El colaboracionismo con algunos dictadores y represores está tan plenamente aceptado en las democracias que hechos deleznables pasan desapercibidos en brevísimas y perdidas líneas de la información. O, sencillamente, no se cuentan, porque no se les da relevancia. Me entero de uno de estos hechos leyendo al gran Raúl Rivero en El Mundo de hoy. Relata Rivero que el Black Caucus de la Cámara de Representantes estadounidense que acaba de visitar Cuba se ha negado a recibir a los disidentes.
Es una más, lo sé. Lo han hecho antes múltiples delegaciones colaboracionistas europeas, lo ha hecho nuestro Gobierno. Pero me detengo hoy en este nuevo escándalo porque los ingenuos unidos del mundo ensalzan en las últimas semanas los grandes cambios que el Gran Obama establecerá para Cuba frente al Malvado Bush. Pues bien, ahí tienen el primer hecho de los cambios. Sonreír más y mejor a los dictadores.
Y me temo que la estrategia de la sonrisa continúe. Y lo digo por el anuncio de intenciones realizado por Obama para la cumbre de las Américas que comienza este viernes en Trinidad. Dice que quiere impulsar un nuevo diálogo con Cuba, eso sí, a cambio de medidas de liberalización por parte del régimen. El problema es que el régimen ha demostrado sobradamente que no está dispuesto a tomar ninguna de esas medidas, algo que Obama está obligado a conocer.
Otra cosa es el levantamiento de restricciones para los viajes de los estadounidenses a la isla. La Casa Blanca acaba de confirmar hoy mismo ese levantamiento. La medida me plantea muchas dudas y he sido desfavorable en el pasado, pero, con la experiencia de estos últimos años, tiendo a pensar que el levantamiento será bueno probablemente para los cubanos, a pesar de que las restricciones de anteriores administraciones estaban basadas en la libertad. Por la sencilla razón de que los parientes estadounidenses llevarán al menos bienes escasos y alivio material a los cubanos aunque no les puedan llevar la libertad.
Dictaduras
