Pedro Víllora el 22 abr, 2024 Acaba de fallecer Pierre Gonnord, el enorme fotógrafo de desconocidos y desfavorecidos que nació en Cholet (Francia) en 1963, aunque residía en Madrid desde 1988. Se consideraba fotógrafo de formación autodidacta que, desde su adolescencia, se había mostrado fascinado por el trabajo de los grandes maestros del retrato pictórico y fotógrafico. Mucho antes de obtener el Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid (2007) y el Premio Internacional de Fotografía de Alcobendas (2014), se había dado a conocer con unas series de retratos sobre jóvenes urbanos: Interiors (Madrid, 1999) y City (Nueva York, 2001). Ambas formaban parte de un proyecto personal sobre el rostro humano iniciado en 1998. A estos trabajos le seguirían varias series más, –Regards (2000-2003), Far East (Japón, 2003), Utópicos (2004-2007)…-, que era, según decía, «un acercamiento a personajes considerados como outsiders por la sociedad, sean vagabundos, presos, monjes, yakuzas, geishas, onnagatas, sex-mistress, pandas urbanas, ciegos, enfermos mentales…». Como continuación de estos trabajos se aproximó igualmente a los gitanos, a los habitantes de los Balcanes y del Magreb, interesado por investigar las minorías étnicas excluidas del supuesto paraíso occidental. También una fundación por la paz en China le encargó una serie de retratos del diseñador japonés Yoji Yamamoto y José Luis Rodríguez Zapatero le encargó su retrato oficial para el salón previo al Consejo de Ministros. En 1999 inauguró su primera exposición, Bimba, Delfín, Patricia… en la galería Juana de Aizpuru de Madrid. En 2003 fue becario del programa Villa Kujoyama en Kioto, Japón, sufragado por la AFAA (Association Française d’Action Artistique), perteneciente al Ministerio de Asuntos Exteriores francés. También en 2003 recibió el encargo del CNAP (Centre National des Arts Plastiques) de una serie de fotos sobre la alteración de la identidad. En 2005-2006 fue invitado como residente por la Cité des Arts de París y en 2008 volvió a recibir otro encargo del CNAP, esta vez una serie de retratos sobre la comunidad gitana del barrio de Saint-Jacques en Perpignan. También realizó un trabajo próximo sobre los gitanos de las 3000 viviendas de Sevilla. Decía Pierre Gonnord: «Elijo a mis contemporáneos en el anonimato de las grandes urbes porque su rostro narra, bajo la piel, historias singulares e insólitas sobre nuestra época. Hostiles a veces, casi siempre frágiles y muy a menudo heridos detrás de la opacidad de su máscara, ellos representan unas determinadas realidades sociales y, a veces, otro concepto de la belleza. También intento acercarme al individuo inclasificable y atemporal, sugerir hechos que se repiten desde tiempos lejanos. Quisiera invitar a cruzar una frontera. La historia de las últimas décadas en Occidente, las migraciones, el éxodo rural, el movimiento feminista, la revolución sexual, el despertar del integrismo religioso, las sucesivas crisis económicas, la era de la comunicación, la globalización… todo ello ha profundamente contribuido a modificar las mentalidades, los estilos de vida, hasta quebrantar el edificio social. Ando buscando en los puntos de encuentros de la escena urbana: calles, plazas, cafés, estaciones, universidades… luego más allá en las barriadas periféricas, lugares tan aislados del Mundo y escenarios más marginales como cárceles, hospitales, albergues sociales, centros de reinserción, monasterios, circos… porque también allí está nuestra sociedad. Últimamente me estoy acercando a ciertas minorías y comunidades desplazadas por razones étnicas, económicas, políticas… sean los gitanos o la gente de los Balcanes, del Magreb, emigrados recientemente a España. Cada día, en el ritual fotográfico, voy construyendo, poco a poco, mi autorretrato. Intento así detener el tiempo para escribir mi diario, escuchando respirar a los demás y dejando huella sobre lo efímero. Es a la vez un acto de rebeldía contra el olvido». Pierre Gonnord ha expuesto en entidades publicas como la Maison Européenne de la Photographie (París, 2005), Casa Asia (Barcelona, 2006), el Museo de Bellas Artes de Sevilla (2006), el Museo de Bellas Artes de Santander (2007), el Centro de Fotografía/Universidad de Salamanca (2008) o los Rencontres Internationales de Photographie de Arles (Francia, 2008). Ignacio Cano, director del Museo de Bellas Artes de Sevilla donde se expuso Realidades en 2006, aseguraba que «los personajes de Pierre Gonnord son como los modelos que el Greco o Ribera rescatan de las calles y hospitales para figurar en sus cuadros, son inmortalizados como apóstoles o filósofos. En la fotografía de Pierre también son ennoblecidos, redimidos, pero esta vez por el hecho de ser personas. Sea cual sea su actividad, marginal, trasgresora o no, son personas a las que la realidad de su imagen les rescata del anonimato al que han sido a veces condenados. Como los bufones de Velázquez o los niños mendigos de Murillo». Para Alberto Martín, según escribía en el catálogo Pierre Gonnord. Testigos (2007), el método de trabajo de Gonnord es «la búsqueda persistente de las personas que retrata y la relación que abre con ellos, la confianza que parece depositar en él, el encuadre preferente del rostro sin más información añadida, la ausencia de gestos o marcas en la expresión que nos ayudan a adjetivar, la cuidada iluminación, el fondo negro, el predominio de la mirada, los grandes formatos. No es extraño que se acuda con asiduidad a los referentes pictóricos, más que fotográficos, para explicar su trabajo, o que se busquen adjetivos que intentan fijar ese elemento innombrable y un tanto inaprensible que sobrevuela sus imágenes y con frecuencia sobrecoge, como son el silencio, la belleza, la pureza, la dureza o el frío. La explicación quizás se deba buscar en esa semejanza descarnada que Pierre Gonnord descubre en cada imagen que selecciona como definitiva y que nosotros nos esforzamos en nombrar y encauzar, bien en la historia de las formas artísticas, bien en la distancia objetiva con la que nos enfrentamos a la realidad». María de Corral describía a Pierre Gonnord en el catálogo de Realidades (2007) como «un retratista que, a través de su obra, recupera la tradición del retrato, mostrándonos la notable persistencia de determinados códigos existentes en la representación de identidades particulares, en la forma de captar o revelar el ser interior, la personalidad, el carácter del alma del sujeto fotografiado. Pero Gonnord, al mismo tiempo que conoce a fondo la herencia del pasado, utiliza en sus retratos un lenguaje independiente que corresponde al tiempo en que vivimos y que nos habla de la complejidad de la condición humana contemporánea». Cree María de Corral que «en la actualidad, muchos de los fotógrafos que podemos definir como de rostros se preocupan por temas sociales como son la identidad, las raíces, la comunicación y una variedad de fenómenos culturales entre los que destaca un obsesivo interés por la belleza, esa belleza fabricada que evoluciona universalmente hacia una apariencia homogénea. Pierre Gonnord es un fotógrafo cuyos retratos conllevan un enorme bagaje histórico, pero ese conocimiento lo utiliza para hacer, como él mismo explica: del retrato una obra viva, que consigue atraparte por su fuerte presencia corporal y espiritual, pero que sabe también mantener una hábil distancia enigmática. De este modo ha conseguido expandir las posibilidades y parámetros del retrato, incluso cambiar el sentido del término retrato gracias a su fuerza e invención». Lo logra fotografiando «de una manera directa, sin distorsionar nada durante el momento de captar la imagen o después, en el tratamiento de la película y del positivado; en sus fotos no sentimos nunca que él tenga el control y que los sujetos que representa estén expuestos y sean vulnerables. Redefine el retrato como un registro de las respuestas personales del artista al sujeto, consiguiendo de este modo que el retrato pase de ser un documento objetivo a un documento francamente subjetivo». Subjetividad y mundo interior. Como decía Marcella Beccaria en el catálogo Pierre Gonnord. Testigos (2008), cada retrato de Gonnord «puede ser interpretado como una tesela de un autorretrato más amplio. La multiplicación de los rostros fotografiados por Gonnord corresponde a una multiplicación presente ya en el yo del artista. Pienso que es legítimo afirmar que a través de cada sujeto redescubre e identifica una parte de sí mismo, una voz que ya alberga en su yo y que le gime, le grita, le susurra o le canta. El silencio amado de Gonnord es quizá alcanzar ese preciso instante que culmina en el disparo fotográfico, cuando la voz reencontrada se libera finalmente y, por lo tanto, se acalla. Al menos, hasta el próximo encuentro y el próximo disparo». @Pedro_Víllora ArtistasObras de Arte Tags Pierre Gonnord Comentarios Pedro Víllora el 22 abr, 2024