Emilio de Miguel Calabia el 13 nov, 2024 En el Partido Demócrata ya ha empezado el análisis angustiado sobre lo que pudo salir tan mal como para que Trump arrasara. Uno de los culpables que se han sacado a colación es la ideología woke. Yo creo que detrás de esto lo que hay son muchas ganas de darles en los morros a los woke, que llevan años amargándonos la vida y mirándonos por encima del hombro, porque ellos están en la Verdad. El Wall Street Journal ha hecho un análisis de las causas de la derrota demócrata que me ha gustado bastante. Las razones para el periódico fueron (no indica el orden de preferencia): 1) Biden se escoró hacia la izquierda para unir al Partido Demócrata en lugar de buscar un discurso que uniese a la nación; 2) El declive de los salarios reales ocasionado por la inflación; 3) Una agenda cultural divisiva dirigida por las cuestiones identitarias; 4) El caos en la frontera sur; 5) El colapso de la capacidad de disuasión norteamericana en el exterior. De este análisis discrepo del punto 5): el colapso (la palabra es demasiado fuerte, yo hablaría de la disminución) ya había comenzado en la Administración Trump. En cuanto al punto 4) es un tema que no he seguido y no sé si el Wall Street Journal tiene razón. En aras de la verdad (la mía es con minúscula, porque no sé tanto como los concienciaditos- maravilloso descubrimiento que creo que es de Jorge Bustos), creo que hubo tres razones principales. Las enumeraré por orden de importancia que les atribuyo: 1) La inflación, que con Biden alcanzó un 9,1% en sus peores momentos y que año a año fue del 5,2%, muy superior al 1,9% anual del primer mandato de Trump. La inflación influye a los votantes más que la tasa de crecimiento del PIB o que la tasa de desempleo. La inflación afecta a todos y hace que su poder adquisitivo baje y se sientan más pobres. 2) Biden se retiró demasiado tarde de la carrera presidencial. Kamala Harris sólo ha tenido 100 días para construirse un personaje, desarrollar su propio discurso, atraer a los votantes y poner cierta distancia de la Administración Biden. Habría necesitado dos años para preparar bien su candidatura, los que sí que ha tenido Trump. Otra cuestión es si EEUU estaba preparado para votar a una mujer frente al gran macho alfa. Haciendo las cosas bien y con tiempo, tal vez sí. 3) El hartazgo cada vez más evidente y generalizado con la ideología woke. Una encuesta de marzo de 2023 mostró que el 60% de los republicanos, el 42% de los independientes y el 23% de los demócratas consideraban que la palabra “woke” es un insulto. El 56% de los encuestados, aunque creían que debían atajarse las injusticias, consideraban erróneo el enfoque censor de los concienciaditos. Cada vez crece más la nómina de películas y series con planteamientos woke que se han estrellado en taquilla, aunque debemos ser justos: algunas de esas películas y series eran rematadamente malas. Varios rasgos de lo woke que tiran de espaldas y generan mucha antipatía son: + Su autoritarismo intransigente y su predicación constante desde lo alto del pedestal de la superioridad moral. Parece que en EEUU cada vez hay más consciencia de que lo woke atenta contra la libertad de expresión. + Sus continuas pajas mentales, que espera que todos compartan. Algunos ejemplos: varios museos en EEUU retrasaron y redujeron una exposición del pintor Philip Guston (1913-1980), aduciendo que sus pinturas de denuncia de Ku Klux Klan eran apropiaciones del dolor negro (Guston cometió el imperdonable error de ser blanco); a Victor Obiols, que iba a traducir a la poetisa afroamericana Amanda S.C. Gorman al catalán, se le retiró el encargo. La editorial no puso en duda las capacidades de Obiols, pero prefirió buscar un traductor que fuera mujer, joven, activista y preferentemente negra. ¿Qué hubiera sucedido si un poeta blanco heterosexual hubiera exigido que sólo le pudiesen traducir varones heterosexuales, seguidores del Atlético y fumadores de Ducados? + La percepción de que lo woke es un invento de unas cuantas universidades a las que van estudiantes privilegiados muy alejados de las preocupaciones del común de los mortales. Este último rasgo explica por qué el Partido Demócrata se ha alienado a sus votantes obreros tradicionales por qué Trump ha subido tanto en el aprecio de las minorías; ha triunfado entre la gente sin estudios que no tiene acceso a la sabiduría de Judith Butler. El votante obrero tradicional de los demócratas ha sentido que el Partido se había enciscado en juegos identitarios de niños ricos y había dejado de lado las cuestiones que a él de verdad le interesaban: los sueldos y las condiciones laborales. Al miembro de minorías étnicas le fastidia que vengan unos tíos listos blancos y elitistas a decirle que tiene que sentirse víctima y derribar estatuas de Colón. Al miembro de una minoría étnica le preocupan la mejora de su situación económica y la seguridad ciudadana. El resto le suena a paja mental. Al Partido Demócrata le esperan cuatro años jodidos (estar fuera del poder siempre es jodido). Una buena manera de aprovecharlos y prepararse para las elecciones de 2028 sería deshacerse de los concienciaditos. Otros temas Tags Amanda S.C. GormanDonald J. TrumpEEUUJoe BidenKamala HarrisPartido Demócrata norteamericanoPolíticaWall Street JournalWoke Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 13 nov, 2024