Ayer defendí mi optimismo en relación con la crisis catalana en mi artículo de papel en este periódico (más abajo) Por los significativos cambios producidos en la sociedad española en los últimos años. Entre ellos, el fortalecimiento del patriotismo español, ese problema que arrastra nuestro país desde el inicio de la democracia y que explica en buena medida las tradicionales dificultades para afrontar los desafíos independentistas.
Ahora, hay una crisis independentista muy grave, pero también un patriotismo español más fuerte que nunca. Incluso en la izquierda. Y lo de Alfonso Guerra, lo que acaba de defender en una conferencia en Sevilla, no es una novedad, pero sí es relevante que un líder histórico del PSOE lo proclame en este momento.
Fundamentalmente, que “ha llegado el momento de que los progresistas se despojen de sus prejuicios y proclamen su patriotismo”. Porque vivimos en un país “donde se aplaude el Gora Euskadi o el Visca Catalunya, pero se llama facha al que diga Viva España”.
No todo el socialismo coincide con Alfonso Guerra, pero hay una creciente percepción en la izquierda moderada de que ése es el camino y no el acercamiento a los nacionalistas. Algunos, por creencia en esa concepción de España, como el propio Guerra, y otros, por la constatación de que Ciudadanos no sólo está recibiendo los antiguos votos del PP, sino también los del PSOE, en buena medida por eso, por el patriotismo que echan de menos.