Emilio de Miguel Calabia el 01 abr, 2023 Una vez que he pasado revista a la geopolÃtica del Indo-pacÃfico en el siglo XVI y el inicio del XVII y cómo los holandeses encontraron la fórmula para descabalgar a españoles y portugueses de sus posiciones en el Indo-pacÃfico, quiero analizar cómo es la geopolÃtica del Indo-pacÃfico cuatrocientos años después. Antes de ponerme, quiero hacer un repaso sobre lo que va de la geopolÃtica del siglo XVI a la del siglo XXI. Para un gobernante europeo del siglo XVII la esencia de la geopolÃtica eran las guerras, los territorios, las rutas comerciales y la religión. Las guerras se hacÃan básicamente para conquistar territorios (sobre todo en Europa) y para entrometerse en rutas comerciales ajenas (en el resto del mundo). Los objetivos de la fiscalidad y del comercio eran básicamente dos: 1) Que el rey tuviera fondos para construir palacios y disfrutar de la vida y 2) que el Estado pudiera financiar un Ejército y una Armada suficientes, que le permitieran vencer las guerras. Ser geopolitólogo en el siglo XVII no era tan difÃcil. Eran pocos los elementos que habÃa que manejar. CapÃtulo aparte es el de la religión, que jugaba un poco el papel que la ideologÃa y el poder blando han venido a jugar en los siglos XX y XXI. La religión podÃa servir para cementar alianzas, para justificar casus belli y para justificar las anexiones en ultramar por aquello de salvar almas convirtiéndolas a la religión verdadera. Pero una gran diferencia con nuestro tiempo es que a menudo los gobernantes creÃan sinceramente que estaban realizando la obra de Dios y no sé hasta qué punto eran conscientes de que estaban utilizando la religión como una herramienta más en la panoplia de útiles geopolÃticos. La geopolÃtica del siglo XXI es mucho más complicada y contiene mucho más elementos. Las principales diferencias son en mi opinión: 1) La emergencia del multilateralismo. Las alianzas del siglo XVI tenÃan como objetivo general defenderse de un enemigo común o atacarlo y tendÃan a durar lo que duraba el enemigo. Las alianzas/organizaciones (término que no se utilizaba en el siglo XVI) actuales tocan muchÃsimos palos y aspiran a perdurar. A ellas viene a sumarse todo el entramado de NNUU con sus agencias; 2) Las relaciones internacionales y la geopolÃtica se han vuelto muchÃsimo más complejas. En el siglo XVI las relaciones internacionales tenÃan básicamente que ver con la guerra, la paz y el comercio. Hoy las relaciones internacionales incluyen entre sus temas el cambio climático, los asuntos energéticos, la gestión de los recursos pesqueros, la lucha contra el tráfico de seres humanos, los Derechos Humanos… Voy a acortar: lo incluyen todo. La frontera entre lo estatal y lo interestatal se ha diluÃdo y cuestiones que solÃan ser eminentemente domésticas han saltado a la palestra internacional; 3) Las relaciones económicas se han complicado y han surgido múltiples herramientas de coerción económica. En el siglo XVI, casi las únicas herramientas de coerción económica era el embargo comercial y la disrupción de las rutas comerciales del contrario. Ahora uno puede devaluar competitivamente su moneda, imponer sanciones, dificultar las inversiones del otro Estado, prohibir a sus inversores invertir en el otro Estado…; 4) La opinión pública doméstica entonces no se llamaba opinión pública y apenas contaba en los cálculos que hacÃa el rey cuando decidÃa sobre la polÃtica exterior. Lo que le importaba al rey era la opinión de sus consejeros y de los principales nobles del reino. La opinión pública doméstica sólo importaba cuando las guerras se alargaban demasiado y la población empezaba a irritarse. Hoy antes de embarcarse en cualquier empresa, ya sea doméstica o internacional, el gobernante ya está pensando en los titulares del dÃa siguiente y el efecto que tendrá sobre los sondeos de opinión. Aquà hablo de los gobernantes democráticos, no de los autócratas que comienzan guerras sin preocuparse por esas minucias. 5) La opinión pública internacional sà que contaba entonces como ahora. La diferencia es que la opinión pública sobre la que se querÃa influir no era todo el pueblo, sino sus élites polÃticas, económicas e intelectuales. Otra diferencia es que los medios para influir sobre la opinión pública internacional eran mucho menos refinados: libelos, tratados demostrando la justicia o injusticia de una causa, grabados impactantes… no habÃa mucho más. En la actualidad gracias a los medios de comunicación y al ciberespacio es mucho más fácil difundir narrativas falsas, hechos falsos e influir sobre las opiniones públicas de otros Estados. 6) En la actualidad es posible estar informado al instante sobre lo que está ocurriendo en el otro extremo del mundo. Los soberanos del siglo XVI debÃan tener en cuenta que las informaciones las recibÃan con retraso y que sus órdenes tardarÃan semanas en ser recibidas y ejecutadas. Por poner un ejemplo: en 1593 el gobernador de Filipinas Pérez Dasmariñas fue asesinado; la noticia tardó dos meses en llegar a México y otros dos meses en alcanzar España. 7) La ideologÃa y el poder blando ya existÃan a su manera en el siglo XVI. Donde hoy decimos ideologÃa, entonces habrÃamos dicho religión. El poder blando se manifestaba sobre todo en monumentos como el monasterio de El Escorial o el palacio de Versalles o en el mecenazgo de artistas. Hoy el poder blando es mucho más polifacético e incluye las pelÃculas, las series de televisión, las becas, las exposiciones culturales itinerantes, el deporte… Historia Tags GeopolÃticaIndo-pacÃfico Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 01 abr, 2023