Si uno lee la memoria de sus años en la Casa Blanca de Kissinger, enseguida advierte el entusiasmo con el que narra el viaje secreto que hizo a China en 1972 para restablecer las relaciones entre EEUU y China, así como sus contactos con Zhou Enlai; también narra con idéntico entusiasmo la visita que hizo el presidente Nixon a China y su encuentro con Mao. Para Kissinger ése fue el gran triunfo de su carrera: EEUU había conseguido romper la unidad del campo comunista (en realidad la unidad del campo comunista llevaba rota desde comienzos de los 60), atrayéndose a la República Popular China a su bando. En un contexto de unas relaciones a tres bandas EEUU-URSS-China, había logrado aislar a la URSS.
La China a la que se aproximó Kissinger era un país empobrecido, que estaba saliendo a duras penas de esa herida autoinfligida que fue la Revolución Cultural. Sin embargo, la milenaria habilidad diplomática china y el carisma de Mao Zedong lograron dar a la visita de los norteamericanos el aire de una visita de los bárbaros que vienen atraídos por el brillo del Emperador chino. Una lectura atenta del libro de Kissinger permite advertirlo. EEUU consiguió un gran logro simbólico: el acercamiento a una gran potencia comunista y la introducción de una cuña entre ella y la URSS. Lo simbólico es muy importante en las relaciones internacionales, pero no hay que olvidarse nunca de lo pragmático y ahí China ganó por goleada: logró que EEUU aceptase oficialmente el postulado de Una Sola China, se aseguró la aquiescencia de EEUU para ocupar el puesto que hasta entonces venía ocupando la República de China (el nombre oficial de Taiwán) en el Consejo de Seguridad de NNUU y consiguió la apertura comercial entre los dos países, una apertura que era más en interés de China que de EEUU.
Posiblemente Nixon pensase terminar de normalizar las relaciones con China durante su segundo mandato. No pudo ser. Se cruzó por en medio el escándalo Watergate. La normalización de las relaciones le correspondería a Jimmy Carter. El reconocimiento mutuo y el establecimiento de relaciones diplomáticas oficiales se produjo el 15 de diciembre de 1978. Como parte del acuerdo, EEUU reconoció a la República Popular China como el único gobierno legal de China y anunció que dejaría de reconocer diplomáticamente a la República de China. EEUU afirmó que derogaría el Tratado de Defensa Mutua que tenía con la República de China, aunque mantendría las relaciones culturales y comerciales con la isla. A la postre, esto último no resultaría tan sencillo. Muchos congresistas, sobre todo del Partido Republicano, sentían un apego emocional por la República de China, cuyo lobby, además, era muy influyente. El Congreso aprobó la Taiwan Relations Act el 10 de abril de 1979. La Ley permitía continuar los vínculos económicos y culturales con Taiwán y, más importante, seguirle proporcionando armamento defensivo. Eso sí, la Ley no renegó del compromiso norteamericano de retirar sus tropas de la isla.
1972: Valor de los intercambios comerciales: 95 millones $. Superávit comercial para EEUU de 60 millones $.
Del 29 de enero al 4 de febrero de 1979, Deng Xiaoping visitó EEUU y recibió trato de estrella del Pop, sombrero tejano incluido. Más allá del simbolismo y de los acuerdos de cooperación en ciencia y tecnología que se firmaron, yo me quedo con dos cosas de la visita. La primera fue que Deng anunció la intención de China de lanzar una operación militar punitiva contra Vietnam y buscó que EEUU asegurase la inacción soviética. A EEUU no le satisfizo la idea, pero Deng no les estaba ni consultando, ni pidiendo permiso. Simplemente les estaba anunciando lo que haría. La segunda fue que Deng reafirmó su intención de lograr la reincorporación de Taiwán a la madre patria, pero que los medios por los que se lograría eran una cuestión interna china. Ominoso, ¿verdad? Lo que yo extraigo de estos dos elementos es que una China que estaba remontando lentamente, le estaba diciendo a EEUU que no iba a ser cliente de nadie, ni tan siquiera de la superpotencia norteamericana y no permitiría que EEUU le indicase cómo obrar.
La invasión soviética de Afganistán en diciembre de 1979 acercó aún más a EEUU y China y también aproximó China a Pakistán. A través de Pakistán, China envió armas a los muyaidines y proporcionó estaciones de escucha a EEUU en Xinjiang, para que pudiera monitorear las actividades soviéticas en Asia Central. Aunque ahora nos parezca increíble, la CIA y los servicios de inteligencia chino y pakistaní establecieron una buena colaboración en torno a Afganistán.
La colaboración entre China y EEUU se repitió en el caso del conflicto camboyano. En diciembre de 1978 las tropas vietnamitas entraron en Camboya para derribar el régimen de los khmeres rojos. Que los khmeres rojos fueran unos cabrones genocidas era secundario. Lo principal es que eran aliados de China, mientras que Vietnam era aliado de la URSS. EEUU y China se coaligaron para apoyar a las guerrillas camboyanas y expulsar a los vietnamitas del país. Al final, la presión política y, sobre todo, su mala situación económica forzaron a Vietnam a retirarse en 1989. Para sorpresa de todos el Estado camboyano establecido por los vietnamitas en Phom Penh sobrevivió a su retirada y con el deshielo con la URSS en marcha fue posible encontrar una solución pacífica al conflicto.
1979: Valor de los intercambios comerciales: 4.000 millones $. Superávit norteamericano de 1.131 millones $.
Los ochenta fueron los años de la luna de miel entre EEUU y China. Se institucionalizaron las relaciones en salud y educación. Hubo cooperación militar y EEUU autorizó la venta de material de doble uso y de tecnología militar y equipos militares no-letales. Curiosamente en estas ventas a EEUU lo que le preocupaba era que China pudiera revenderlos a terceros países, no que le copiara la tecnología. En 1983 el Departamento de Estado clasificó a China como “nación en desarrollo, amistosa”, lo que aumentó la cantidad de tecnología y armamento que se le podían vender. En abril de 1984 Ronald Reagan,- el mismo presidente que había dicho al comienzo de su mandato que rompería las relaciones diplomáticas con China y las restablecería con Taiwán-, visitó Pekín, donde se encontró con Deng Xiaoping y con Zhao Ziyang, ese primer ministro tan occidentalizado que a mediados de los ochenta parecía que llevaría la democracia a China. El diálogo entre EEUU y China se amplió a gran cantidad de cuestiones, desde problemas globales, hasta control de armas, pasando por NNUU. EEUU y China se convirtieron en socios en ciencia y tecnología y los intercambios artísticos y culturales se multiplicaron. Las relaciones comerciales aumentaron con el irritante permanente de la necesidad de que el Congreso debatiese anualmente sobre la renovación del estatuto de Nación Más Favorecida a China, un estatuto que iba acompañado de ventajas comerciales. Pero ese irritante fue menos, comparado con el de la venta norteamericana de armas a Taiwán.
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