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Nepal, de crisis en crisis (y 2)

Emilio de Miguel Calabia el

Las protestas de septiembre

Puede decirse que las protestas de septiembre pillaron por sorpresa al primer ministro Oli, que vivía desconectado de la realidad. El 13 de agosto Oli pronunció un discurso ante el parlamento, en el que alardeó de los logros conseguidos bajo su mandato y de la solidez de la coalición con el Congreso Nacional, que le permitiría gobernar hasta las elecciones de 2027. En su agenda de agosto las citas internacionales ocupaban un lugar preferente (Conferencia de NNUU sobre los países enclaustrados 5-8 de agosto y Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai de 31 de agosto- 1 de septiembre), lo que denota inatención a cómo estaba incubándose el malestar dentro del país.

La situación estaba ya muy caldeada, cuando dos acontecimientos pusieron a la población en el disparadero. El recorte de los subsidios (al transporte, al combustible, las ayudas a la educación y a la alimentación…) para reducir el déficit fiscal. Esto coincidió con la subida de las dietas a los políticos. El detonante final fue la prohibición el 4 de septiembre de 26 plataformas sociales, que incluían a Facebook, Instagram, X, Youtube y Whatsapp, alegando que no habían respetado la normativa promulgada a finales de agosto de que debían registrarse localmente. Los jóvenes recurrieron entonces para coordinarse a la aplicación de mensajería dedicada a los videojuegos Discord.

El 8 de septiembre se produce la revuelta encabezada por la generación Z. Durante la misma se quemó el parlamento y hubo manifestaciones masivas y enfrentamientos con las fuerzas del orden en los que murieron al menos 19 manifestantes. El 9 desde primera hora de la mañana los partidos de la coalición y el suyo propio, así como miembros del gobierno y de las FFAA pidieron a Oli que dimitiera. Oli hizo un último intento a las 4 de la tarde de revertir la situación restableciendo las redes sociales prohibidas, pero ya era demasiado tarde. A las 8 de la tarde anunció su dimisión.

Desde el día siguiente comenzó la búsqueda de un primer ministro interino. Se buscaba una personalidad independiente e íntegra que no estuviese vinculada a los partidos políticos tradicionales. En esta búsqueda participaron el presidente de la república, los líderes de los partidos políticos y representantes de las FFAA, así como miembros de la generación Z. En el canal Discord organizaron una votación en torno a varios nombres escogidos como posibles nuevos primeros ministros en la que Sushila Karki, la ex-presidenta de Tribunal Supremo de Nepal, resultó elegida. La misión de Sushila Karki será calmar los ánimos políticos, depurar responsabilidades y conducir al país a unas elecciones anticipadas a marzo de 2026.

Una sensación de déjà vu

Es la tercera vez en los últimos años en Asia Meridional en los que un primer ministro cae por la presión de la generación Z. Primero fue en Sri Lanka, en julio de 2022. Siguió la caída de Sheikh Hasina en Bangladesh en agosto de 2024 y ahora es el turno de Nepal.

Estos tres casos ofrecen bastantes similitudes. En todos ellos la punta de lanza fue la generación Z y las redes sociales jugaron un papel clave. La mala situación económica, las desigualdades y la percepción de que la clase política era corrupta, fueron los detonantes. Así, en el caso de Bangladesh fue la fijación de cuotas de empleo público para los descendientes de los participantes en la guerra de 1971, lo que provocó la reacción de la generación Z por lo que consideró que era una discriminación que les restaba oportunidades de una salida profesional. En el caso de Sri Lanka, la causa última fue la pésima gestión económica del gobierno de Rajapakse.

En los casos de Bangladesh y Nepal se recurrió a figuras independientes y apartidistas para que recondujeran la situación y prepararan la convocatoria de elecciones anticipadas. En el caso de Sri Lanka se optó por un político experimentado, Ranil Wickremesinghe, aunque su elección fue algo más contestada por considerársele próximo a los Rajapakse.

Si nos guiamos por las experiencias de Bangladesh y Sri Lanka podemos estar abiertos a un cierto optimismo. Sea como fuere resultaba necesario pasar página e incorporar a la generación Z a la vida política.

 

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