Emilio de Miguel Calabia el 25 mar, 2024 Por las fechas que son, me parece que este texto que traigo hoy viene muy a cuento. Es un texto de una charla que dio Tony de Mello, un jesuita indio que logró meter la doctrina católica en odres orientales y demostró que hay una sabiduría que es universal. Como es un texto muy largo, le he tenido que meter la tijera con gran pesar. “Para redescubrir la vida sólo hace falta escuchar. Escuchar no es tragar (eso es credulidad). Escuchar no es ser crédulo. Escuchar no es atacar, y a menudo nos vemos tentados a hacerlo sobre todo con lo novedoso e inédito. Escuchar no es estar de acuerdo.” (…) “La vida puede estar en cualquier lado. Si echamos una mirada al mundo nos daremos cuenta que existe sobre todo mucha pobreza. Son altísimos los índices de pobreza en todas partes. ¿Y hay vida allí?. A lo mejor me dirán que no puede haber vida allí. Y yo les digo que con mayor razón la hay , aunque no lo crean. Hace unos doce años lo pude comprender. Hace doce años me cambió la vida. A veces pienso, cómo no lo vi antes. Y todo sucedió al conocer a Ramchandra. Era uno de esos hombres que conducían uno de esos típicos carritos de la India. Cuando lo conocí, le pregunté si estaba feliz con lo que hacía. Su respuesta me dejó anonadado: – ¿ Y por qué no serlo si es Dios, quien me puso en este lugar? Comprobé que nada lo alteraba. Siempre estaba bien, a pesar de su pobreza y la de su familia y sobre todo de la enfermedad que le aquejaba por la agotadora actividad que desarrollaba y que sin duda era propia de todos los trabajadores como Ramchandra. Por ese tiempo se compraban los esqueletos en vida de quienes trabajaban en esta ocupación. Era un verdadero tráfico de esqueletos. Los comerciantes sabían que los trabajadores no durarían más de 10 a 12 años en esta actividad laboral. De ahí que Ramchandra vendió también el suyo a solicitud de uno de los compradores. Cuando le pregunté si estaba preocupado de su futuro cuando él no estuviera, me respondió: ¿ Y por qué habría de estarlo?. Yo estoy haciendo todo lo mejor posible, pero el resto está en manos de Dios. Y cuando insistí sobre su enfermedad, sus dolores y secuelas; me atajó. “Claro que duele un poco, pero debemos tomar la vida como viene”, dijo sonriendo. Yo estaba en la presencia de un verdadero místico. Estaba en presencia de la vida. Yo era el que estaba muerto. Él estaba más vivo que ninguno. Él, sin saberto, creía en lo que una vez dijo Jesús: ” Mirad las aves del cielo, mirad las flores del campo, que no siembran ni hilan, no se preocupan ni un momento del futuro, no como vosotros.” (…) “Cuesta comprender, por ejemplo, que puede ser inmensamente feliz una persona a la que le quedan 6 meses de vida. Al terminar una conferencia se me acercó un sacerdote. Me dijo que estaba de total acuerdo con mis palabras y no porque yo las dijera; simplemente porque ya las había escuchado de labios de un enfermo terminal de sida que se encontraba postrado en el Hospital de San Louis. Le había manifestado que sentía que había desperdiciado toda su vida; pero que estaba agradecido a Dios, porque los últimos seis meses de su vida habían sido maravillosos. ¿Qué había sucedido?. Simplemente que al entererarse, había abandonado: la presión, la tensión, la ansiedad y la esperanza y al eliminar todo lo anterior surge libre de todo la felicidad. Es como volver a vivir. Es comprender que aunque se haya desperdiciado la vida entera, aún así se puede aprender a ser feliz en el resto de tiempo que a uno le queda.” (…) “Si tu vida es un enredo y lo sabes, lo raro es que no quieras salir de ese enredo. Cualquier psiquiatra sabe que su paciente no busca la cura, simplemente quiere aliviarse. El ejemplo más claro lo dijo una vez un famoso psiquiatra norteamericano. Se trata de un tipo que está inmerso en una letrina, más específicamente en excremento líquido. El asqueroso líquido le llega un poco más abajo de la nariz. ¿Creéis que quiere salir de ese lugar?¡ Para nada! Lo único que solicita es: ¡ Por favor, que no me hagan olitas!” (…) “Un aviso que vi en Siracusa lo dice todo. En la imagen una pareja de novios tomados de la mano y ella dice: “No quiero ser feliz, pues los felices están en el manicomio. Quiero ser infeliz contigo”. Es como decir: No quiero felicidad, quiero fama. No quiero felicidad, quiero esa medalla olímpica. No quiero felicidad, quiero dinero. En resumen no quieren ser felices; quieren, fama, dinero, logros, medallas, éxito. Me impacta el ejemplo de Ramchandra. Vivía como un verdadero rey. No como esos gobernantes del mundo, llenos de miedo de perder el poder, la fama, los éxitos, los logros, la vigencia , la permanencia, el respeto. Vivir como un rey es vivir sin ansiedad, sin presiones, sin desesperación, sin angustias. El resultado es la felicidad pura. Y tú y yo estamos aquí para ser felices, pero nos empeñamos en lo contrario, pues obstruimos la felicidad.” (…) “Al nacer nadie nos dio la instrucciones correctas, sino las equivocadas y ¿cuál es el quid de todo esto?. Buda lo dijo bastante claro: “El mundo está lleno de sufrimiento. La raíz del sufrimiento es el deseo. La supresión del sufrimiento se consigue mediante la eliminación del deseo”. (…) La raíz del sufrimiento es el apego. El abandono del apego es la supresión del sufrimiento. El apego no nos permite ser felices. Todos tenemos: apego a la vida, a las cosas, a las personas. Y esto obstruye nuestra felicidad. He aquí un ejemplo de apego: Una caravana de comerciantes llegó a un lugar de descanso, después de un arduo y agotador viaje. Se dispusieron entonces a atar a sus camellos. Pero había sólo diecinueve estacas para hacerlo, por lo que el dueño del camello vigésimo no sabía qué hacer. Consultó entonces al jefe de la caravana y éste le dijo: ¿ Por qué no haces los movimientos y el ademán como si estuvieras atando al animal? Y así lo hizo el comerciante. Al amanecer, todos desataron y montaron sus respectivos camellos. Pero el camello que no estaba atado se negaba a moverse de su lugar. ¿Qué hacer?.Simplemente hacer los movimientos de desatarlo. Entonces de inmediato siguió camino con su amo y señor. Todos vivimos atados a algo o a alguien. ¿Qué crees tú? Hay dos tipos de deseos:A) Los deseos de cuya satisfacción depende nuestra felicidad y B) Los deseos de cuya satisfacción no depende nuestra felicidad. Pero sin duda que tratamos de todas maneras satisfacer nuestros deseos-apegos. Es lo que se usa, se impone, es parte de nuestra sociedad y del progreso. Y ¿sabes cuál debería ser el verdadero progreso?. El progreso de nuestro corazón, del amor y de la felicidad. El perfecto amor ahuyenta el miedo. Y donde hay amor no hay deseo-apego. Un ejemplo de apego, que a menudo se confunde con el amor: “Sin ti no soy feliz”, lo que significa: por eso deseo atraparte. “Si te marchas, soy infeliz”. Qué diferente es decir:”Si estás o no estás a mi lado, soy igualmente feliz. Porque estás en mí. Permaneces siempre en mí.” Desde siempre nos han dicho que no podemos ser felices si no tenemos a alguien a nuestro lado. Nos enseñaron entonces a ser infelices, a tener que procurarnos la compañía de un deseo-apego (ese alguien) para ser felices. A depender y a no ser autosuficientes para ser felices. Nos enseñaron a vivir de la ilusión.” (…) “La realidad no es perturbadora. La realidad no es problemática. Si no existiera la mente humana no tendríamos problemas. Todos los problemas son irreales y causados por tu mente. Los problemas no están ni en la vida, ni en la realidad ni en el mundo. ¿ Y a quién o a qué culpar?. A nadie. Simplemente es producto del adiestramiento o la programación equivocada. Eso es lo que nos perturba. Por las creencias, las costumbres, la programación incluso podríamos matarnos. Entonces ya no deberíamos decir: “Algo me perturba”, sino que me perturbo por tal o cual situación. La espiritualidad es algo que muchos tenemos in mente. Escribimos sobre ella, leemos, estudiamos y la espiritualidad así como la vida, pasan a tu lado y ni siquiera te das cuenta. Espiritualidad es no estar a merced de suceso alguno, de persona o de cosa.” (…) “La felicidad es incausada. No es causada por nada ni por nadie.” (…) “Si tu felicidad depende de algo o de alguien, no es felicidad. Y lo curioso es que durante toda nuestra vida hacemos todo lo posible para ser infelices y todo debido a nuestra querida y bien ponderada programación. Dos amigos míos, antes de morir, me confiaron su secreto para sentirse en paz y felices en ese paso trascendente: simplemente se dejaron ir. No presión, no angustia, no ansiedad, no esperanza. Sólo dejarse ir. Si todo se nos complica en las relaciones humanas es porque no vemos a las personas como son, sino como somos nosotros. A lo mejor te has visto tentado a querer cambiar, pues algo no te agrada de ti. Pero no necesitas cambiar, sino entender. Además no estás aquí para querer cambiar al mundo, sino para amarlo. Y esto se logra viéndolo-comprendiéndolo.” (…) “ Nos duele un montón quedarnos solos. Pero entonces se comprende que podemos ser autosuficientes . Que no necesitamos a los demás para controlarlos, presionarlos, demostrarles afecto para que después nos devuelvan la mano. No necesitamos de ellos para ser felices. Al descubrir que ya no necesitamos ejercer el control hacia los demás comienza a presentarse suave, lentamente el amor. Ya no existe el apego y el resultado es el amor verdadero y perfecto. Ya sabeis la fórmula. Hasta un niño de siete años la pudo comprender. Necesitabais sólo escuchar. Hay tantos que pasan. Allá ellos. Es como ir de viaje en un autobús que lleve los visillos corridos. Dentro sus pasajeros comentan quién es el mejor vestido, quien ocupa un lugar de honor y cosas estúpidas como ésas. Nadie se atreve a descorrer las cortinas, y todos se pierden el maravilloso espectáculo que les regala el paisaje. Cierto día un comerciante se topó con un mendigo. Recordó que había soñado con él la noche anterior y le dijo: ¡Qué increíble! ¿Sabes que anoche soñe contigo y con el Señor Vishnú y éste me ha revelado que posees una piedra que podría hacerme feliz. “¿Te refieres a esta piedra?”, preguntó el mendigo, extrayéndola de su saco. “¿Me la podrías regalar?”, preguntó el comerciante.“Pero, ¡por supuesto!”, respondió el peregrino. “¡Tómala!” afirmó, entregándosela, ante el asombro del comerciante, pues era un diamante enorme. Hecho esto, se recostó bajo la sombra de un árbol, muy tranquilo. El comerciante no pegó ojo durante la noche. Estaba muy inquieto. Apretaba la piedra contra su pecho y no lo podía creer. Pero al clarear el día, con el diamante en la mano, se acercó a su bienhechor y le dijo: ¡Quiero devolverte esta piedra!. Pero a cambio ¿Podrías regalarme la riqueza que permite desprenderse de un diamante como éste? Un místico es feliz tanto siendo pobre como rico.”