Emilio de Miguel Calabia el 10 feb, 2023 Hace tres años leí “Así se domina el mundo” de Pedro Baños, que me gustó mucho y que comenté en este blog. Más tarde le he oído en alguna entrevista y le he encontrado inteligente, informado y juicioso. Por eso me compré con entusiasmo su último libro, “La encrucijada mundial. Un manual del mañana”, publicado por Ariel. Advertencia: es un truño infumable. Ya la introducción da alguna pista sobre lo que se avecinará en las páginas siguientes. Hay un tufillo mesiánico en la introducción: “Y este es el enorme reto al que me enfrento aquí: proponer soluciones a los múltiples problemas y dificultades actuales y a los que, previsiblemente, marcarán la sociedad futura…”; “Soy consciente de que me sumerjo en aguas turbulentas, en remolinos que me pueden arrastrar al fondo con suma facilidad. Pero lo considero un deber social, y como tal acepto los riesgos con agrado, consciente de los peligros a los que me enfrento. He puesto toda mi energía en este proyecto, pues los ciudadanos lo precisan, lo exigen y lo merecen” [narcisismo lírico se llama esta figura literaria]. En las primeras 269 páginas del libro Baños pasa revista a la desastrosa situación social actual. No puedo estar más de acuerdo. Los temas que toca son de lo más variados: imposibilidad de los jóvenes para tener acceso a la vivienda [y ya no hablamos de compra, sino de un sencillo alquiler] y para emanciparse; la erosión de la democracia liberal incluso en países que hasta ahora eran tenidos por parangones de libertades; el aumento de las enfermedades mentales, que dicen más sobre la sociedad en la que vivimos que sobre los enfermos; la infantilización de la sociedad; la cultura woke… Sus análisis son certeros y bien razonados, pero nada que un periodista bien avezado no hubiera podido escribir. Siguen 87 páginas sobre la encrucijada geopolítica en el capítulo sexto. Era una parte del libro que me interesaba mucho, a la vista de lo que había leído anteriormente del autor. Lo más que puedo decir es que no sé si esta parte del libro me ha dejado más perplejo o más decepcionado. El capítulo comienza hablando de los movimientos migratorios y de cómo les hace frente la UE. A continuación se refiere al Sahel, que se ha convertido en una maraña de Estados fallidos, tráficos transnacionales ilegales, comenzando por el de seres humanos, y guerrillas yihadistas. Por si algo faltase en este cóctel, tenemos también al Grupo Wagner haciendo de las suyas, aunque Baños no lo menciona. Después del Sahel, Baños habla de la externalización que la UE ha hecho del control de sus fronteras y se centra en tres países: Libia, Marruecos y Turquía. Entonces, sin solución de continuidad, pasa a referirse al ascenso de China, a la que presenta como una potencia modélica. Leyendo lo que escribe sobre China, me da la sensación de información y datos extraídos de libros mal digeridos. Habla del confucianismo como “una verdadera filosofía de vida (…) que impulsa a los chinos a subordinar los intereses individuales al bienestar social colectivo”. Como descripción me parece discutible y lo del bienestar social colectivo… la moral tradicional china ha sido una moral de círculos concéntricos. Primero está la familia a la que se debe la máxima solidaridad, luego siguen los amigos y así; uno siente un poco menos de solidaridad cuanto más exteriores los círculos. Traza un brevísimo esbozo de la Historia de China que se podía haber ahorrado, tanto por demasiado breve como por algunas inexactitudes y silencios como el de dejarse fuera a la dinastía T’ang (618-907) o decir que la dinastía Ming apoyó la innovación. Me ha llamado la atención la visión irénica que presenta sobre la política exterior china. “En su narrativa para acercarse a los demás países, los diplomáticos chinos emplean argumentos de gran peso y prácticamente irrebatibles: China siempre ha fomentado una política exterior pacífica, sin provocar guerras [¿cómo calificar entonces lo que sucedió entre China y Vietnam en 1979 y que causó unos 60.000 muertos en total?] ni invadir territorios; no ha sido colonizadora, sino colonizada; nunca ha tenido vocación imperialista; prefiere el diálogo a la confrontación [¿se aplica también al Mar del Sur de China?]; opta por la asociación, más que por la alianza, buscando el beneficio de ambas partes, siguiendo su política de win-win (tú ganas y yo gano) [¿ha oído Baños hablar de algo que mencionan muchos analistas y que se llama “la trampa de la deuda”?]; las disputas las resuelve negociando; persigue una cooperación y un desarrollo pacífico, orientado hacia un mundo armonioso y una coexistencia pacífica.” Me alegra que vea las cosas de esta manera, porque dormirá mejor por las noches. Por cierto, que nos informa de que “uno de sus grandes últimos logros diplomáticos ha sido conseguir, a finales de noviembre de 2021, que Barbados se proclamara república y, por tanto, la reina Isabel II de Inglaterra dehara de ser su jefa de Estado.” Ahí es nada, atraerte a la 153º economía mundial y arrebatársela a los británicos. Tras 40 páginas dedicadas a entonar las loas de China, vienen tres epígrafes: “La animadversión de George Soros hacia China”, “La justificada preocupación de Washington ante el avance chino” y “¿Qué nos aporta el ejemplo de Japón?” Y ahí se terminó todo lo que tenía que decir sobre geopolítica. Nada sobre el yihadismo, ninguna referencia a la guerra de Siria, ni a Afganistán, ninguna mención hacia la deriva izquierdista de Latinoamérica, cero referencias a cuestiones globales clave como el cambio climático, la gestión sostenible de los océanos, las energías alternativas, la seguridad marítima… Y por último tenemos la parte humildemente titulada “Manual del mañana: guía para salir de las encrucijadas”. En ella se centra en la educación, el liderazgo político, el mercado laboral, la imperiosa necesidad de una nueva política y la Agenda 2030, todo ello narrado de manera desordenada y a menudo panfletaria. “Los ciudadanos no podemos seguir dependiendo de charlatanes, de oportunistas, de falsos mesías. Tampoco de personas capaces de sufragarse el respaldo de un potente marketing político que los impulse a la cumbre, con medios propios o proporcionados por aquellos que esperan obtener el día de mañana, una vez que su pupilo llegue al poder, réditos y ventajas que les compensen los dispendios ocasionados.” Puedo simpatizar con todo lo que dice, pero no es el tipo de párrafo que me espero de un análisis socio-político razonado, y resulta que los párrafos de este jaez abundan en la tercera parte del libro. El libro termina con “El decálogo del mañana: actúa para que los avances no se conviertan en retroceso”. El decálogo parece inspirado por algún coach buenista. Transcribo la primera de las recetas: “Los seres humanos somos una especie en constante evolución. No obstante, hagamos siempre que lo de mejor de nosotros prevalezca, creando un entorno de vida amable y sostenible, tanto en el ámbito presencial como en el virtual. No dejemos que la evolución se convierta en retroceso.” ¿De verdad que podemos salir de la encrucijada en la que nos encontramos leyendo a Paolo Coelho? En resumen, pocas veces un libro que compré con grandes expectativas me ha decepcionado tanto tanto. Y lo peor es que sigo pensando que Pedro Baños es un hombre inteligente y agudo, pero un año malo lo tiene cualquiera (digo un año, porque calculo es el tiempo necesario para escribir un truño de 576 páginas). Otros temas Tags ChinaGeopolíticaPedro BañosSociedadTruño Comentarios Emilio de Miguel Calabia el 10 feb, 2023