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A propósito de un liderazgo hispánico en el ámbito del patrimonio subacuático.

A propósito de un liderazgo hispánico en el ámbito del patrimonio subacuático.
José María Lancho el

La verdadera virtud deja su huella  incluso en las aguas. Nos ha dejado Pilar Luna, la gran arqueóloga subacuática mexicana, una pieza fundamental en la batalla contra los cazatesoros en aguas de América y una referencia científica y humana.

Pilar Luna sabía que el legado sumergido hispano en América sólo era desentrañable si era el resultado de la cooperación con España, si los hispanos mexicanos y europeos éramos capaces de aproximarnos juntos, desde la ciencia, a un pasado común.

¿Se pensaba esto mismo en las instituciones culturales españolas? Los hechos no admiten otra retórica que su propia y dura substancia.

Durante una generación, en España, los mismos funcionarios -parece que en la arqueología subacuática la burocracia jamás se renueva (y por supuesto no me refiero a los arqueólogos)- evitaron que hubiera ninguna política española en torno al patrimonio subacuatico, hasta que el paso del tiempo hizo que esa ausencia de política fuera la única política.

El fruto de ese blindaje de puestos y de obsesiones, ajeno a cualquier resultado, es que aún no se ha excavado un solo galeón, que el expolio del legado hispánico en aguas estadounidenses se sigue produciendo, año a año, que a estas alturas de la discusión no existe un proyecto arqueológico elaborado por España sobre el galeón San José en manos de Colombia, que se ha favorecido claramente para que los expoliadores de Odyssey no respondan penalmente por la destrucción del yacimiento de la fragata Mercedes (y otro patrimonio cultural español), que la inmunidad soberana de los buques históricos españoles -la mayor baza que disponemos a estos efectos- no se afirme ante -y desde- la UNESCO, que la Ley de Navegación Marítima no se haya cumplido todavía en este ámbito… Esta es la política que tenemos desde hace una generación, bajo el extraño dominio de esa etiqueta denominada política cultural.

Nos dirán lo bien que se hizo con cómics, donde se hacen ajustes de cuenta con la Armada, y con documentales televisivos sacando, una vez más, brillo a la misma cara de la moneda, pero quienes saben que Odyssey Marine actuó durante años en nuestras costas y que sólo, y exclusivamente, se interrumpió el gran banquete del expolio sobre nuestro patrimonio cuando lo destapó la prensa, que el procedimiento penal contra los directivos de Odyssey ha sido saboteado durante años o que sin la sociedad civil el pleito contra los cazatesoros habría sido otro…(si es que hubiera habido pleito), saben que la realidad es el mayor problema de esta gente.

Pero en todo ese desierto hubo alguien que no fue desierto, que creyó acertadamente que era necesario crear un caso -el primero- de colaboración hispana (Aamérica-Europa) en torno al patrimonio subacuático, un primer caso, un acto tan inédito y renovador que podría trascender las generaciones de desencuentro y rencor en torno a nuestra historia común, entre las sociedades hispanas americanas y europea. Alguien que no se dedicó a cuestionar la inmunidad soberana sino a aprovecharla con fines culturales de protección y de cooperación. El candidato de ese intento era el galeón Nuestra Señora del Juncal hundido en 1631 cerca de Campeche.

Teniendo en cuenta lo que había aquí por supuesto Pilar Luna no lo consiguió. Desactivaron la propuesta Mexicana por medio de un memorando de entendimiento en 2014 que mediante una serie de generalizaciones sin valor, ni ambición ponía en vigor la técnica de hierro del chupatintas de raza: contentar, transigir, aplazar. La técnica con la que se han perdido todas las ocasiones.

Ahora, cuando se anuncian cambios en el Ministerio de Cultura es cuando defensivamente se comunica que España va a participar y respaldar la localización del galeón Juncal. Pero el detalle fundamental es ¿Cuál es el presupuesto de nuestro respaldo?: ¿10.000 euros?, ¿un poco más? ¿Para decir que se intentó, que se está haciendo, que ya están en ello? El proyecto Juncal, tal como Pilar Luna lo alumbró, era sin duda uno de los proyectos de colaboración cultural México-España más importantes en una generación. Uno de los proyectos más importantes del continente por su significación  y capacidad de ruptura con una inercia de desencuentros culturales de dos siglos. Es obvio, que con esa ridícula cifra económica se busca su fracaso y poner en riesgo a los arqueologos que participen. Ese proyecto merece un respaldo congruente, prudente con la presente situación pero suficiente y no el acomodo de una política deshecha, cansada y sin pensamiento.

En definitiva hace falta un cambio de paradigma ahora, un cambio de personas, un cambio de resultado.

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