Hemos llegado a tal grado de anti-polÃtica y acoso a los polÃticos que la respuesta valiente de un polÃtico a un gamberro se convierte en noticia mundial… y en objeto de debate. Y es que los primeros responsables de la degradación de la polÃtica son los propios polÃticos que la permiten y muchas veces la alientan. Por ejemplo, la izquierda francesa cuando critica al presidente francés por haber contestado con dureza al gamberro que le llamó por su nombre de pila y le cantó la Internacional. Porque coartó su libertad de de expresión, dicen los crÃticos.
Seguramente, no dirÃan lo mismo si otro gamberro le llamara por su nombre al lÃder de los socialistas franceses y le cantara, por ejemplo, un himno fascista. Pero, más allá del debate ideológico, el problema a de fondo es que los insultos, el desprecio, la falta de educación y hasta el acoso sean considerados libertad de expresión cuando se usan contra un polÃtico.
Y, además, la mayorÃa de polÃticos apenas se atreve a protestar en ese ambiente dominante. Con la excepción de polÃticos de enorme personalidad como Macron que lo ha hecho ahora y otras veces en el pasado. La sociedad volverá a respetar a los polÃticos cuando ellos se respeten a sà mismos, y eso ocurrirá cuando tengan la valentÃa de hacer lo que Macron ha hecho con este gamberro.
Sin categorÃa