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La concepción tailandesa de las relaciones internacionales (2)

Emilio de Miguel Calabia el

En 1569 tuvo lugar un acontecimiento traumático que daría inicio a las relaciones históricas complicadas entre Tailandia y Birmania: la conquista de Ayutthaya por el reino de Toungoo. Dos factores ayudaron a esta conquista: la división entre rey y nobles en Ayutthaya y la falta de solidaridad entre los Estados thais, algunos de los cuales se mantuvieron al margen del conflicto, esperando a ver quién salía ganador.

La guerra entre Toungoo y Ayutthaya se distinguió de otras guerras del pasado por varias cosas: 1) El uso más desarrollado de las armas de fuego; 2) El gran tamaño de los ejércitos envueltos; 3) La cantidad de personas con conocimientos técnicos y de artefactos que los birmanos se llevaron consigo. Fueron unas magnitudes que no se habían visto hasta la fecha. En todo caso, es preciso subrayar que en las guerras entre los Estados de Indochina en la Época moderna el principal objetivo era capturar recursos, sobre todo personas, y no territorio. La región estaba poco densamente poblada, así que la principal fuente de poder eran los hombres, no el territorio.

Pero también la guerra entre Toungoo y Ayutthaya fue cualitativamente distinta desde un punto de vista geopolítico. Hasta entonces las guerras en las que se había vuelto envuelta Ayutthaya habían sido guerras de pequeño calado, destinadas a asentar su influencia sobre la cuenta del río Chao Phraya y territorios colindantes. La guerra con Toungoo fue una guerra entre imperios con objetivos hegemónicos.

A partir de 1584 el rey Naresuan inició una serie de guerras para sacudirse el yugo de Toungoo, de las que salió victorioso. Es más, llevó la guerra hasta el territorio birmano y atacó su capital en 1599. Naresuan fue un rey guerrero que extendió el poder de Ayutthaya por la región de una manera implacable en todas las direcciones. Naresuan marca el inicio de la militarización de Ayutthaya. Seguiría siendo un Estado comercial, pero la guerra adquiriría una nueva importancia.

Que un imperio como el de Toungoo que en pocos años había conseguido convertirse en en el hegemón sobre buena parte de la región decayera tan rápido, se debe a la débil institucionalización de los reinos del Sudeste Asiático,- más débil aún en el caso de Toungoo que en el de Ayutthaya. Para empezar las relaciones con los Estados sometidos eran relaciones clientelares y tan pronto moría el rey que las había establecido, su sucesor se veía obligado a restablecerlas, generalmente por la fuerza de las armas.

Otra debilidad, que compartían Toungoo y Ayutthaya, era la falta de una ley sucesoria nítida. En principio, cuando el rey moría, debía de ser sustituido por su hermano menor. En la práctica, era muy habitual que el rey quisiese que le sucediese su hijo mayor, lo que podía acabar en un enfrentamiento entre un joven con poca experiencia, pero que había sido designado por el anterior rey, y su tío, acaso 35 años mayor, con experiencia militar y política y que había tenido décadas para crear sus redes clientelares. Para establecer una comparación: en los 417 años que van desde su fundación hasta su conquista por los birmanos en 1767, Ayutthaya tuvo 36 reyes; en ese mismo período Castilla-España tuvo 18 reyes.

Superado el período de la expansión imperial de Toungoo, el siglo XVII fue un siglo tranquilo en términos geopolíticos en el Sudeste Asiático. Ayutthaya aprovechó esa renovada estabilidad para convertirse en un centro comercial internacional en el que recalaban y se instalaban los comerciantes europeos, los chinos, los japoneses, los del mundo malayo y los persas. La militarización del reino bajo Naresuan se terminó y ya sería muy raro que los reyes marchasen a la guerra. En lugar de hazañas bélicas, una fuente de legitimidad que ya había existido en el pasado, pero que ahora se reforzó, fue el apoyo a la religión. También en este período la figura del rey se distancia y se vuelve inaccesible. Esto fue acompañado por una recuperación de las tradiciones angkorianas y el realce del papel de los brahmanes de la corte.

Otro cambio que trajo el siglo XVII fue un mayor control por Ayutthaya de los reinos que le estaban sometidos. En los reinos pequeños y próximos a la capital las dinastías locales fueron apartadas del poder y sustituidas por gobernadores nombrados por la capital. Asimismo Ayutthaya extendió sus prácticas administrativas a estos territorios, disminuyendo el poder de los reyes y los gobernadores. Más allá de lo meramente político, esta práctica muestra a partir de esta época la tendencia a imponer los modelos políticos, sociales y culturales de la capital. Esta tendencia centralizadora en lo político no llegaría tan lejos como en los reinos europeos contemporáneos, pero ya no se detendría.

La primera experiencia de que los europeos podían ser muy peligrosos le llegó a Ayutthaya en 1688. Eran los momentos finales del reinado de Narai, un rey al que la tecnología y la ciencia occidentales le habían fascinado. El principal ministro del rey era un aventurero griego, Constantine Phaulkon. En 1685 una misión francesa visitó Ayutthaya. Phaulkon, que ya se veía venir la disputa sucesoria cuando muriese Narai y que temía por su futuro cuando ya no estuviese su protector, manipuló a los franceses, haciéndoles entrever que era posible que Narai pudiese ser convertido al cristianismo. Los franceses mandaron una expedición en la que, como ocurriría muchas veces en el siglo XIX, los soldados superaban tanto en número a los misioneros, que podían ponerse en duda los motivos misioneros aducidos. La expedición fue un fracaso por muchos motivos: 1) Phaulkon, que hubiera debido abrirles las puertas del reino, era una estrella en declive, a medida que todos anticipaban la pronta muerte de Narai; 2) El general Desfarges, al que le faltaban perspicacia y osadía, mandaba el contingente francés y no supo cómo reaccionar en una situación que se volvió muy caótica tras la muerte de Narai y no aprovechó las oportunidades que se presentaban. Los franceses regresaron a su país con el rabo entre las piernas y todo quedó en un episodio curioso que no tuvo consecuencias a largo plazo, pero que hubiera podido tenerlas.

La principal consecuencia de los sucesos de 1688 es que británicos y franceses salieron de la escena. Los portugueses eran una sombra de lo que habían sido y los holandeses estaban demasiado ocupados explotando a los indonesios. El lugar que dejaron los europeos en el comercio internacional de Ayutthaya lo ocuparon los persas y, sobre todo, los chinos.

 

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