Emilio de Miguel Calabia el 29 dic, 2021 La Edad Media en la Europa cristiana fue un período duro para los judíos. Apartados de muchos trabajos, viviendo en guetos, escarnecidos, siendo víctimas de pogroms ocasionales… Inevitablemente uno podía preguntarse: ¿seguro que éstos son el Pueblo elegido que adora al verdadero Dios? En el siglo XII, un judío español que sin duda debía de estar haciéndose la misma pregunta, escribió “El Libro de los jázaros: El Libro de la prueba y demostración en defensa de la Fe despreciada”, más conocido como “Cuzary”. Los jázaros a los que alude eran un pueblo de origen turco que entre los siglos VII y X crearon un gran imperio en las estepas del este de Rusia y de Kazajstán. Parece que parte del imperio se convirtió al judaísmo, aunque no están claras ni la fecha, ni la amplitud de la conversión. Lo más probable es que buena parte de las élites se convirtieran al judaísmo y puede que la conversión permease ligeramente a las demás capas de la población. Dada la postración de los judíos europeos, la idea de un poderoso imperio judío era como un sueño y más todavía con la leyenda que decía que hubo una disputa doctrinal en la que un cristiano, un musulmán, un filósofo y un judío defendieron sus respectivas fes y ganó el judío. El “Cuzary” de Yehuda Halevi es la narración de esa disputa. La obra comienza con el Rey de los jázaros, que tiene un sueño en el que se le aparece un ángel que le informa de que la religión jázara no es la religión verdadera y que a Dios le gusta que se le adore de una determinada manera. El planteamiento de Halevi en el libro es muy inteligente. Primero descarta al Dios de los filósofos. Un Dios que se limita a ser la causa eficiente del universo resulta mucho menos atractivo que un Dios que interviene en la Historia y con el que es posible relacionarse. A continuación viene el cristiano, que señala lo que define a su religión: Jesús es el Hijo de Dios, es parte de la Santísima Trinidad y fue crucificado para redimir a la Humanidad. Entonces, comete un error dialéctico serio: proclama que el cristianismo es el heredero del judaísmo y que sustituyó a éste en la bendición de Dios al Pueblo Elegido. En tercer lugar viene el musulmán, que dice que el Corán es la palabra de Dios, que su perfección confirma su origen divino y que Mahoma es el sello de los profetas. El Rey no está muy convencido. ¿Por qué tiene que creer en la perfección de un libro escrito en un idioma que él no entiende? El musulmán recurre al elemento milagroso y dice: “¿No está nuestro Libro lleno de historias de Moisés y de los hijos de Israel. Nadie puede negar lo que le hizo al Faraón, ni cómo dividió las aguas?…” Así pues, el cristiano y el musulmán para defender sus respectivas fes han tenido que recurrir al judaísmo. El Rey siente curiosidad por el judaísmo. Ahora es el turno del rabino. Sin haber hecho nada, va ganando dos cero por los errores de los contrarios. El rabino no habla de la naturaleza de Dios como hubiera cabido esperar. Su defensa es histórica: el judaísmo se basa en una serie de acontecimientos que le ocurrieron al Pueblo Elegido. Al Rey le mosquea un Dios tan localista. La respuesta del rabino es que los judíos no adoran a un Dios abstracto, sino a un Dios que se ha manifestado al Pueblo Elegido en momentos determinados. Entonces viene la pregunta incómoda, la que mil años después en otras latitudes se haría el Rey siamés Narai con respecto al cristianismo: “¿Por qué Dios se ha revelado sólo a los judíos?” Era una pregunta que a los judíos no había incomodado mientras estuvieron en el área cultural mesopotámica, donde los dioses nacionales eran la norma, pero, tras el contacto con el universalismo helénico, se había convertido en una pregunta mucho más difícil de responder. Halevi recurre a una tautología para justificarlo: Dios escogió a los judíos porque son cualitativamente superiores al resto de los hombres y lo son porque Dios les escogió. “La Ley nos fue dada, porque Él nos condujo fuera de Egipto, y siguió con nosotros, porque somos los elegidos de la Humanidad”. Desde Adán, en cada generación hubo una persona que portó la bendición de Dios, pero a partir de Jacob esa bendición se difundió a todo el pueblo de Israel. “Cualquier gentil que se nos una incondicionalmente comparte nuestra buena fortuna, sin ser, no obstante, completamente igual a nosotros.” Increíblemente los argumentos convencen al Rey, que se convierte al judaísmo, aunque sólo sea para convertirse en un judío de segunda. Desde el primer contacto con el helenismo, los judíos se habían enfrentado al problema de compatibilizar su fe con la razón, un problema que, por cierto, también se encontrarían cristianos y musulmanes. Entre los pensadores judíos medievales, el que daría una respuesta más satisfactoria fue el judío cordobés Maimónides en su “Guía de los Perplejos”. El punto de partida es que hay hombres que, cuando empiezan a recibir instrucción en cuestiones avanzadas (matemáticas, lógica y astronomía,- las bases de la educación superior musulmana), no saben cómo reconciliarlas con lo enseñado por la Biblia. Sin embargo, razón y fe son necesarias para llegar a Dios y contraponerlas es un error. Maimónides recurre al mismo método al que recurrió San Agustín de Hipona ochocientos años antes: no hay que tomar la Biblia literalmente en todos los casos, porque muy a menudo habla en forma de parábolas y metáforas. Hay verdades que Dios eligió velar y en ocasiones lo hizo porque la mayoría de la gente no está preparada para asimilarlas. Como en muchas otras tradiciones religiosas y seculares, la verdad está reservada a una élite superior que entiende. La “Guía” fue polémica en su tiempo. Hubo judíos que la consideraron herética y otros que la vieron como un hito filosófico. A la larga serían los segundos los que ganarían y la obra de Maimónides marcaría al judaísmo posterior. No sólo eso, la “Guía” influiría sobre filósofos cristianos como Santo Tomás de Aquino y Duns Escoto, que estaban inmersos en la misma tarea: reconciliar razón y fe en el cristianismo. Literatura Tags CuzaryGuía de PerplejosJudaísmoJudíosMaimónidesYehuda Halevi Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 29 dic, 2021