Hoy quiero compartir contigo un fragmento de mi libro “Educar y ser felices”. Se trata de una serie de “vitaminas” que considero esenciales para la vida y para la educación de nuestros hijos.
Lo mejor de todo es que estas vitaminas no se compran en farmacias y las tienes a tu disposición en este mismo momento. Pero debes trabajar(te) para conseguirlas y conseguir que hagan su efecto. Estas vitaminas tienen un efecto mágico. Son las siguientes:
· Vitamina O: OPTIMISMO. No se puede educar sin optimismo. Como señala mi buen amigo José Carlos Aranda “en educación no hay espacio para la desesperanza”. Además, este optimismo vital lo contagiamos a nuestros hijos, algo que les ayudará a enfrentar con ánimo las dificultades de la vida. Para ello es necesaria una actitud positiva ante la vida y las circunstancias. Y esto es algo que se aprende. Como destaca Víctor Küppers “tu actitud, tu manera de ser la puedes trabajar, la puedes mejorar, la puedes desarrollar tengas 5, 25 o 125 años. Lo que pasa es que no es fácil porque estamos en un entorno en el que por cada alegría que tenemos son 27 disgustos. Y hay muchas personas que viven amargadas y de mal humor y no se lo merecen. Y vivir así es asqueroso. Sobre todo sabiendo que hay otra alternativa, porque la hay. La otra alternativa es luchar a contracorriente para vivir con ilusión, con alegría, que es mucho más difícil. Es mucho más difícil ser optimista que pesimista. Pero es un esfuerzo, es una lucha que vale mucho la pena”.
· Vitamina C: CONFIANZA- COHERENCIA. Debes confiar en ti mismo para educar. Precisamos elevar nuestra autoestima educativa, sentirnos capaces de aquello que estamos haciendo: educar a nuestros hijos de la mejor manera posible. Además es necesario hacerlo con coherencia transmitiendo un mensaje claro entre lo que hacemos y lo que decimos. Recuerda que tus hijos vivirán los valores que transmites con tu ejemplo, no los que prediques.
· Vitamina P: PACIENCIA. Educar es un proceso lento y constante. Necesitamos hacerlo con paciencia, sin esperar resultados inmediatos. ¿Cómo pretendes que tus hijos aprendan a esperar si tú no eres capaz de hacerlo? Aprendamos y enseñemos a saborear cada segundo de vida.
No hay niños difíciles. Lo difícil es ser niño en un mundo de gente cansada, ocupada, sin paciencia y con prisa.
· Vitamina H: HUMILDAD- HUMOR. Actuar con humildad. Un ingrediente necesario para seguir aprendiendo de todo y de todos, alejándonos de actitudes del tipo “eso ya lo sé, ¿qué me vas a contar a mí?” . Criar a un hijo es una continua lección de humildad. Aprovechemos la oportunidad. Aprendamos de nuestros grandes maestros, nuestros hijos. Tienen mucho que enseñarnos y aportarnos si estamos abiertos y dispuestos a recibirlo.
Nuestros hijos no quieren ni súperpapás ni súpermamás. Lo que quieren es unos padres humanos, sinceros y humildes.
Además es importante impregnar nuestro día a día de sentido del humor. Reírnos de nosotros mismos y enseñarles a ellos también a reírse de sí mismos. Utilicemos el humor como un medio para tomar distancia de los problemas y conflictos. No hay nada que no se arregle con unas buenas risas. ¿Te animas a hacer la prueba?
· Vitamina I: ILUSIÓN- INTUICIÓN. Educar es la tarea más importante que llevarás a cabo en tu vida. Por este motivo es necesario actuar con ilusión, compromiso y entusiasmo desde el minuto cero. Además, debes confiar en tu intuición. Podrás leer muchos libros, contar con pautas y recetas para educar pero como ya he señalado no existe un manual de instrucciones para tu hijo. Por tanto, muchas veces deberás confiar en tu intuición siendo consciente de que cada etapa tiene sus propias características y dificultades. ¿Lo más importante? RESPETA EL RITMO DE TU HIJO. Cada uno de nosotros crecemos a un ritmo distinto. Nadie “va tarde” todos llegamos a tiempo. Nuestro tiempo.
· Vitamina E: EMPATÍA. Qué importante es que miremos la vida con ojos de niño. Recuerda el niño que fuiste y qué era lo que te gustaba, lo que necesitabas en aquel momento. Aprende a interpretar qué necesita tu hijo. Esto le ayudará a sentirse comprendido y que te sientan cercano. Te ayudará a establecer una verdadera conexión con él. La clave del éxito educativo: trata a tu hijo como te gustaría que te tratasen a ti. Cuando nos logramos ser empáticos con nuestros hijos, es posible imaginar lo que piensa y siente. Es entonces cuando podemos conectarnos emocionalmente con él. Pregúntate:
¿Qué deseas que tus hijos recuerden de su infancia y su relación contigo?
· Vitamina A: AMOR. Esta vitamina no puede faltar en cualquier relación y mucho menos en nuestra relación padres-hijos. Se trata de un amor incondicional que todo lo impregna. Este amor está por encima de todo. Es el motor de la vida. No podemos dar cariño como recompensa al comportamiento de nuestro hijo. Y sobre todo, no basta con querer a nuestros hijos también tenemos que decírselo y recordárselo continuamente. Este amor debe estar presente en nuestras relaciones: con nuestra pareja, amigos, etc. Lo que ven y viven nuestros hijos es lo que aprenderán.
La forma en que tratamos a los niños influye en cómo crecen y en lo que se convertirán.
¿Qué te han parecido estas vitaminas?
¿Te animas a instalarlas en tu día a día? Te aseguro que se producirán muchos cambios positivos en tu vida y en la de tus hijos…
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