A esto nos referíamos quienes dijimos que la flotilla de la libertad no era pacifista sino simpatizante de Hamás. Nos referíamos a violentos y extremistas como los de esta fotografía que boicotearon ayer unas jornadas hispano-israelíes sobre energías renovables en la Universidad Autónoma de Madrid. De la manera en que se aprecia más abajo.
Y no porque nos dieran la gana, sino porque hay múltiples datos que demuestran las conexiones de los organizadores turcos de la flotilla con Hamás. Otra cosa es que hubiera en el barco algún ingenuo que otro que no se había enterado de nada. Pero me extrañaría sobremanera. Jamás he conocido a ningún ingenuo de esos en las manifestaciones y algaradas organizadas por Batasuna en el País Vasco. Todos sabían muy bien a quién apoyaban.
De ahí que lo dicho por El Gran Wyoming sobre los críticos de la flotilla, “han convertido a las víctimas en terroristas”, sea una grosera manipulación. Hemos descrito a las víctimas como lo que son, personas que apoyan a un grupo terrorista, lo que no quiere decir que el ejército israelí tenga derecho a disparar a esas personas si no se produce una situación de extrema necesidad que lo haga necesario como autodefensa.
Por eso me parece correcta la propuesta de la ONU de una comisión internacional que analice los hechos, que determine si existió o no esa situación de extrema necesidad. Se equivoca Netanyahu al rechazarla y al crear una comisión israelí. Incluirá dos observadores internacionales, pero me temo que no vaya a ser suficiente para dar a esa comisión la legitimidad que necesita para llegar a una conclusión, sea la que sea, respetada por todos.
Pacifistas