que el barco había sido repostado poco antes del ataque, la marea negra resultante se ha convertido en una característica del lugar y posiblemente así lo sea durante años. Aún en la actualidad, la mezcla entre el aceite y las flores provenientes de las guirnaldas de los visitantes al memorial se entremezclan, y el tema medioambiental y su seguridad es otra cuestión a tener en cuenta.
Así, de esta forma se llega hasta el momento actual.El estudio detallado nos permite conocer lo que muchos pecios sumergidos necesitan. Un estudio. Una colaboración sobre los pecios, hasta hace poco de bandera militar, que ahora son documentados, cuidados y preservados por arqueólogos y especialistas en la materia subacuática. El objetivo; preservar la memoria de manera sostenible para que pueda ser visitado por las miles de personas que desean honrar aquel mito, aquel símbolo, aquella realidad. Independientemente del periodo de importancia histórica seleccionada y la opción de preservación, los responsables de la SPN nos dicen esto, afirman la necesidad de un proyecto de investigación que sigue vigilando, documentar, analizar y determinar el tipo, la frecuencia y las causas de su deterioro en la nave de combate. Se necesitan conclusiones y recomendaciones, no “benignos olvidos”, para así convertir La arqueología, en la vanguardia de la memoria.
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