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Blogs Bukubuku por Emilio de Miguel Calabia

El circo de la vida

Emilio de Miguel Calabia el

La novela moderna comenzó a ser practicada en Tailandia a comienzos del siglo XX. La primera novela reseñable fue “El circo de la vida” de Arkartdamkeung Rapheephat de 1929, una novela extraña y en muchos sentidos muy poco tai. Literariamente es irregular, como no podía ser menos cuando uno ensaya un modelo artístico que le es ajeno vital y culturalmente. Pero, por lo demás, lo que destaca es lo rompedora que fue en su tiempo.

La novela relata la historia de Wissut, procedente de una familia de la pequeña nobleza. Wissut parte a Londres para estudiar Derecho. Allí se enamora de una anglo-italiana, María Grey, pero será un amor imposible; les separan la cultura y la raza. Abandona los estudios de Derecho, se hace periodista, recorre medio mundo. Tiene problemas de salud y acaba regresando a Tailandia, frustrado y derrotado. La trama deja mucho que desear, pero sus debilidades literarias no deben ocultarnos todo lo que tuvo de innovador en su día.

Para empezar, la novela mezcla lo inventado con lo autobiográfico. Mucho de lo que le ocurre a Wissut le pasó realmente a Arkart. Su origen social era similar. Arkart también viajó a Inglaterra para estudiar Derecho, pero no terminó sus estudios. También tuvo un amor imposible con una occidental y regresó a Tailandia menos de cuatro años después de su partida, sin título y con una sensación de fracaso.

La autobiografía no era un género que se practicase en Tailandia ni entonces ni ahora. La cultura tailandesa no fomenta la introspección ni el análisis psicológico. En la literatura clásica, a lo más que llegaba el autor era a expresar sus sentimientos ante un paisaje o una pequeña escena cotidiana observada, pero el foco de atención era lo observado, no la subjetividad del autor. Y, desde luego, la observación no llevaba, a la manera de los románticos alemanes, a pensamientos elevados sobre la vida, el mundo y la muerte.

No acostumbrado a lo autobiográfico, el público tailandés no recibió bien la novela. La exposición abierta de los propios sentimientos es algo muy poco tailandés. Por otra parte, lo novedoso de la novela hizo que los lectores no supiesen distinguir lo inventado de lo real y que muchos pensasen que todo lo que narraba le había ocurrido tal cual a Arkart.

En Tailandia existía la literatura de viajes, pero se escribía en verso, no en prosa. Y desde luego, antes de Arkart, ningún tailandés había escrito sobre países tan lejanos y ajenos. Lo más lejos sobre lo que los tailandeses habían escrito era China. Lo que Arkart cuenta sobre sus viajes es poco relevante y parece que lo que más le interesa es poner nombre de ciudad tras nombre de ciudad para que se vea la de mundo que ha recorrido. “La Embajada en Washington me había permitido que me quedase con Sir Percival hasta que me hubiera recuperado del todo. Así pues, Sir Percival y su familia me llevaron a visitar varios sitios, tales como Chicago, San Francisco, Los Ángeles y Hollywood con regresos ocasionales a Nueva York entre medias. Después fuimos a Philadelphia, Baltimore y Washington, visitando las distintas tiendas y oficinas de Sir Percival.” He visto guías de turismo que eran más amenas. Arkart parece ser de los que piensa que viajar imprime carácter y, más importante todavía, sirve para presumir. Las siguientes líneas bien pudiera haberlas escrito Arturo Pérez-Reverte: “… Aunque tuve que hacer frente al peligro una y otra vez, era feliz y sentía que nada podía compararse con esa vida. Me recordaba a los buenos días de antaño, a los tiempos en los que estaba trabajando en Inglaterra, viajando a distintos países, pasando la vida en compañía de gente de distintas tierras, hablando distintos idiomas…”

Lo malo es que Wissut, por mucho que viaje, no logra desprenderse de una visión un tanto xenófoba y racista del mundo, en la que predominan los estereotipos. China es un país peligroso y cruel; teniendo en cuenta que eran los años de los señores de la guerra y de las luchas civiles, puede que no anduviera desencaminado. Le sientan a una mesa con estudiantes indios en Inglaterra y “me sentí asqueado ya que esos hindúes eran groseros y carecían de modales que se esperan de los estudiantes de ultramar. Siguieron parloteando en su propio idioma, sin importarles la presencia entre ellos de alguien que venía de otro país y hablaba un idioma diferente. En cuanto a los que se me dirigían, eran impertinentes y maleducados…” Los indios son unos seres angelicales comparados con lo que tiene que decir de los tamiles de Colombo: “Eran codiciosos y miserables, porque eran indigentes de clase baja; eran tramposos egoístas que siempre se aprovechaban de los de su propia raza así como de los extranjeros.” En contraposición, los occidentales son todos cultos, educados, amables y generosos.

El amor era un elemento que aparecía en la literatura tailandesa tradicional, pero siempre con una tonalidad poética y romántica y sin meterse en muchas honduras. En la novela picaresca tradicional “Khun Chang Khun Phaen” el amor aparece como un sentimiento sublime hasta que se pasa a las cosas del follar, que todo en la vida no van a ser suspiros y poesías. El amor en esa literatura está más próximo a la Celestina que al Espronceda del “Canto a Teresa”. Con Wissut ocurre lo contrario.

El amor que presenta Arkart es muy distinto. Es un amor romántico e insatisfecho, porque las diferencias culturales y étnicas impiden que se consume. El elemento sensual queda aparte, algo que no habrían entendido los personajes de”Khun Chang Khun Phaen”. “María siguió siendo mi guía, cuando íbamos a pasear [el protagonista sufre de ceguera temporal], pero dudo que nadie en el mundo supiera que mientras andábamos cogidos del brazo, nuestros corazones sangraban gota a gota”. Bueno, lo mismo los protagonistas hasta extraen algún placer de tanto sufrimiento.

Otra novedad de la novela es que la historia de amor sea con una mujer occidental. A las clases altas tailandesas, incluso hoy, les rechinan los matrimonios con occidentales. A comienzos del siglo XX fue un escándalo cuando uno de los hijos del Rey Chulalongkorn, el Príncipe Chakrabongse Bhunavath, regresó de Rusia con una esposa rusa. La presión social que se encontró el matrimonio a su regreso a Bangkok, haría que acabase fracasando.

Más allá de sus bravatas y de sus esfuerzos por hacerse el interesante, un sentimiento de tristeza permea toda la novela. Su último párrafo dice: “El circo de mi vida termina con la muerte del Teniente Primero Kamon. En cuanto a mí, puede que siga a la deriva. Ninguna dirección en particular significa algo, especialmente en lo que se refiere a cómo conducir mi vida. El pasado es el pasado y debo olvidar el circo de la vida. Algo nuevo está a punto de empezar, y espero que no sea tan dolorosamente triste como lo que acaba de terminar.”

Wissut, el protagonista de la novela, tiene 28 años. Arkart no llegaría a cumplir los 28; se suicidó a los 26.

 

 

 

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