La exuberancia visual de los mapas y las historias que aletean tras esos trazos, han motivado al observador con el asombro de quien los ve por primera vez. Siempre. Las cartas antiguas tienen ese poder, hechiza a quien osa descifrarlas.
Hubo un mapa tan cautivador, que con su poder y alquimia indujo a investigadores, cartógrafos y científicos a navegar en su significado, cual detectives de pistas del pasado. Creado en un tiempo donde se consultaban conocimientos de “mapas madre”. Las peripecias de los personajes que trazaron esos viejos mapas, también parecen estar reflejados sobre los quebradizos pergaminos. Su intencionada ubicación en un tiempo sin fechas y en unos lugares entre realistas y fantásticos. Unas formas de costas delineando Terra Australis Incógnita, se repiten tradicionalmente, de un maestro cartógrafo a otro, sin límite de siglos, quizás inducidas por teorías de equilibrio. Además islas fantasmas sobre lomos de ballenas, arcas de Noé, cordilleras inexistentes, personas con sus caras en el pecho, o portadoras de un enorme pié, lobos danzando melodías del silencio y tantos pictogramas secretos que quien sabe, si en realidad se trataba de claves, códigos o contraseñas de época…
Piri Reis, seguro han oído alguna vez, hablar de él…
Son muchos los mapas antiguos que bebieron de las mismas misteriosas fuentes documentales que Piri Reis y que recogen las mismas cartografías subglaciales de la Antártida, “cuando las costas debían estar libres de hielos” hace unos 6000 años y otras que en su época aún no habían sido descubiertas. Según el profesor Hapgood, muchos de los mapas custodiados en el siglo XVI en ese recinto de Constantinopla, habían llegado hasta allí gracias a marineros fenicios. “Tenemos evidencia -asegura Hapgood – de que éstos los consultaron y estudiaron en la gran Biblioteca de Alejandría (Egipto) y que esas compilaciones fueron hechas por geógrafos que trabajaron allí”. Durante la Tercera Cruzada, los venecianos asaltaron Alejandría y muchos de los marineros de ese puerto italiano comenzaron a manejar mapas de precisión justo a partir del año 1204.
Hacia el año 1929, durante un inventario, a causa de su fase de conversión a museo, en el palacio imperial de Topkapi, en Estambul, se descubrió un viejo libro perdido entre ladeadas estanterías de nogal de la antigua biblioteca. “El libro de las materias marinas”, 1526. Se trataba de un compendio náutico, su dedicatoria, escrita en su último pergamino rezaba: Al sultán Solimán el Magnífico, “Un astrónomo que se llamaba Kolón…, que salió en busca de Antyle…y la descubrió. Hoy la ruta es muy conocida y su mapa llegó hasta nosotros.”
Imagino que sorpresa se llevó la persona que tuvo el placer de hojear cuatro siglos después, ese Códice de mapas pintados a pluma con pigmentos de colores vivos y desbordantes oros sobre piel de gacela. El manuscrito actualizaba una versión anterior, de 1521, cuyo contenido hacía referencia exclusivamente al Mediterráneo. Este tesoro escondido contenía… el famoso Mapa. Aquel que cautivó el entusiasmo de distintos investigadores de manera expansiva por su contenido enigmático.
El almirante otomano Piri Reis lo dibujó en 1513, le llevó tres años culminarlo, pronto se supo que fue diseñado tomando los datos necesarios de un buen número de mapas antiguos cuyo origen nunca ha llegado a esclarecerse, consultados en la Biblioteca Imperial de Constantinopla. El cartógrafo cita todas las fuentes utilizadas junto con numerosas explicaciones. De sus anotaciones se deduce que utilizó unos veinte mapas, el más llamativo de ellos “dibujado por Qulūnbū [Colón]”, en palabras del propio almirante. Incluye parte de un mapa de Colón…
Curiosamente “el registro más antiguo de los descubrimientos del Nuevo Mundo –un mapa hecho por Colón sobre 1495– se preserva en el mapa de Piri Reis de 1513”. Hasta el hallazgo del mapa, se ignoraba cómo Colón veía sus descubrimientos, es otro registro directo, pues tan sólo se ha conservado un pequeño boceto del norte de La Española.
Este mapa de Cristóbal Colón, fue obtenido por su tío Kemal Reis de un marino español que había participado en los primeros viajes colombinos,capturado y hecho su esclavo en 1501.
Estudiando el mapa de Reis se deduce la teoría de las costas de la Antártida antes de cubrirse de hielo, para ello, argumentan que las perspectivas y distancias que se plasman se corresponden a una proyección plana de la Tierra (acimutal de Lambert) tal y como podría ser vista hoy por un astronauta situado a una gran altura sobre Egipto, el Mapa de Piri Reis se basaría en uno anterior realizado en Egipto hace más de 4.000 años. Otros mapas también evocan la teoría de que Egipto albergara conocimientos superiores sobre cartografía, o de que el mundo fuera descubierto y “retratado” por nuestros ancestros mucho antes de lo que creemos. Oronce Finé en 1531 e incluso Mercator en 1569, dieron cuenta de ello. Suponer que el mapa de Piri Reis es, en verdad, una copia de enésima generación de un mapa antiquísimo realizado desde la vertical de la moderna ciudad de las pirámides de Gizéh, resulta bastante atractivo, pero, siempre hay “peros”…
Otra observación, indica que no muestra el sexto continente. La supuesta Antártida coincide con el sur de Sudamérica, la costa patagónica. Al descubrir que la piel de gacela se terminaba, el almirante, giró la piel 90º y continuó dibujando, una práctica muy habitual en esa época. Las anotaciones sobre la Patagonia lo confirman: “Este país es árido. Todo está desolado y en ruinas y se dice que hay grandes serpientes […] y también se dice que estas orillas son muy calurosas”. Incompatible con la posibilidad antártica.
Un halo de misterio rodea esta carta, pues contiene tantos pictogramas secretos que aún dan que pensar. Por lo pronto, un pirata otomano admirador de Colón supo sintetizar demasiada información, al poco tiempo del descubrimiento de América. Es una primera muestra de “inteligencia naval”, explica Steven Dutch, experto en cartografía y geología de la Universidad de Wisconsin (EEUU).
Conservado actualmente en el Museo Topkapı Sarayı, en el Palacio de Topkapi en Estambul.
Se ha estudiado, hablado, conspirado, recreado tanto de este mapa que sería imposible resumirlo todo. En esencia: ¿será una producción europea medieval o un mapa de “los antiguos reyes del mar”?
A ver, entre tanto misterio, ¿no se nos ha olvidado de prestar atención a las demás cartas marinas del almirante? Este libro traspapelado entre los polvorientos estantes, recogía más de 210 mapas de todos los mares del mundo, el “Kitabi Bahriye”, una gran recopilación de antiguos mapas copiados por él y obtenidos de sus saqueos marítimos o comprados a comerciantes en los muchos puertos donde desembarcó.
Y como siempre, ese poder del que les comentaba al principio, hechiza. Cada vez que los vemos conservamos el mismo asombro de la primera vez. Lo he comprobado con algunos de ellos…entre mapas, misterios y otras tintas. Se perciben sus múltiples lenguajes, e incluso, las peripecias del personaje que trazó esos viejos mapas.
Imaginemos que tenemos entre las manos el “Kitabi Bahriye”, aquí lo tengo: os invito a navegar en el…
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