Emilio de Miguel Calabia el 07 mar, 2019 Para explicar la destrucción de los Tigres Tamiles, no basta con que nos fijemos en los errores garrafales de Prabhakaran. También hay que considerar lo que sus adversarios hicieron bien. Mahinda Rajapaksa trajo al gobierno la firme determinación de acabar definitivamente con los Tigres Tamiles por la vÃa militar. Un elemento clave fue el nombramiento de su hermano Gotabaya, un ex-militar, como Secretario Permanente del Ministerio de Defensa. El tándem Rajapaksa-Gotabaya asegurarÃa la coordinación entre el gobierno y las FFAA. Paul Moorcraft resume los elementos de la estrategia de los hermanos Rajapaksa que les llevarÃa a la victoria: 1) Voluntad polÃtica; 2) Ignorar todas las crÃticas que se les hacÃan tanto interna como exteriormente; 3) Pero al mismo tiempo mantener informados de sus decisiones a sus vecinos, especialmente a la India; 4) No negociar, al ser conscientes de que los Tigres siempre utilizaban las negociaciones para sacar ventaja y ganar tiempo; 5) Control de los medios. El recuerdo de cómo los medios contribuyeron a la derrota norteamericana en Vietnam, es algo que ni los militares ni los polÃticos de todo el mundo han olvidado; 6) Nada de altos el fuego. No podÃa darse respiro a los Tigres; 7) Libertad operativa total para las FFAA, que pudieron conducir las operaciones sin temer la interferencia de los polÃticos; 8) Promover a oficiales jóvenes y capaces. A nivel organizativo, se dotó al ejército de mejores armas y se emprendió una campaña de propaganda intensa para devolverle la moral, que después de tantas derrotas a manos de los Tigres estaba por los suelos, y para atraer reclutas, mejorando las condiciones de vida de los soldados. Se prestó especial atención a la inteligencia. Y, finalmente, se identificó el suministro marÃtimo de armas como el talón de Aquiles de los Tigres. Prabhakaran no supo ver que con Rajapaksa habÃa comenzado un nuevo ciclo polÃtico y que el gobierno en Colombo era muy distinto. Tampoco supo ver que en el contexto internacional de la guerra contra el Terror, lo iba a tener difÃcil para conseguir la simpatÃa de otros paÃses. En lugar de tratar de que el alto el fuego vigente desde 2002 funcionase, continuó saboteándolo. Las violaciones del alto el fuego por ambas partes habÃan sido numerosas, pero hay que recalcar que por cada violación de las fuerzas gubernamentales, los Tigres cometÃan diez. En marzo y abril de 2006 aún hubo conversaciones de paz, que los Tamiles no se tomaron demasiado en serio. El 25 de abril hicieron una de esas cosas que un insurgente bien educado no hace cuando está negociando la paz: un atentado suicida contra el Comandante en Jefe del Ejército, el General Fonseka. A partir de mayo las violaciones del alto el fuego menudearon y se hicieron cada vez más flagrantes. El 26 de junio un atentado terrorista acabó con la vida del oficial que figuraba tercero en la jerarquÃa militar, el General Parami Kulatunga. La gota que colmó el vaso fue cuando los Tigres en julio cortaron el suministro de agua de la presa de Mavil Aru, que abastecÃa a 20.000 campesinos en terrenos controlados por el gobierno. Al reiniciarse las hostilidades, Prabhakaran no advirtió ni que enfrente tenÃa a un Ejército srilankés distinto de los que habÃa derrotado en el pasado, ni que los propios Tigres habÃan cambiado. Durante los años del alto el fuego sus oficiales se habÃan aburguesado, se habÃan acostumbrado a la buena vida y habÃan perdido su acometividad. Al propio Prabhakaran se le habÃan enmohecido sus dotes militares. Como le ocurriera al propio Napoleón al final de su carrera, Prabhakaran habÃa perdido algo de su genialidad innovadora. Para rematar, los tamiles estaban cansándose de la administración disciplinaria de los Tigres y de la misma guerra. Resulta curioso cómo la fatalidad se ceba con aquéllos a los que los dioses han condenado ya. En diciembre de 2006 murió por causas naturales Anton Balasingham, el principal teórico y negociador de los Tigres. Con él desapareció el único lÃder de los Tigres que creÃa en una solución polÃtica. Hasta el final los Tigres mantuvieron su capacidad innovadora y de ejecutar ataques imaginativos en los sitios más inesperados, pero a partir de 2007 fueron mucho menos eficaces. El Ejército habÃa aprendido las tácticas de los Tigres y era mucho más capaz de contrarrestarlas. En 2008, aduciendo la crisis humanitaria que habÃan provocado los combates, los Tigres propusieron un alto el fuego. Era el tipo de añagaza que en el pasado les habÃa funcionado. Esta vez no fue asÃ. El gobierno de Colombo habÃa decidido que no dejarÃa que la polÃtica interrumpiese la ofensiva militar. Occidente no quiso intervenir y la India, que hacÃa tiempo que no les tenÃa mucho cariño a los Tigres, dejó hacer. Para comienzos de 2009 los Tigres estaban acorralados en una extensión de unos 500 kilómetros cuadrados, encajonados entre una laguna y el mar. Los Tigres murieron matando. Lucharon con denuedo hasta el final, a pesar de que tenÃan enfrente a un ejército mayor y mejor armado. Resulta difÃcil saber lo que pensaba exactamente Prabhakaran en aquellos momentos. Uno de sus lugartenientes le ofreció sacar de allà a su mujer y a sus dos hijos. Prabhakaran replicó que serÃa un hipócrita si no esperase que sus hijos permanecieran en la isla y se unieran a los Tigres. Su hijo Charles Anthony respondió a ese mismo oficial, que estaba organizando su fuga, que lo que necesitaban era más armas para seguir combatiendo. Moorcraft aventura que hasta el final Prabhakaran esperó que, como en otras ocasiones, una intervención de la comunidad internacional le salvase el pescuezo. No ocurrió. El 19 de mayo, mientras marchaba con un grupo de guerrilleros por un manglar con el agua hasta el pecho, Prabhakaran se encontró con una patrulla del Ejército. El enfrentamiento fue breve. Ninguno de los guerrilleros sobrevivió. Historia Tags Mahinda RajapaksaSri LankaTigres TamilesVelupillai Prabhakaran Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 07 mar, 2019