Emilio de Miguel Calabia el 16 jul, 2023 Pronto se hicieron realidad los peores temores de Lin. Su nuevo cargo le obligó a tener muchos más contactos sociales y a asistir a muchos más actos de lo que hubiese querido. Además jugaba con la desventaja de que sus problemas psicológicos y su poco gusto por todo lo que no fuesen los asuntos militares, le colocaba en desventaja frente a Mao y a Zhou Enlai, que eran grandes trabajadores y estaban continuamente al cabo de la calle de lo que se cocía en las tripas del Partido. El IX Congreso del PCCh, que se celebró de 1 al 24 de abril de 1969, marcó la apoteosis de Lin Biao. En él se produjo una renovación importante del Presidium del Partido, en el que entraron muchos militares, de los que una buena parte eran leales a Lin Biao. Otro segmento que entró en el Presidium, aunque en menor número, fueron activistas que se habían destacado en la Revolución Cultural. Lin Biao presentó el informe al Congreso y según Simón Leys que se tomó la molestia de leerlo, fue un informe insípido y aburrido sin ninguna idea notable. Pero lo que cuenta es que salió reungido como el sucesor de Mao. No he encontrado muchas narraciones de cómo las relaciones entre Mao y Lin se fueron deteriorando entre 1966 y 1969, así que me dejaré llevar por algunas suposiciones. Lo único que realmente hacía vibrar e interesaba a Lin Biao era el Ejército. Inevitablemente tuvo que ver el daño que le estaba haciendo la Revolución Cultural e intentó protegerlo de sus peores excesos. Al hacerlo, mostró cierta independencia que no gustó a Mao y que le hizo desconfiar. Mao era el que había dicho que “el poder político sale del cañón de un fusil”, así que ver cómo su sucesor mostraba un criterio independiente en los asuntos militares tuvo que atizar su paranoia. También sus relaciones con Jiang Qing se deterioraron. Jiang Qing era una diva revolucionaria, que entendía que por su condición de esposa de Mao todos le debían rendir pleitesía y seguir sus orientaciones. Era una persona mala, que disfrutaba humillando a sus enemigos, que acababan siendo casi todos. Algunos de esos enemigos se agruparon en torno a Lin Biao. No habiendo entendido la amplitud del poder de Jiang Qing, creyeron que arrimándose a Lin Biao conformarían un contrapoder. Para terminar de arreglar las cosas, parece que Lin comenzó a criticar a Mao en privado. En un régimen comunista es muy difícil guardar secretos. Algunas de las cosas que habría dicho Lin, según Li Genqing, son: “[Mao] Se adora a sí mismo y tiene fe ciega en sí mismo; todo lo que hace es en su propio interés”; “No des consejos, no critiques, no des malas noticias… Responde tan rápidamente como sea posible a cada nueva propuesta suya, porque espera con impaciencia que los demás revelen su actitud… No tomes una postura diferente y nunca te meterás en problemas; sigue las órdenes… Si dices este, insistirá en decir oeste, así que deja que hable primero y síguele la corriente.” Ser un psicofante y exaltar a tu señorito las 24 horas del día, cuando no lo sientes, acaba pasando factura emocional. Ésta es una posibilidad. La otra es que finalmente se hubiera caído del guindo acerca del verdadero carácter de Mao. Me quedo con la primera posibilidad: cada vez se le hacía más difícil mentir. Tal vez un primer indicio de que Mao había dejado de confiar en Lin Biao fue la visita inhabitual que le hizo en Suzhou el 25 de abril de 1970. En el transcurso de la visita Mao comentó que estaba viejo y que la salud de Lin Biao era débil; a continuación lanzó a pregunta que había sido el motivo de su visita: ¿quién pensaba Lin Biao que le podría suceder [a Lin Biao]? Como Lin Biao no respondía, Mao dejó caer el nombre de Zhang Chungqiao. Zhang era un periodista e ideólogo, partidario de la Revolución Cultural. A Lin Biao no le caía bien. Es probable que Lin hubiese pensado en designar eventualmente como su sucesor a su hijo Lin Linguo, que entonces tenía 25 años y al que era obvio que estaba preparando para que le sucediera en el futuro. Ese movimiento no podía sino molestar a Mao quien, encima, no tenía un hijo al que entregar su legado. El hijo de Mao, Mao Anying, al cual éste había estado preparando para que le sucediera, murió en la guerra de Corea. La creciente rivalidad entre Mao y Lin estallaría con toda su acritud en el segundo pleno del IX Comité Central (agosto-septiembre de 1970). En él se habló de la reforma de la Constitución y Lin Biao defendió que la Constitución debería incorporar el estatus de Mao como Gran Líder y jefe de Estado de la dictadura el proletariado, al tiempo que confirmaba el Pensamiento de Mao Zedong como la ideología directriz de China. Aprovechó de paso en su intervención para darle algún que otro capón a Zhang Chunqiao. Las palabras de Lin irritaron a Mao sobre manera. No le gustó el ataque a Zhang Chunqiao y le gustó todavía menos lo que entendió que era el objetivo último del discurso: al sugerir que Mao asumiese la jefatura del Estado, Lin trataba de asignarle el papel de reina madre: exaltada y simbólica, pero sin poder. Lo mismo que había tratado de hacer la Conferencia de Lushan en su día. Mao se dio cuenta también de que los militares del Comité le habían puesto la proa a Jiang Qing y a Zhang Chunqiao y que renegaban de la Revolución Cultural. Mao contraatacó con su marrullería habitual. En lugar de ir directamente a por Lin, se cebó en uno de sus más estrechos asociados, Chen Boda. Mao fue muy habilidoso en la elección de su presa: Chen Boda se había hecho notorio por sus habilidades propagandísticas, pero no era militar, con lo que su defenestración no tenía por qué incomodar a las FFAA. Mao esperaba que el ejemplo de Chen Boda animase a Lin Biao a hacer autocrítica. La autocrítica era un proceso muy simbólico en el que uno reconocía sus faltas y que se había distanciado de la línea correcta de pensamiento de Mao, a cuya merced se colocaba. Lo que uno confesase quedaría ahí para siempre, presto a ser blandido en su contra en cualquier momento. Según el humor de Mao la autocrítica podía servir para salvar al inculpado o podía convertirse en el último clavo en su ataúd. Posiblemente en el caso de Lin, Mao estuviese dispuesto a darle otra oportunidad si se sometía, pero seguramente esa oportunidad habría ido acompañada de una disminución de su poder y, tal vez, incluso de la designación de su sucesor por Mao. Aumentando la presión, Mao logró que Wu Faxian, el comandante de la Fuerza Aérea, otro próximo a Lin, hiciese su autocrítica. Lentamente los más próximos asociados a Lin, fueron presentando sus autocríticas. La propia Ye Qun para salvar a su marido hizo autocrítica. Vale, pero la única autocrítica que le interesaba a Mao, – la de Lin-, seguía sin llegar. Historia Tags ChinaJiang QingLin BiaoLin LinguoMao ZedongRevolución CulturalSimon LeysZhang ChungqiaoZhou Enlai Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 16 jul, 2023