El chalet de Iglesias y Montero entra en contradicción frontal con el discurso de Podemos, y, sin embargo, dudo de sus efectos en el voto y en el propio poder de los dos comunistas propietarios. En teoría, esos efectos deberían ser enormes porque el chalet anula la credibilidad de Iglesias y de Montero. El chalet cuestiona el discurso comunista contra la propiedad, el capitalismo y la clase dominante y explotadora. Ridiculiza el mensaje de la “casta”, central en el auge de Podemos. Y hace añicos la teoría de los “indignados”contra el sistema. Incluso añade dudas sobre los posibles privilegios en la obtención de la generosa hipoteca.
Y, sin embargo, esto no es nuevo. Es la historia del comunismo, la radical distancia entre el modo de vida de los líderes y del pueblo, en los sistemas comunistas, pero también en los países democráticos. Acordémonos, por ejemplo, del famoso ático de lujo de Varufakis, del que fuera ministro de Economía de la extrema izquierda griega. Y repasemos el estilo de vida de los líderes comunistas occidentales.
La mentira del modo de vida de sus dirigentes no ha acabado con el comunismo, ni con los partidos de extrema izquierda. Cierto que ahora hay una novedad comunicativa, internet y las redes sociales, que multiplican el efecto de las imágenes, con chistes incluidos como el de más arriba. ¿Afectarán al poder de Iglesias y de Montero? ¿Al voto de Podemos? Si ocurre, será un cambio significativo.
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