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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

Jesucristo según Fernando Bermejo Rubio (2)

Emilio de Miguel Calabia el

En contraposición a la corriente predominante, Bermejo es muy escéptico sobre la posibilidad de que los Evangelios contengan muchas noticias veraces sobre Jesús. Cree que las tradiciones existentes, al ponerse sobre papel se desvirtuaron en muchos casos. Pero también observa que la falta de homogeneidad en la descripción de Jesús y sus hechos indica que no todo el material fue creado ex novo. Asimismo, la Palestina del primer tercio del siglo I d.C. que describe se corresponde con lo que sabemos de cómo era la Palestina de aquel tiempo. La carrera de Jesús como predicador es plausible y cabe inferir que efectivamente hubo un predicador real que sirvió como modelo.

Bermejo señala algunos criterios para determinar qué hechos de los narrados en los Evangelios podemos considerar que tienen fiabilidad histórica. Su punto de partida son las contradicciones que encontramos en los Evangelios. Unas veces Jesús parece opuesto a la Ley y otras veces parece comprometido con su pureza y su cumplimiento. A veces se le presenta como un predicador espiritual, preocupado por la moral y la salvación de los hombres y ajeno a los acontecimientos políticos, y en otros como a un activista político que acaba crucificado. En opinión de Bermejo, el intento posterior de presentar una imagen determinada de Jesús no logró borrar todos los rastros de un Jesús distinto. Aquí y allá podemos entrever la historia subyacente a la versión definitiva y oficial. El corolario es que los Evangelios están muy editados y apenas ofrecen un retrato del Jesús histórico.

¿Por qué se habrían introducido y habrían perdurado esos elementos que casaban mal con la imagen que se quería dar de Jesús? En algunos casos se trataría de historias que eran demasiado sabidas como para eliminarlas sin más. En otros, el autor no se habría dado cuenta de que lo que contaba en un determinado momento contradecía el resto de la narrativa. Bermejo cree que son esos elementos contradictorios los que nos permiten de verdad acercarnos a la figura histórica de Jesús, superando los intentos por embellecer su historia. Aun reconociendo la lógica del planteamiento de Bermejo, le encuentro un peligro: es el intérprete quien al final determina lo que es o no contradictorio, los fragmentos que son o no relevantes. Al final del proceso, ¿obtendremos una visión de Jesucristo más próxima al Jesús histórico o una acorde a los intereses/creencias del intérprete?

Bermejo otorga una importancia especial a los patrones recurrentes, esto es, los motivos que se repiten aquí y allí y cuya presencia dispersa a lo largo del texto indica que provienen de una etapa muy temprana de la tradición. Pero no todo patrón es válido per se. Hacen falta algunos requisitos: 1) Plausibilidad; 2) Que no sea reductible a los intereses del redactor, o sea, que no quepa pensar que lo introdujo para defender una determinada imagen de Jesús.

Otro criterio, muy utilizado al estudiar textos antiguos, es el del material embarazoso. Cuando aparece material “vergonzoso”, material que contradice palmariamente la imagen que se quiere dar del personaje, lo más probable es que ese material sea verdadero. No obstante, Bermejo previene contra el uso acrítico de este criterio. Un ejemplo lo tenemos en la caracterización de los discípulos como necios incapaces de entender las enseñanzas de Jesús y cobardes que le abandonan en el momento de mayor peligro. Resulta embarazoso para los discípulos, pero ¿es creíble? Hay otras posibilidades: puede que ese material se introdujese para resaltar la excepcionalidad de Jesucristo o puede que, para justificar cambios ulteriores en las enseñanzas, se cargasen las tintas sobre la idea de que los discípulos no habían entendido a Jesucristo.

Un tercer criterio es el de la “información accidental”, noticias que se dan de pasada porque el autor no las considera relevantes para lo que quiere contar. Su carácter “accidental” hace que seguramente no hayan sido editadas; no se consideraron lo suficientemente importantes como para alterarlas o suprimirlas. Sin embargo, al estudioso del siglo XXI le pueden proporcionar pistas importantes.

Y bien, aplicando estos criterios, ¿qué imagen obtenemos de Jesús?

Para Bermejo, los indicios apuntan a que Jesús fue ante todo un líder politico-religioso judío, que quería liberar Israel, restaurar el reino y expulsar a los romanos. En palabras del propio Bermejo: “Jesús como nacionalista judío que aspira a guiar a Israel, en frontal conflicto con los poderes establecidos.” El reino que predicaba era de este mundo. Por eso lo ajusticiaron los romanos.

Analizando los textos evangélicos, Bermejo encuentra algunos hechos cuando menos sospechosos que abonarían sus tesis. Enumero los principales: Jesús ordenó a sus discípulos la compra de espadas (Lc 22, 36) y en la escena del prendimiento se observa que algunos de los discípulos estaban armados y que se resistieron (Lc 26, 49-50, Mc 14,47); hay palabras de Jesús que destacan por su violencia. Unas de las más famosas son: No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa.” (Mt 10,34) Otras palabras semejantes en Lc 12,49 son: “He venido a traer fuego a este mundo, ¡y ojalá estuviera ya ardiendo! Tengo que pasar por un bautismo, ¡y qué angustia hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido a traer al mundo paz? No, mas bien he venido a traer división. En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres contra dos y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre, la madre contra la hija y la hija contra la madre, la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.”; en determinados pasajes, Jesús quiere pasar desapercibido y se comporta con secretismo. En este sentido, el episodio de la búsqueda de la casa para celebrar la Última Cena podría leerse como una novela de espías con sus contraseñas; hay palabras de Jesús que parecen tener un contenido político determinado, más que espiritual como en Mt 23 37-39: “Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas, y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas, y no quisiste! He aquí que vuestra casa os es dejada desierta. Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor”; los evangelios comentan que había habido una revuelta con derramamiento de sangre poco antes del arresto de Jesús. ¿Habría habido alguna conexión entre los dos hechos?…

Evidentemente, para Bermejo, el reino de Dios que ocupaba un papel central en el mensaje de Jesús, es un reino político, la utopía de una sociedad que se conduce según los mandatos divinos con justicia. Cuando les promete a sus seguidores que si abandonan sus casas, sus campos y sus familias por Dios, Éste se lo devolverá centuplicado, no les está haciendo una promesa pagadera en el Más Allá, sino una que se concretará en esta tierra. Cuando haya triunfado la revolución e Israel haya sido liberado, se restablecerán el orden y la justicia y los bienes serán redistribuidos (Marcos, 10,29). La famosa expresión “Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”, es precisamente un llamamiento a crear esa sociedad utópica regida por la voluntad de Dios. De ahí a la teocracia sólo hay un paso.

 

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