Una de las últimas modas gastronómicas es la cata de insectos. Desde que se comercializan para el consumo humano, parece que si no te comes algunas cucarachas y/o saltamontes delante de una cámara, no eres nadie. Mientras espero que lleguen los míos, me he tenido que ‘conformar’ con otra opción casi tan exótica y mucho más ‘apetitosa’: un encuentro entre ‘foodies’ donde el objetivo es maridar chocolate y quesos artesanos.
Cuando me lo propuso la otra mitad de este blog, Diego (Ape… ¿o era Tito?) he de reconocer que me picó la curiosidad. Me encanta el chocolate y me vuelve loco el queso, para que engañarnos. Siempre que veo uno que no conozco me entran una terribles ganas de probarlo. Así que al entrar en la quesería Cultivo me sentí como un niño en en un parque de atracciones. Olores embriagadores, ejemplares de hasta 40 kilos, algunos viejos conocidos, otros con los que no me importaría comenzar una bonita historia… todos elaborados de forma artesanal. Tan extasiado estaba que tardé varios minutos en darme cuenta que, para conservar de forma óptima los quesos expuestos, la tienda estaba a 8 graditos.
Por suerte, la cata tuvo lugar en una sala interior de la tienda con una temperatura perfecta para nuestro sacrificado cometido. Los quesos eran todos de la quesería Cultivo y los chocolates, artesanos y con diferentes grados de pureza del cacao, de Guittard, una compañía familiar que lleva 150 años fabricando chocolate artesano en California. Una delicia, vamos.
Al lío. Llegada la hora del maridaje, guiados por los sabios consejos de Clara y Erik, fuimos probando seis tipos de queso acompañados por sus correspondientes variedades de chocolate. Personalmente soy más de chocolates suaves, así que las combinaciones que más me gustaron fueron de variedades con menos de un 45% de cacao (la gama llegaba hasta el 100%). Me gustó especialmente la propuesta de brie con unas gotas de chocolate al 31%; sabores suaves que combinaban perfectamente. Individualmente, destacaría sin duda alguna el fantástico stilton que cerró la sesión. Pura ambrosía.
En definitiva, una experiencia muy recomendable aunque pueda parecer poco convencional. La clave está en adecuar los maridajes al gusto personal de cada uno y disfrutar de un buen rato gastronómico. Si el chocolate negro no te vuelve loco te aconsejo rallarlo para poder echarle la justa medida que permita potenciar el sabor del queso, sin robarle protagonismo.
Para el próximo post, otra cata. Y tampoco será de insectos.
Cocina Exótica