Emilio de Miguel Calabia el 30 abr, 2024 Peter Turchin es uno de los impulsores de la cliodinámica que estudia los patrones recurrentes de la Historia mediante el análisis histórico cuantitativo. En “Final de partida. Élites, contraélites y el camino a la desintegración política” Turchin aplica su modelo para determinar por qué nos estamos yendo al carajo (uno agradecería que los investigadores no se anduviesen por las ramas, cuando ya existen maneras muy expresivas de llamar al pan, pan y al vino, vino). El análisis se centra en EEUU, pero mucho de lo que dice se aplicaría a otras latitudes. Los datos que indicarían que estamos al borde de una crisis política inminente son: 1) Los salarios reales están estancados o tienden a la baja. La burbuja inmobiliaria, que revalorizaba las casas, y la facilidad con la que se conseguían créditos hicieron que durante algún tiempo la erosión de los salarios pasase desapercibida. Tras la crisis de 2008 fue imposible no verla; 2) La brecha entre ricos y pobres es cada vez mayor. Sí, es tan grande que hasta los economistas han empezado a estudiarla. Mi pregunta sería: ¿está el sistema capitalista diseñado de tal manera que esa brecha es inevitable?; 3) Existe una sobreproducción de jóvenes con titulaciones superiores. Una de las causas de la inestabilidad política es la sobreproducción de élites. El número de altos cargos en la Administración y de puestos de CEO en las grandes empresas está tasado y apenas varía de generación en generación. Sin embargo, el número de miembros de la élite crece cada generación aunque sólo sea por vía nacimientos. Esto significa frustración y luchas dentro de la élite por unos puestos cada vez más escasos en proporción. Un ejemplo que refleja cómo la lucha por las posiciones de poder se ha vuelto más enconada: en 1990 el gasto medio para conseguir un escaño en el Congreso de los EEUU era de 400.000 dólares; en 2020 fue de 2,35 millones de dólares; 4) Confianza declinante en las instituciones. Ante la dificultad de acceder a la élite, los candidatos y quienes ya pertenecen a la élite y desean conservar sus posiciones, subvierten las reglas del juego para conseguir sus objetivos. Por su parte, quienes están fuera de la élite y ven cómo sus salarios y su nivel de vida se deterioran, comienzan a pensar que el sistema ni les representa ni les ayuda y pierden su confianza en las instituciones, convirtiéndose en candidatos para votar al primer populista que aparezca. La dinámica del desprestigio de las instituciones y la violación de las reglas de juego la conté aquí en mayo de 2021 aplicado al final de la República Romana; 5) Explosión de la deuda pública. Turchin desarrolla los puntos anteriores sobre la base de algunos ejemplos históricos. Me centraré en su explicación del caso norteamericano, a la que dedica más espacio. Entre 1800 y 1820 la polarización política en EEUU descendió. Pero a partir de 1820 comenzó un proceso de pauperización de la población que vio como la proporción de los salarios en el PIB entre 1820 y 1860 cayó en un 50%. Entre 1820 y 1825 hubo sólo una revuelta urbana cruenta (revuelta con al menos un fallecido violentamente), en el período 1855-1860 hubo 38. En vísperas de la guerra de Secesión, EEUU estaba gobernada por una alianza entre la élite aristocrática y esclavista del sur y los patricios del noreste (comerciantes, banqueros y abogados). La base económica de esta alianza era el algodón que producían los del sur y comerciaban los del noreste para intercambiarlo por manufacturas europeas. Pero en este período apareció una nueva élite manufacturera que abogaban por unos aranceles altos para proteger sus industrias incipientes. Se produjo el típico problema de la sobreproducción de élites: no había suficientes cargos políticos para todos y esto polarizó a las élites. La nueva élite manufacturera quiso acabar con las élites precedentes y para ello nada mejor que atacar la esclavitud, que era la base del poder de la aristocracia sureña. Esa nueva élite consiguió sus objetivos: la guerra de Sucesión empobreció al Sur y aniquiló a sus élites, al tiempo que propulsaba a la cúspide a la nueva clase empresarial norteña. En el período de inestabilidad 1830-1930, hubo dos picos de violencia: el de 1861-1865 (guerra de Secesión) y el de 1920. Al término de la guerra de Secesión las élites, asustadas por el desastre producido, se unieron y pactaron a partir de 1900 una serie de reformas no escritas. Básicamente se permitió que los trabajadores se sindicaran y tuvieran derecho a la negociación colectiva, lo que permitió que consiguiesen una participación mayor en los beneficios del crecimiento económico. La Gran Depresión y la II Guerra Mundial mostraron que el acuerdo funcionaba. Una característica del período posterior a la II Guerra Mundial fue el consenso ideológico entre republicanos y demócratas en torno a un capitalismo de rostro humano, en el que trabajo, capital y Estado cooperaban. Otros temas Tags CliodinámicaEEUUÉlitesPeter Turchin Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 30 abr, 2024