Fueron tales los sobresaltos económicos de esta semana que pasó desapercibido el tremendo simbolismo de la celebración del cumpleaños de Barack Obama. Una reproducción del Happy Birthday, Mister President que Marilyn Monroe dedicó a John F. Kennedy en 1962. Esta vez con Jennifer Hudson y, eso sí, una actuación contenida muy alejada de aquel numerito erótico de Monroe al que solo le faltó un striptease final.
49 años después, no se le ocurre a Obama nada mejor que reproducir uno de los episodios más casposos y machistas de la democracia americana. Difícilmente comprensible incluso en aquella sociedad tan tradicional de los sesenta, pero increíble en el presidente que iba a revolucionar, decían sus admiradores, la política de Estados Unidos.
El bochorno de la imagen de Obama me hizo recordar un artículo de la escritora Gloria Steinem publicado en The New York Times en 2008, unos meses antes de las elecciones presidenciales. Argumentaba Steinem que es más difícil para una mujer que para un negro llegar a la presidencia de Estados Unidos. Y ofrecía varias razones que llevaban a la reflexión, por ejemplo, que el sexismo es todavía confundido con la naturaleza como el racismo lo fue durante mucho tiempo. Cuando observo la fotografía del cumpleaños de Obama, me temo que es perfectamente ilustradora de la teoría de Steinem: los hombres negros han cambiado su posición, Obama, las mujeres, negras o blancas, siguen en la misma.
Es inevitable también pensar en el simbolismo de la fotografía sobre el fracaso de Obama en el cumplimiento de las grandes expectativas que generó. En su semana más negra, la imagen nos recuerda que no es el gran líder innovador que se pretendió, sino un hombre anticuado, deseoso de imitar a un líder de hace cincuenta años, inconsciente del perverso simbolismo de su imitación.
Machismo
